Un estudio científico demuestra que aumentar los niveles de esteroles glicosilados fortalece las membranas celulares y mejora la tolerancia al frío en el tomate (Solanum lycopersicum).
Redacción Mundo Agropecuario
La búsqueda de cultivos capaces de soportar temperaturas extremas ha dado un nuevo paso con la creación de variedades de tomate más resistentes al frío, sin comprometer su sabor ni su rendimiento. Un estudio publicado en la revista Plant Physiology demuestra que el aumento de esteroles glicosilados en las células del tomate permite estabilizar sus membranas y activar mecanismos hormonales que lo protegen frente a las bajas temperaturas.
El hallazgo ofrece una alternativa prometedora para los agricultores de regiones templadas o con inviernos prolongados, donde las heladas afectan severamente la producción. Según los investigadores, la manipulación genética o bioquímica de estos compuestos podría aplicarse también a otros cultivos sensibles al frío, ampliando las fronteras de la agricultura en zonas antes consideradas inadecuadas.
Cómo los esteroles ayudan a resistir el frío
Los esteroles glicosilados son lípidos estructurales que, además de reforzar las membranas celulares, actúan como reguladores hormonales en procesos de crecimiento y respuesta al estrés. El estudio demostró que al aumentar su concentración, las plantas de tomate mantienen la integridad de las células incluso cuando las temperaturas bajan drásticamente, reduciendo daños por congelación y deshidratación.
Asimismo, estos compuestos activan la señalización del ácido abscísico (ABA), una hormona vegetal clave en la adaptación al estrés. Gracias a esta respuesta integrada, los tomates modificados conservaron su capacidad fotosintética y mostraron una recuperación más rápida tras periodos de exposición al frío.
Beneficios agronómicos y sostenibilidad
El avance no solo mejora la resistencia de los tomates, sino que también reduce la necesidad de calefacción artificial en invernaderos, disminuyendo costos energéticos y emisiones de carbono. Además, las plantas con mayor contenido de esteroles glicosilados mostraron mejor germinación y desarrollo inicial, lo que las hace más viables en condiciones de campo abiertas.
Este tipo de innovación es especialmente relevante para la agricultura sostenible, ya que contribuye a garantizar la producción alimentaria ante los efectos del cambio climático, que provocan fluctuaciones térmicas cada vez más impredecibles.
Un paso adelante en la mejora genética vegetal
Los autores del estudio señalan que la manipulación de los esteroles podría integrarse en programas de mejora genética convencionales o mediante biotecnología de precisión, sin alterar las características organolépticas del tomate. En ensayos de laboratorio, los frutos de las plantas tratadas conservaron su color, textura y sabor, manteniendo la calidad que exige el mercado.
La investigación abre el camino hacia el desarrollo de variedades resilientes y de bajo impacto ambiental, que aseguren la estabilidad de los rendimientos agrícolas frente a escenarios climáticos adversos.
Referencia: Basado en el artículo publicado por Phys.org (2025): https://phys.org/news/2025-11-cold-resistant-tomato-variety-compromising.html
