El frijol se ha convertido en el canario de la mina de carbón de la agricultura mexicana.


El frijol representa el 81% de la producción de frijol seco en México y es el segundo cultivo anual más grande por área plantada. Al mismo tiempo, esta cultura señala claramente el peligro inminente del calentamiento global.


En un artículo publicado por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias de México (INIFAP), en el que los autores, Dr. José Luis Anaya López y Dr. Jorge A. Acosta Gallegos, hablan sobre el papel del cultivo señal nacional, el frijol, a la hora de advertir sobre los riesgos del calentamiento global

…En lo más profundo de las minas de carbón del siglo XIX, los mineros tenían un guardián inesperado: un canario. Estos pequeños pájaros, más sensibles que los humanos a gases tóxicos como el grisú, un gas inflamable y mortalmente inodoro que se encuentra en el carbón, sirvieron como sistema de alerta temprana. Si el canario dejaba de piar o perdía el conocimiento, los mineros evacuaban inmediatamente. De esta práctica surgió la expresión “canario en la mina”, que se utiliza hoy en día para describir cualquier indicador temprano de peligro.

En el México moderno, los frijoles parecen haber asumido el papel de “canario en la mina de carbón”. Esta legumbre, un alimento básico de la dieta tradicional del país, alerta ahora sobre el impacto del cambio climático en la agricultura, ya que la sensibilidad del frijol al calor lo convierte en un valioso indicador del problema del calentamiento global.

Los frijoles prosperan en temperaturas entre 10 y 21°C, pero cuando las temperaturas nocturnas exceden los 26 o 27°C durante la floración, las consecuencias son graves. El polen se vuelve estéril y las flores dejan de desarrollarse, lo que provoca una fuerte disminución del rendimiento. Las recientes olas de calor en México han puesto de relieve esta vulnerabilidad de los frijoles, advirtiendo sobre riesgos para la seguridad alimentaria. 

Para comprender mejor cómo el cambio climático está afectando la producción de frijol, necesitamos estudiar los patrones de cultivo en México. La producción de frijol tiene un marcado carácter estacional. Casi el 70% se cultiva en el ciclo primavera-verano de junio a octubre, dependiendo en gran medida de las precipitaciones. En 2022, este ciclo representó el 83% de la producción total. La zona centro-norte del país, que incluye Zacatecas, Durango, Chihuahua, San Luis Potosí y Guanajuato, ha sido históricamente ideal para la producción de frijol, produciendo el 60% del total del país. Sin embargo, en los últimos cinco años, la producción en la región ha disminuido un 5%, una tendencia que pone de relieve los cambios que enfrenta la agricultura.

El ciclo otoño-invierno complementa la producción de frijol de México, casi tres cuartas partes de la cual se cultiva bajo riego. En este ciclo Sinaloa se destaca como principal productor, aportando la mitad de la producción nacional gracias a sus sistemas de riego. Le sigue Nayarit con el 22% de la producción, aunque dos tercios de esta depende de las lluvias. Esta diferencia en los métodos de cultivo se refleja claramente en el rendimiento: si en temporal se obtienen de 500 a 800 c/ha, entonces con riego, como en Sinaloa, el rendimiento se duplica o triplica, llegando a 1600-1800 c/ha.

Guanajuato ofrece otra perspectiva. Aquí, el clima único permite un ciclo de siembra adicional de enero a mayo. Fue durante este ciclo que se observaron pérdidas importantes en 2024 debido a la vulnerabilidad del frijol al calor extremo. La primera mitad de 2024 ha sido desafiante, ya que mayo registró la temperatura promedio más alta en la historia de México: 27°C. Si estas temperaturas elevadas coinciden con el ciclo de crecimiento principal, los efectos pueden ser devastadores, incluso si hay agua disponible. Estos datos alertan sobre la vulnerabilidad del frijol ante cambios en las condiciones climáticas y su coincidencia con las etapas de desarrollo del frijol.

El canario del frijol comenzó a mostrar signos de estrés severo en 2022. La producción del ciclo primavera-verano cayó un 32,5% respecto al año anterior, debido principalmente a las escasas y desiguales precipitaciones. En 2023, el estrés por sequía volvió a ser grave; Las compras de frijol este año ascendieron a la histórica cifra de 313.000 toneladas, equivalente a un gasto de aproximadamente 369.000 millones de dólares. Se trata de un aumento del 231,5% en comparación con 2022.

Además de los indicadores macroeconómicos, el impacto se extiende al ámbito social y económico: se estima que 570 mil productores en todo el país cultivan frijol, y su producción genera más de 382 mil empleos permanentes. Estas cifras resaltan la urgencia de abordar la situación no sólo desde una perspectiva agrícola, sino también desde una perspectiva de seguridad económica nacional.

Frente a estos desafíos, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) de México, como principal desarrollador de variedades de frijol en el país, tiene un papel decisivo que desempeñar. Recientemente se evaluaron 300 variedades y líneas experimentales de frijol en el campo experimental del Bajío. Pocos materiales mostraron tolerancia. Estos hallazgos resaltan la urgencia de intensificar los esfuerzos de investigación, ya que la magnitud del problema apenas comienza a darse cuenta.

Así como los mineros han aprendido a mejorar sus prácticas y equipos de seguridad en respuesta a las advertencias de sus canarios, el sector del frijol de México debe encontrar formas de combatir el cambio climático. La obtención de nuevas variedades que puedan soportar el estrés hídrico y las altas temperaturas, así como la introducción de sistemas de riego más eficientes, son estrategias fundamentales para asegurar el futuro de este cultivo tan importante para los mexicanos. Es necesaria una estrecha cooperación entre los institutos de investigación, los agricultores y las autoridades. Invertir en investigación agrícola y adaptar los sistemas agrícolas al cambio climático no es sólo un imperativo científico, sino también una prioridad nacional de seguridad alimentaria. El frijol, el canario de México en la mina de carbón, ha emitido una advertencia: ahora es el turno de la agrociencia de escuchar y actuar.

Fuente: INIFAP Autores: Dr. José Luis Anaya López, Dr. Jorge A. Acosta Gallegos. Foto de cabecera: INIFAP.