¿Le estaremos dando un enfoque equivocado al desarrollo acuícola global?



Germán Robaina G.

robainag@gmail.com


Absolutamente claros estamos que el desarrollo acuícola alcanzado en el cultivo del salmón, los atunes y los camarones es el resultado de un gigantesco cúmulo de esfuerzos y la participación de un numeroso grupo de investigadores, visionarios e inversores. El alcance comercial de estas actividades no se encuentra en discusión, pero para muchos, no es la mejor estrategia en procura de salvaguardar la seguridad alimentaria global que muchos quieren vendernos. 

Convencidos estamos que, para poder maximizar la producción acuícola global, garantizar la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible, se requiere del cultivo masivo de cientos de diferentes especies (tanto en agua de mar como en agua dulce), y la participación de miles de productores diseminados a lo largo y ancho del mundo, productores éstos que enfrentan enormes barreras y limitaciones.

Aunque visualizamos en la producción acuícola la posibilidad de garantizar la seguridad alimentaria global, los pequeños y medianos productores, además de inadecuadas políticas de fomento acuícola, tienen limitaciones de información y capacitación en el área, y problemas de índole financiera, asociatividad, suministro de equipos, insumos, transformación, almacenamiento en frío, las carreteras, el acceso a la tecnología celular, sensores, enlaces ascendentes y transferencia de conocimientos y tecnologías, entre otros.

Convencidos estamos que, si los gobiernos y la industria acuícola comenzaran a prestar mayor atención a este segmento de la actividad acuícola, y aportaran soluciones tecnológicas básicas que permitieran apuntalar la infraestructura de la cadena de valor y las granjas, se lograrían grandes avances en muy poco tiempo.

Sin embargo, en la mayoría de las directrices oficiales y las conversaciones empresariales esto no se menciona, y tan solo se suele hablar sobre tecnología para aquellas especies que poseen alto valor en el mercado internacional, olvidándonos que el grueso de la población mundial no se alimenta con estas especies. El grueso de la población mundial no consume ni salmón, ni atún, ni camarones.

Así, mientras soñamos con los grandes avances que las corporaciones acuícolas nos muestran en las redes sociales, nos olvidamos de las actividades de producción a pequeña y mediana escala, eso que alguna vez FAO denominó Piscicultura Rural Tipo II y nosotros denominamos Piscicultura Intermedia. Ni industrial ni de subsistencia, pero altamente productiva.

Si los medianos productores acuícolas pudieran disponer de adecuados incentivos, programas de fomento, fuentes de financiamiento y pudieran apoyarse en parte de las diferentes tecnologías y conocimientos desarrollados para los salmónidos, atunes y camarones en otras especies, podrían aportar un inconmensurable volumen de biomasa pesquera que se traduciría en un enorme beneficio para la seguridad alimentaria local, nacional y global en el corto plazo.

Como es por todos conocidos, la gran mayoría de la producción acuícola mundial proviene de peces de agua dulce como el panga y la tilapia, mariscos y algas marinas…, especies que podrán colaborar a generar la tan cacareada seguridad alimentaria, pero existe un amplio espectro de necesidades tecnológicas y de financiamiento en este segmento, recordando además, que la mayor producción de estas especies se genera en áreas remotas que, por lo general, carecen de infraestructura básica o de los enlaces de conectividad requeridos para favorecer el desarrollo del sector. 

El hecho de que muchos segmentos de la industria acuícola estén fragmentados y dependan de prácticas de cultivo tradicionales de subsistencia, es otro obstáculo adicional que puede remediarse mediante la adopción y adaptación de tecnologías ya existentes. La aplicación de intervenciones políticas y tecnológicas en esa industria podría aliviar muchas cargas operativas que pesan sobre los productores, lo que generaría una gran ayuda a la producción, al medio ambiente y a la seguridad alimentaria global.

Adecuadas políticas acuícolas para el desarrollo del sector por parte de los diferentes gobiernos permitirían aumentar la producción de las granjas al tiempo que se conserva el recurso humano y el ambiente.

Como es del conocimiento de gran parte de la población, ya el pescado proveniente de las piscifactorías supera al que proviene de la pesca de captura desde el pasado año 2012 y se espera que esa tendencia aumente aún más para el año 2030. Por otra parte, el menor impacto climático de la actividad acuícola frente a la actividad pesquera ha demostrado ser más beneficiosa para la resiliencia climática y la producción de alimentos que otras fuentes de proteínas de origen animal.

Entendemos que la integración de la tecnología con la producción acuícola no siempre ha sido sencilla, y aunque la producción de pescado, mariscos y algas marinas sigue estando dominada por las operaciones a pequeña escala, ello no representa un problema insuperable, y un cambio en la idiosincrasia y necesidades de gran parte de los países y los productores agropecuarios es fácil de detectar en gran parte del mundo.

Aprovechar la tecnología significa más que abordar la barrera de la conectividad. Poner al alcance de los acuicultores locales una mayor cantidad y variedad de tecnologías y apoyos, permitirá aumentar la producción acuícola global en menos tiempo de lo esperado. El suministro de equipos, insumos (alevines y alimentos), fomento de la asociatividad, capacitación y transformación, son algunas de las principales limitaciones.

La conformación de parques acuícolas por parte de los gobiernos y/o grandes corporaciones que provean insumos, tecnologías, capacitación, seguimiento, procesamiento y almacenamiento a un conjunto de pequeños productores asociados de una determinada región, estimulará y facilitará significativamente la generación de alimentos, empleos y desarrollo. Estas experiencias ya han demostrado su viabilidad en áreas como el cultivo del tabaco, los pollos, legumbres, entre otros.

400.000.000  de raciones/año, además de muchas raciones, son muchas razones para pensarlo y evaluarlo

Mil productores agropecuarios que desarrollen la denominada Piscicultura Intermedia y logren una producción promedio de 200 Tm/año, equivaldrían a 200.000 Tm/año de biomasa pesquera total, que pudieran generar más de 400.000.000 de raciones al año si de ejemplares de 0,451 kg habláramos.

Por otra parte, estos desarrollos, generalmente vinculados con otras actividades agropecuarias, no requieren de las gigantescas inversiones y manejos tecnológicos de la piscicultura oceánica, y requieren mucho menos superficie de producción que el cultivo de camarones, actividades con las cuales no pretendemos oponernos ni equipararnos.

Se tratan de dos mercados y objetivos diferentes, pero si de seguridad alimentaria hablamos, debemos emprender acciones que favorezcan y faciliten el desarrollo de ese otro sector acuícola, maximizando el aprovechamiento de la infraestructura agropecuaria y humana ya existente.


Germán Robaina es colaborador destacado de Mundo Agropecuario

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