Frutillas voladoras: una nueva forma de producir alimentos sin suelo


Jhenny Cayambe, Pontificia Universidad Católica de Ecuador


¿Alguna vez se ha imaginado que existan frutillas (también conocidas como fresas) voladoras? Parece increíble, pero se pueden producir alimentos en el aire sin necesidad de suelo. El método se llama aeroponía.

Es importante distinguir la aeroponía de la hidroponía. En esta última, los cultivos están constantemente inmersos en agua. En el cultivo aeropónico, sin embargo, las raíces están suspendidas en el aire.

El sistema aeropónico está equipado con cajones o tubos de plástico que sirven de soporte a las plantas. Los cultivos toman los nutrientes del agua de riego, que se aplica por microaspersión.

El productor puede controlar, mediante un sensor, el tiempo y la frecuencia de aplicación de agua de riego. El agua es reutilizada, de manera lo que no absorbe el cultivo regresa a un tanque de recirculación. Este proceso evita la contaminación de los ríos debido a la filtración del agua con fertilizante a capas profundas del suelo (lixiviación).

Importancia de los cultivos sin suelo

A medida que la población aumenta, los usos del suelo son más diversos. La producción de alimentos puede transformarse en competencia frente a la protección de este recurso natural, el suelo. En Ecuador, un país megadiverso donde el suelo alberga riqueza ecológica, arqueológica, geológica y cultural, junto con la belleza natural, el suelo se convierte en un recurso aún más valioso y no puede ser mal utilizado.

Recientemente, hemos realizado un estudio en Imbabura, Ecuador, para evaluar el uso de aeroponía para producir frutillas. En 2019, Imbabura fue declarada Geoparque Mundial por la UNESCO, y desde entonces se está promoviendo el turismo y la protección de las reservas naturales de esta zona.

Sin embargo, la principal fuente de ingresos de los habitantes de este lugar sigue siendo la agricultura, y especialmente la frutilla, uno de los cultivos que se producen a gran escala.

Generalmente, este fruto se produce en el suelo sin asociarlo con otro, lo que genera efectos negativos sobre el suelo y sobre la biodiversidad. Además, últimamente el incremento de agroquímicos en su cultivo para maximizar el rendimiento había provocado erosión, salinización, baja productividad y mala calidad de frutos. Sin olvidar la contaminación que pueden provocar en el suelo, los ríos y el aire, ni sus efectos en los seres humanos.

¿Qué hacer? Dejar de producir alimentos no es una opción. El reto es mantener la producción sin que la biodiversidad del Geoparque Imbabura se vea afectada.

Menos espacio y menos contaminación

Los cultivos en el aire se utilizaron por primera vez para cultivar papas, albahaca, lechuga, estevia, y ahora hemos probado en el cultivo de frutilla. Además, la aeroponía ayuda a producir alimentos en menor espacio, porque se cultiva verticalmente. A lo que se suma que los investigadores han comprobado que los cultivos producidos en sistemas aeropónicos son más fáciles de cosechar.

Las ventajas de la producción en un sistema sin suelo están asociadas al cuidado de la naturaleza. Este sistema es más amigable con el medio ambiente al reducir al mínimo el uso de fertilizantes que generan emisiones de gases de efecto invernadero. De esta manera, se evita que el suelo pierda sus nutrientes y que la localidad pierda su biodiversidad de especies animales y vegetales.

Por si fuera poco, el cultivo aeropónico recicla los recursos no renovables (suelo y agua).

¿Cambia el sabor de un alimento cultivado en aire?

El sabor de los alimentos cultivados en suelo no cambia en comparación con el sabor de aquellos cultivados en el aire. Sin embargo los aeropónicos pueden presumir de ser más saludables, ya que no están en contacto con el suelo ni tampoco expuestos a excesivas aplicaciones de agroquímicos que generalmente permanecen durante varios días en los alimentos. Asimismo, al comernos una frutilla cultivada en el aire podemos tener la confianza de que ningún molusco dio un paseo por nuestro alimento.

Esta técnica está revolucionando la producción verde. Puede ser utilizada incluso en los países donde no existe suelo agrícola, ya que podremos cultivar los ingredientes de nuestra ensalada desde un apartamento ubicado en el vigésimo piso de un edificio en la ciudad de Nueva York. Solo será necesario contar con tubos de plástico, un sensor para el control del riego, fertilizante, plantas y, lo más importante, nuestras ganas de dejar un mundo más limpio para las generaciones futuras.

Jhenny Cayambe, Investigadora en Ingeniería Agrícola, Ciencias Medioambientales y Agronomía, Pontificia Universidad Católica de Ecuador

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.