En labranza cero, los inóculos de fósforo son especialmente útiles, señala el experto.
Cristiane Paiva, investigadora de la organización científica brasileña Embrapa Maíz y Sorgo, especializada en microbiología del suelo y bioproductos, explicó al portal agrícola brasileño AgriBrasilis por qué los inóculos de fósforo atraen cada vez más atención.
El investigador se apresuró a señalar que, al usar inóculos, es fundamental tener conocimientos técnicos sobre su manejo. “Los inóculos son productos biológicos basados en microorganismos vivos y requieren cuidados diferentes a los de los productos químicos. Se debe prestar atención a la temperatura, la exposición a la luz solar y las condiciones de almacenamiento. También es importante conocer la forma correcta de inocular las semillas, utilizando la dosis correcta. Otro problema es la compatibilidad con los productos químicos. A menudo, un agricultor compra semillas tratadas con pesticidas y luego desea aplicar un inóculo directamente. En este caso, la eficacia del producto biológico puede verse reducida. Lo ideal es aplicar primero el tratamiento químico, dejar secar las semillas y solo entonces aplicar el inóculo. En el campo, se recomienda utilizar recipientes separados para aplicar productos químicos y biológicos, y pulverizar evitando cambios de pH y temperatura. Por lo tanto, el éxito depende de buenas prácticas de manejo y del uso de productos legales y registrados”.
AgriBrasilis. ¿Cómo promueven los inoculantes la liberación de fósforo del suelo?
Christian Paiva: Los microorganismos solubilizadores de fosfato actúan en la rizosfera, cerca de las raíces de las plantas. Por ejemplo, en el producto desarrollado por Embrapa, dos bacterias actúan mediante mecanismos diferentes para promover la absorción de fósforo.
En los suelos tropicales brasileños, el fósforo es difícil de absorber debido a la presencia de minerales, arcillas y óxidos que lo retienen. En suelos muy arcillosos y meteorizados, como es común en Brasil, la eficiencia puede ser tan baja como el 10%, lo que significa que el 90% del fósforo aplicado no está disponible. En general, la absorción promedio en los suelos brasileños es inferior al 20%. Sin embargo, a nivel mundial, se estima que casi el 80% del fósforo aplicado en fertilizantes se retiene en el suelo. Como resultado, los agricultores invierten grandes cantidades en fertilizantes fosfatados, pero gran parte del elemento se acumula en el suelo sin ser utilizado.
Las bacterias producen ácidos orgánicos y enzimas que rompen los enlaces del fósforo con el suelo, liberando el fósforo presente en minerales y el fósforo orgánico presente en materia orgánica, residuos vegetales y paja (en labranza cero). De esta manera, el fosfato se vuelve soluble y disponible para las plantas. Cabe destacar que, en Brasil, el retorno de la inversión en inóculos de fósforo es alto. Estos inóculos permiten obtener un promedio de 5 a 6 sacos de soja por hectárea y hasta 11 a 13 sacos de maíz con una inversión de menos de media bolsa por saco de grano. Por lo tanto, se trata de una tecnología altamente rentable que también permite un uso más eficiente de los fertilizantes e, incluso, en algunos casos, reducir sus dosis. Sin embargo, es importante entender que el inóculo no puede reemplazar al fertilizante fosfatado. A diferencia de la soja, donde el inóculo reemplaza al nitrógeno, dado que este elemento está disponible en el aire, el fósforo debe reponerse constantemente. Los microorganismos pueden mejorar la eficiencia del uso de nutrientes en el suelo, pero su eficiencia está limitada a un máximo del 20%.
Hay otro matiz importante. En las zonas de siembra directa, se acumulan grandes cantidades de fósforo orgánico en la paja y los residuos vegetales. Este elemento, inaccesible en la naturaleza, puede ser liberado por enzimas producidas por microorganismos. Además, la siembra directa favorece el desarrollo de la microbiota: mayor contenido de materia orgánica que sirve de alimento a los microorganismos, mayor humedad y protección de la paja frente a los cambios bruscos de temperatura. Estas condiciones contribuyen a una mayor actividad biológica del suelo, creando un entorno ideal para la acción eficaz de los inóculos.
Fuente: AgriBrasilis.
