La rotación de cultivos es una de las prácticas agrícolas más recomendadas para mantener la fertilidad del suelo y reducir la presión de plagas y enfermedades.
Redacción Mundo Agropecuario
Sin embargo, cuando esta rotación se limita casi exclusivamente a maíz y soja, pueden surgir desventajas que afectan la salud del suelo en el largo plazo.
El modelo dominante en regiones productoras
En países como Estados Unidos, Brasil y Argentina, la alternancia entre maíz y soja se ha convertido en el sistema de cultivo más extendido. Esta rotación se considera eficiente y rentable, ya que combina el alto valor comercial del maíz con la capacidad de la soja de fijar nitrógeno atmosférico.
Pero investigaciones recientes advierten que este modelo puede no ser tan sostenible como se pensaba.
Efectos sobre la calidad del suelo
Cuando los suelos se exponen de manera repetida solo a maíz y soja, comienzan a aparecer problemas asociados a la falta de diversidad agrícola:
- Pérdida de biodiversidad microbiana: se reduce la variedad de microorganismos que mantienen la salud del suelo.
- Degradación estructural: ciclos repetidos pueden compactar el suelo y limitar la infiltración de agua.
- Desequilibrios de nutrientes: aunque la soja aporta nitrógeno, el fósforo y el potasio se agotan con mayor rapidez.
- Mayor vulnerabilidad a plagas: insectos y patógenos adaptados a estos cultivos encuentran un hábitat ideal de manera continua.
Una falsa sensación de sostenibilidad
La rotación maíz–soja puede dar la impresión de ser sostenible, pero al estar limitada a solo dos especies, se asemeja más a un monocultivo extendido en el tiempo que a una diversificación real.
Alternativas para una agricultura más resiliente
Para contrarrestar los efectos negativos, los expertos recomiendan:
- Incluir cultivos de cobertura: como centeno, avena o trébol, que aporten biomasa y protejan la estructura del suelo.
- Diversificar con otros granos o leguminosas: trigo, sorgo, lentejas o garbanzos pueden enriquecer el ciclo agrícola.
- Reducir la labranza: para conservar carbono orgánico y mejorar la actividad microbiana.
- Rotaciones más largas: incorporar tres o más cultivos en el sistema.
Mirando hacia el futuro
El éxito económico de la rotación maíz–soja es innegable, pero el futuro de la agricultura exige mirar más allá de la rentabilidad inmediata. Una mayor diversidad de cultivos puede ser la clave para preservar la salud del suelo, mantener rendimientos estables y reducir los impactos ambientales a largo plazo.
Referencias
- Smith, R. G. et al. (2008). Diversity in crop rotation systems and soil health. Agriculture, Ecosystems & Environment.
- Karlen, D. L. et al. (2006). Soil quality indicators and corn–soybean rotations. Journal of Soil and Water Conservation.
- FAO (2021). The benefits of crop diversification.
- Gentry, L. F. et al. (2013). Long-term corn–soybean rotation effects on soil properties. Agronomy Journal.
