La redacción recibe muchas preguntas sobre el boro en tomates. De hecho, el boro es un aliado indispensable para el cultivador de tomates. La aplicación correcta y oportuna de fertilizantes de boro garantiza un aumento en la cantidad de frutos cuajados, una mejor calidad y vida útil, y una mayor resistencia de las plantas al estrés. Sin embargo, es importante no excederse. La regla de oro: 5 gramos de ácido bórico por cada 10 litros de agua es una dosis segura y eficaz para pulverizar. Este microelemento debe aplicarse a tiempo, no como último recurso. En este artículo, hemos recopilado consejos sobre cómo y cuándo aplicar boro a los tomates.
El boro es uno de los microelementos clave para los tomates. Interviene en procesos cruciales: la formación de flores y ovarios, el transporte de azúcares, el desarrollo del sistema radicular y el fortalecimiento de las paredes celulares. La deficiencia de boro reduce drásticamente el rendimiento y la calidad de los frutos. El uso adecuado del boro es clave para una floración abundante y unos tomates fuertes y sanos.
¿Por qué es tan importante el boro para los tomates? Es fundamental para la floración y los ovarios. El boro afecta directamente al polen: mejora su germinación y viabilidad, y estimula el crecimiento de los tubos polínicos. Esto aumenta drásticamente la cantidad de frutos cuajados, especialmente en condiciones desfavorables (calor, alta humedad, ausencia de viento/insectos).
El boro fortalece las paredes celulares, aumentando la resistencia de la planta a enfermedades y daños físicos. Es necesario para el transporte y la absorción eficaz del calcio, otro elemento vital para los tomates (previene la podredumbre apical). Participa en la síntesis de proteínas y carbohidratos, la división celular, el desarrollo de raíces y puntos de crecimiento.
Campanas de alarma: signos de deficiencia de boro en tomates
La deficiencia de boro se manifiesta por la caída de flores y ovarios (incluso con buena floración) y un cuajado deficiente. Las puntas de los brotes se adelgazan, presentan una curvatura y el punto de crecimiento muere. Las hojas nuevas son pequeñas, deformadas, cloróticas (ligeras) y quebradizas. Las hojas se vuelven más pequeñas, quebradizas y sus bordes pueden curvarse hacia arriba. En las hojas viejas, es posible que se presente clorosis intervenal (amarillamiento entre las nervaduras) y necrosis (muerte del tejido).
Aparición de manchas corchosas marrones o grises y grietas en los frutos (especialmente en la parte superior). Los frutos se vuelven feos y pueden presentar huecos en su interior.
¿Cuándo es crítico el boro? Fases clave de la aplicación
Brotación e inicio de la floración: Esta es la etapa más importante para la primera fertilización con boro. El objetivo es estimular una producción abundante de polen y mejorar la fertilización.
Floración masiva: repetir el tratamiento para lograr la máxima cobertura de los pinceles de floración.
Formación de ovarios e inicio del llenado del fruto: Apoyo al proceso de formación del fruto, prevención del desprendimiento de ovarios y podredumbre apical.
Momento óptimo para la fertilización (aproximadamente):
Primero: el comienzo de la brotación: la aparición del primer pincel de flores.
Segundo: floración en masa (2-3 racimos florales en flor).
Tercero: Inicio de la formación del fruto (los primeros ovarios son del tamaño de un guisante).
En cuarto lugar (si es necesario) durante el período de llenado de frutos, especialmente si hay signos de deficiencia o condiciones estresantes.
Cómo usar correctamente el boro en los tomates: métodos y dosis
La fertilización foliar (pulverización sobre la hoja) es el método más común para un aporte rápido de boro. La rápida absorción (especialmente en condiciones de estrés, cuando las raíces no funcionan bien) y la aplicación precisa en flores y ovarios dan buenos resultados.
El ácido bórico es el más utilizado: es económico y eficaz. Cabe recordar que el ácido bórico no se disuelve bien en agua fría. Primero, disuelva la cantidad necesaria de polvo en un poco de agua caliente (50-60 °C) y remueva bien hasta su completa disolución. Lleve la solución concentrada resultante al volumen deseado con agua fría. La concentración estándar segura y eficaz para tomates es de 5 gramos de ácido bórico por cada 10 litros de agua (solución al 0,05 %). ¡No exceda esta dosis!
Rocíe temprano por la mañana o al atardecer, en clima seco y sin viento. Humedezca bien toda la planta con la solución, prestando especial atención al envés de las hojas, los racimos florales y las sumidades jóvenes. Aquí es donde la absorción es máxima. Evite rociar con luz solar directa, ya que las gotas de agua pueden actuar como lentes y causar quemaduras. El intervalo entre tratamientos es de 10 a 14 días.
La fertilización radicular (¡con precaución!) se utiliza principalmente como medida preventiva durante el trasplante de plántulas adultas o al inicio de la temporada de crecimiento, si el análisis de suelo muestra una deficiencia grave de boro. Ante signos evidentes de deficiencia, es preferible el método foliar. Para la fertilización radicular, se suelen utilizar fertilizantes complejos con boro (por ejemplo, «Mag-Bor» (sulfato de magnesio y boro), «Borofoska» (fertilizantes especiales para tomates con microelementos).
¡Siga estrictamente las instrucciones de cada fertilizante! El exceso de boro es muy tóxico para las raíces. Una solución regular de ácido bórico para regar bajo la raíz, en la misma concentración que para las hojas, también se usa raramente y con mucho cuidado, solo en tierra bien humedecida para evitar quemar las raíces.
«Menos es más»: esto se refiere al boro para los tomates. ¡Es tóxico en exceso! Los síntomas de intoxicación son el amarilleo y la muerte de los bordes de las hojas viejas, así como la opresión general de la planta. Nunca exceda la dosis recomendada de ácido bórico (5 g/10 l de agua). Es mejor usar una concentración ligeramente menor que mayor. ¡Asegúrese de disolver el polvo en agua caliente! Los cristales no disueltos que entren en contacto con la hoja pueden causar quemaduras graves. Si pulveriza flores y ovarios, no dirija el chorro directamente a las flores, sino que cree una fina suspensión.
El ácido bórico puede mezclarse con la mayoría de los insecticidas y fungicidas (excepto los que contienen álcali, como el caldo bordelés), así como con otros microelementos. Compruebe siempre la compatibilidad.
