Microempresarios en Cuba buscan impulsar la agricultura inteligente



LA HABANA –  El emprendedor William Guilarte está convencido de que un mayor despliegue de la agricultura de precisión en Cuba ofrecería oportunidades para aumentar la producción de alimentos, reducir importaciones y manejar de forma más sostenible el recurso del suelo.

El ingeniero en telecomunicaciones explicó a IPS que “la agricultura de precisión se basa en aplicar un amplio espectro de tecnologías digitales, grandes datos (big data) y el internet de las cosas -interconexión digital de objetos cotidianos con la red-, para optimizar los procesos agrícolas, la ganadería y el manejo de los recursos forestales”.

Si bien reconoció el elevado precio de esa tecnología, Guilarte opinó que al respaldar soluciones e innovaciones locales “pudiéramos hacer lo mismo abaratando los costos”.

Por ello, la plataforma Agripres aspira “a ampliar el uso de las nuevas tecnologías en la agricultura”, explicó Olga Sarmiento, administradora de la microempresa que la creó,  AKI (unión de las iniciales de automática, del símbolo K usado en electrónica, y de informática), con sede en La Habana.

Constituida en diciembre de 2021, la entidad especializada en servicios generales de electrónica e informática participó del 4 al 8 de abril en la edición 23 de la Feria Internacional Agroindustrial Alimentaria (Fiagrop 2022), celebrada en La Habana.

A la cita acudieron 58 entidades, nueve de ellas extranjeras, y además de exhibir productos agropecuarios, propició la firma de convenios, posibles encadenamientos y la promoción de la cartera para la inversión extranjera en el sector.

El ingeniero en telecomunicaciones Willian Guilarte y la licenciada en contabilidad Olga Sarmiento, junto a un cartel promocional de la microempresa AKI, en su estand en la feria Fiagrop 2022, celebrada este mes de abril en La Habana. Entre sus servicios, el emprendimiento creó la plataforma Agripres, destinada a ampliar el uso de agricultura de precisión en la isla. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

En la última década, entidades cubanas adscritas a los ministerios de la Agricultura y de  Comunicaciones han utilizado elementos de la también conocida como agricultura inteligente en experiencias puntuales relacionadas con el riego, fumigación o conteo de población en campos de arroz, caña de azúcar, cítricos y papas (patatas).

Sin embargo, de las más de 2660 micro, pequeñas o medianas empresas (mipymes) aprobadas en Cuba desde septiembre de 2021, AKI sobresale por ser, si no la única, al menos la primera microempresa privada especializada en este tema.

“Hay trabajadores por cuenta propia (autónomos) en la isla que utilizan elementos de la agricultura de precisión, investigadores y empresas (estatales) y quizás hasta algún proyecto de desarrollo local, pero unirlos en una sola solución, genérica, solo lo estamos haciendo nosotros mediante Agripres”, aseguró Guilarte, director y gestor de AKI.

Una trabajadora atiende las hortalizas en un invernadero en la provincia de Ciego de Ávila, en el centro de Cuba. Expertos destacan los efectos positivos que puede tener en cultivos, tierras y agricultores el despliegue de la agricultura inteligente, como impulso a una producción sostenible. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Pilar de la agricultura sostenible

El concepto de agricultura de precisión apareció en Estados Unidos a principios de los  años 80, y son las economías más desarrolladas las punteras en su utilización.

La tecnología se auxilia de imágenes satelitales, GPS, drones, cámaras multiespectrales, sensores infrarrojos, estaciones meteorológicas, análisis de laboratorio, automatización de sistemas de nutrición y riego y sistemas de inteligencia artificial, entre otras.

De acuerdo con la Sociedad Internacional de Agricultura de Precisión (ISPA, en inglés), basada en Estados Unidos,  se trata de una estrategia de gestión que recoge, procesa y analiza datos temporales, espaciales e individuales y los combina con otras informaciones para respaldar la toma de decisiones de manejo en el ámbito agropecuario.

Ello permite a productores agrícolas y ganaderos mejorar la eficiencia en el uso de recursos, así como la productividad, calidad, rentabilidad y sostenibilidad de sus producciones.

La red neuronal, especie de cerebro del sistema, no solo acumula y procesa los datos, sino que “aprende” y puede tomar decisiones ante determinadas contingencias.

Así, por ejemplo, hace posible que “un cultivo o animal disponga de la cantidad justa de agua, o sembrar semillas a la distancia y profundidad necesaria. También favorece la aplicación de fertilizantes específicos, en dependencia del tipo de suelo o controlar plagas y enfermedades, incluso en lugares puntuales de un determinado terreno”, explicó Guilarte.

El uso de aeronaves teledirigidas para aplicar fertilizantes e insecticidas sustituye el uso de transportes pesados y evita la compactación o erosión de los terrenos, además de reducir el uso de combustibles fósiles.

“De manera general, contribuye con el ahorro de energía y abonos mediante un chequeo constante de los parámetros”, completó Guilarte.

Expertos destacan los efectos positivos que puede tener en cultivos, tierras y agricultores el despliegue de la agricultura inteligente, por lo cual la consideran un pilar para el impulso de una agricultura sostenible.

En América Latina y el Caribe, Argentina y Brasil sobresalen por el uso de este tipo de agricultura.

Estudios refieren que aunque se ha vuelto crucial incorporar tecnologías innovadoras para mejorar rendimientos y favorecer la vigilancia remota, muchos pequeños agricultores en la región latinoamericana y caribeña no pueden pagar el equipamiento para practicar la agricultura de precisión debido a su costo, así como el mantenimiento y reparación de equipos y sistemas computarizados.

Alertan asimismo sobre el aumento de la dependencia a sistemas de comunicación para funcionar adecuadamente y el desconocimiento sobre esa tecnología por parte de muchos campesinos.

Tales brechas también están presentes en Cuba, una nación del Sur en desarrollo, con una conectividad que dista de los parámetros del Norte industrial y donde el acceso a terminales y otras tecnologías digitales es aún muy costoso.

No obstante, este país insular caribeño dispone de fortalezas como una amplia red de universidades y centros de investigación capaces de desarrollar soluciones informáticas, además de una Política integral que desde 2015 impulsa la informatización de la sociedad.

Un operario ajusta el sistema de riego, en los canteros de un huerto organopónico en el municipio de Cerro, en La Habana. Las herramientas de la agricultura inteligente posibilitan que un cultivo o animal disponga de la cantidad justa de agua, o sembrar semillas a la distancia y profundidad necesaria. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Respaldar soluciones locales

Las innovaciones en la agricultura y la ganadería resultan asuntos de especial importancia para la isla, cuyo gobierno ha definido la producción de alimentos como un asunto de seguridad nacional.

El país importa de 60 a 70 % de los alimentos que consume, lo cual se ha vuelto insostenible ante los problemas de liquidez de la economía.

Además, su maltrecho sector agroproductivo está golpeado por la descapitalización industrial, bajos rendimientos, escasez de insumos y maquinaria y pérdidas de partes significativas de cosechas.

A ello se suma la condición de estado insular muy vulnerable al alza de las temperaturas la modificación de los patrones de lluvias y sequías, la degradación de los suelos -77 % clasifican por su poca productividad-, el aumento del nivel del mar y el incremento de la resistencia de plagas y enfermedades de los cultivos.

Se trata de áreas donde una aplicación intencional de la agricultura de precisión podría obtener resultados destacables, a partir de una metodología que incluya estudios de campo, recopilación de datos, aplicación de las tecnologías, recopilar nuevos indicadores y hacer las correcciones pertinentes en el sistema, como propone Agripres.

“Nuestra visión como empresa es bajar costos para que el productor no se sienta intimidado por los precios y el servicio sea más accesible, mediante una plataforma nacional”, razonó Guilarte.

Sin embargo, el especialista reconoció que un problema fundamental radica en las importaciones de componentes electrónicos como sensores o circuitos electrónicos, pues “no podemos adquirirlos directamente, sino pasar por un dilatado proceso del cual se encargan empresas importadoras (estatales)”.

Sarmiento añadió que varias empresas, incluso extranjeras, “se han acercado, muy interesadas en efectuar proyectos conjuntos”.

En septiembre de 2021 entró en vigor el decreto 45 Sobre el desarrollo integral de la automatización en Cuba, que además de establecer el marco legal creó la Comisión Nacional de Automática, un órgano consultivo de carácter técnico, científico y tecnológico para el estudio y evaluación de las estrategias al respecto.

Durante una intervención televisiva el 1 de marzo, el ministro de Industrias, Eloy Álvarez, se refirió a empresas y proyectos relacionados con la automatización de la economía, la robótica y la inteligencia artificial, entre ellos algunos vinculados con la agricultura de precisión.

Además, el titular insistió en la necesidad de “disminuir los componentes importados en todo lo que fabricamos”, resaltó la importancia del encadenamiento productivo y sostuvo que cooperativas y mipymes “ayudan a pensar y actuar diferente para desarrollar la economía”.

Al respecto, Sarmiento insistió en la necesidad de “priorizar la capacitación en un tema novedoso, mostrar a productores los beneficios y lograr mayores sinergias entre las universidades agropecuarias y tecnológicas para ampliar las aplicaciones de la agricultura inteligente en la isla».

ED: EG