
Pedro Pablo Jijón O.
Cae el sol en el campo, me asomo por la glorieta alta, de donde puedo ver arrozales y potreros, me compaña una taza de café humeante, me asalta el suave aroma del Jazmín que al caer la tarde inmunda el ambiente; se entremezclan olores y sabores así como ideas y experiencias.
Días tensos de actividad política, de exponer con altura y fuerza mi posición y tendencia, de debatir con paciente enseñanza, para recibir el insulto del necio a quien han adiestrado a odiar y han segado a la verdad.
Duele aunque es ya costumbre, ver oportunistas jugando a política, usando el nombre de colectivos sociales sin permiso, y lucrándose a nombre de sus bases; así se mueve Hispanoamérica, donde no importa el sufrimiento de su propia sangre, solo importa el ego y la ambición.
El opositor político es grande, astuto, sagaz, con capacidad de comprar conciencias, no duerme sin maquinar maldad, tiene éxito en sus maniobras corruptas, son atraídas a ellos las personas sin criterio deslumbrados por su falso poder.
Doy un golpe de puño al balaustre, me informan que en diferentes regiones pequeños oportunistas se vendieron, como en el juego de Palio; se mancillaron ponchos, se mancharon sombreros, reacciono y me alegro, recuerdo que son como la hierba verde que mañana se seca con el sol, la desmenuza el viento.
A quien no podrán comprar, es a quien puso el sudor, la sangre, la esperanza y la fe; estos son la semilla, tocón y duramen, son anhelo, visión y objetivo. Con estos venceremos aplastantemente al opositor.
Toca además forjar nuevos líderes, jóvenes políticos que se conviertan en agentes de cambios positivos, para lograr paz y equidad.
Pedro Pablo Jijón Ochoa es colaborador destacado de Mundo Agropecuario
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