La chicharrita de la papa (Empoasca fabae) es un insecto diminuto, apenas la mitad del tamaño de un grano de arroz, con un color verde brillante que le ayuda a camuflarse entre las hojas de las plantas. A pesar de su apariencia discreta, esta pequeña plaga causa muchos dolores de cabeza, alimentándose vorazmente y transmitiendo fitoplasmas de stolbur.
Una plaga migratoria, la chicharrita de la papa, se está beneficiando del calentamiento global, advierten los entomólogos. En sus áreas de distribución en la mitad oriental de Estados Unidos, por ejemplo, la chicharrita de la papa llega un promedio de 10 días antes que a principios de la década de 1950, y sus infestaciones son más graves en los años más cálidos. Estos efectos son consistentes con un aumento general en el número de años con temperaturas superiores al promedio durante el mismo período.
Los saltahojas de la papa atacan a una amplia variedad de plantas, no solo a la papa que les da nombre. Se alimentan de alfalfa y lúpulo, y en total, dañan a más de 200 especies de plantas en su extensa área de distribución, que se está expandiendo con el cambio climático. Por lo tanto, los agricultores de papa deben estar preparados para afrontar los problemas de los saltahojas de la papa.
La estrategia de alimentación del insecto es bastante sencilla: al perforar las hojas y los tallos de las plantas con sus piezas bucales, los saltahojas se alimentan de la savia y otros fluidos que contienen. Su saliva también contiene una toxina que puede resecar, curvar y pudrir el tejido vegetal, lo que provoca un síndrome característico conocido como «quemadura por saltahojas».
Además, las cicadélidas de las hojas de la patata son portadoras del fitoplasma stolbur, y este tándem ya está causando daños a los productores de patatas, incluso en Estados Unidos y Europa.
La enfermedad de la papa es causada por el fitoplasma Candidatus, de tipo bacteriano, Phytoplasma solani , que se transmite por las chicharritas.
El fitoplasma Stolbur requiere plantas reservorio (por ejemplo, cuscuta, tomate, berenjena, beleño, datura, correhuela) que actúen como fuente de inóculo para su posterior diseminación por las cicadélidas de la patata, ya que el stolbur no parece transmitirse por semillas botánicas de ninguna de sus plantas hospedantes.
La probabilidad de propagación del stolbur a través de las papas fresa es extremadamente baja, ya que fitoplasmas como el stolbur son organismos similares a los micoplasmas, estrechamente relacionados con las bacterias, pero carecen de pared celular y no pueden crecer fuera de un organismo vivo. Las plantas de papa infectadas sufren una reducción en la producción y producen tubérculos necróticos o podridos.
El agrónomo e investigador británico independiente Martin Cox, en relación con la creciente amenaza de las cicadélidas de la patata, probó un método de protección no químico: cultivó patatas bajo una malla, y los tubérculos de las patatas protegidas estaban casi completamente libres de lesiones necróticas marrones de estolbur, presentes en los cultivos descubiertos. Según el investigador, el experimento demuestra las consecuencias de la alimentación de enjambres de cicadélidas y, al mismo tiempo, ofrece algunas ideas para la ecoprotección del cultivo.
