Esta asociación no sólo es ventajosa desde el punto de vista económico, sino que ambos cultivos limpian perfectamente el suelo y las aguas subterráneas de los restos de agroquímicos y también toleran con éxito el riego con aguas residuales municipales.
Los álamos son conocidos en agroforestería como árboles de alta resistencia, rápido crecimiento y uso maderable multipropósito. La gestión del complejo chopo-agrícola se refleja en numerosos trabajos científicos. Un nuevo estudio destaca los beneficios ambientales de este tipo de agroforestería y el potencial para el cultivo intercalado con otros cultivos.
A principios del siglo XX, el álamo se convirtió en objeto de intensas actividades de mejora genética, lo que permitió crear hectáreas altamente productivas con nuevas variedades. La madera producida se utiliza para diversos fines industriales y energéticos, siendo la demanda predominante en la producción de tableros contrachapados para la industria del mueble, elementos de decoración de interiores, en la industria del embalaje y como astillas de madera para bioenergía.
El cultivo del álamo no sólo aporta beneficios económicos, sino que también contribuye a la protección del medio ambiente, a la conservación de la biodiversidad y a la mejora del paisaje.
Un estudio vinculado al proyecto europeo LIFE Wood for Future, liderado por la Universidad de Granada (UGR), ha demostrado la capacidad de las choperas para depurar aguas con nitratos procedentes de fertilizantes agrícolas y evitar que estas sustancias se filtren a las aguas subterráneas.
El Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA), responsable del estudio, confirmó que este cultivo tradicional de la Vega de Granada aprovecha estos nutrientes en su crecimiento y evita que contaminen el acuífero.
En el caso de La Vega, las choperas evitan la contaminación del acuífero de Granada, la masa de agua subterránea más importante de la provincia, que abarca 39 municipios y supera ampliamente el límite máximo legal de concentración de nitratos en aguas subterráneas de 37,5 mg/l.
Durante los ensayos realizados en la finca del IFAPA en Camino de Purchil entre 2020 y 2022, se tomaron muestras de suelo a diferentes profundidades en tres choperas experimentales con diferentes regímenes de riego entre abril y septiembre.
El suelo sin restricciones de agua se probó con riego por inundación cada dos semanas; con restricción moderada de agua: riego por inundación cada tres semanas; Y con severas restricciones de agua, los álamos recibieron agua cada cuatro semanas.
“El análisis mostró que la cantidad de nitratos presentes en el suelo es mucho mayor en zonas sin cultivar ni regadío, y cómo su presencia disminuye en zonas con plantaciones de chopo, especialmente donde el riego es más frecuente, ya que para que las plantas los absorban, los nitratos deben estar disueltos en agua”, explicó la especialista del IFAPA, María Ángeles Ripoll.
Por lo tanto, los niveles de nitrato a todas las profundidades aumentan significativamente cuando las masas de álamo están sujetas a severas restricciones de agua.
Según Antolino Gallego, coordinador del proyecto LIFE Wood for Future, el estudio confirma investigaciones anteriores que mostraban que los álamos filtran activamente el agua, incluidas las aguas residuales municipales utilizadas para riego.
Gracias a su rápido crecimiento, alcanzando una altura de unos 20 metros en diez años, los chopos tienen una importante capacidad para absorber CO2 de la atmósfera -hasta 20 toneladas al año- y desempeñan un papel protector frente a gases y partículas contaminantes.
«El cultivo del chopo, el único que ha sobrevivido en la Vega de Granada en los últimos 150 años, ha logrado coexistir en mosaico con otros cultivos ya desaparecidos, como la remolacha azucarera y el tabaco, reflejo de la Granada industrial y la vanguardia de España, y continúa coexistiendo con otros cultivos que llegaron después, como el espárrago, el maíz y el ajo, o con el actual cultivo superintensivo del olivar», señalan los investigadores.
Nos gustaría añadir que el proyecto europeo LIFE Wood for Future, liderado por la Universidad de Granada, está promoviendo la plantación de chopo mixto y cáñamo industrial en 10 hectáreas en la Vega del Genil y la cuenca del río Fardes como lugares experimentales.
El cáñamo se coloca entre los álamos y sus fibras vegetales se utilizarán para producir material de construcción (adobe o ecoladrillo) en el concepto de construcción bioclimática. Se pueden utilizar fibras de mayor calidad en la industria textil para fabricar prendas sostenibles.
Patricia Gómez Agrela, gerente de la Confederación de Organizaciones Forestales Españolas (COSE), y Samuel Cerrudo Andújar, experto en permacultura, explican que ambas especies forman una asociación que les permite beneficiarse de la coexistencia mutua, y por otro lado, su cultivo conjunto aumenta la capacidad de cada una de ellas individualmente para depurar y restaurar el suelo, extraer del mismo metales pesados y otras sustancias tóxicas, incluidos residuos de pesticidas y fertilizantes utilizados en agricultura, mejorar la calidad del agua de las depuradoras, haciendo la tierra más fértil.
Aunque existen otros sistemas agroforestales, como el intercalado de chopo y ajo o chopo y maíz, el cáñamo industrial es especialmente adecuado porque se adapta a cualquier tipo de suelo y tolera muy bien el riego con aguas residuales habitualmente utilizado en las choperas de la Vega; y no le perjudica la sombra que dan los álamos, pues lo que se desea es el crecimiento de los tallos que contienen las fibras útiles para la industria, y no de sus hojas o flores. Además, las raíces de los árboles y el cáñamo establecen una simbiosis en la que se intercambian nutrientes.
En términos de objetivos económicos, la combinación de un cultivo anual o bienal, como el cáñamo, con un cultivo de ciclo más largo, como el álamo (el período de corte es de unos diez años), ayudará a los forestales a obtener ingresos adicionales de forma más estable a partir de una especie que es muy resistente a las plagas, requiere poco mantenimiento y no necesita fertilizantes.
Fuente y foto: LIFE Wood for Future.
