El origen de la lluvia revela un factor oculto en la vulnerabilidad agrícola


Un estudio del University of California San Diego muestra que no solo importa cuánta lluvia cae, sino de dónde proviene, en la gestión del riesgo de sequía para los cultivos.


Redacción Mundo Agropecuario

El origen de la lluvia y su papel en la seguridad agrícola

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en San Diego, publicado en Nature Sustainability, ha revelado que la procedencia de la lluvia —ya sea del océano o de fuentes terrestres recicladas— tiene un impacto decisivo en la vulnerabilidad hídrica de los cultivos.

Según los autores, los sistemas agrícolas más dependientes de la llamada “lluvia reciclada terrestre” (producida por la evaporación del suelo, la vegetación y los cuerpos de agua continentales) son también los más propensos a experimentar sequías severas y pérdida de rendimiento. Esta nueva perspectiva invita a reconsiderar cómo la cobertura vegetal, la gestión del suelo y las prácticas agrícolas influyen en el propio ciclo del agua.

Un nuevo enfoque: rastrear el origen del agua que alimenta la lluvia

Los científicos analizaron casi dos décadas de datos satelitales para rastrear la humedad atmosférica y determinar su punto de partida. Así descubrieron que en las regiones donde más de un tercio de la lluvia proviene de fuentes terrestres, la agricultura se vuelve más frágil ante la variabilidad climática.

El problema radica en un fenómeno de retroalimentación: cuando el suelo pierde humedad y la vegetación disminuye, se evapora menos agua y cae menos lluvia. A su vez, esa falta de lluvia acentúa la sequía, creando un círculo vicioso que compromete tanto los cultivos como las reservas hídricas subterráneas.

Regiones más vulnerables del planeta

Los investigadores identificaron dos zonas especialmente expuestas: el Medio Oeste de Estados Unidos y África Oriental. En el primer caso, la intensa producción agrícola y la dependencia de lluvias locales podrían estar amplificando los efectos de las sequías. En el segundo, la deforestación y el avance de la frontera agrícola amenazan con interrumpir los procesos naturales que generan parte de las precipitaciones.

La investigación sugiere que las estrategias de mitigación no deben limitarse al manejo del riego o al almacenamiento de agua, sino también a preservar los ecosistemas que participan activamente en el ciclo hidrológico regional. Los bosques, en este sentido, actúan como verdaderas “fábricas de lluvia” que mantienen la humedad y regulan el clima local.

Lecciones para América Latina

El estudio tiene implicaciones directas para América Latina, una región donde gran parte de la agricultura depende de la lluvia estacional. En áreas como el Cerrado brasileño, la Pampa argentina o los Andes tropicales, el equilibrio entre vegetación natural y superficie cultivada es crucial para mantener los patrones de precipitación.

La deforestación, el sobrepastoreo y el uso intensivo del suelo reducen la capacidad del paisaje para reciclar la humedad, aumentando el riesgo de sequías prolongadas. Por ello, la gestión sostenible del suelo —mantener la cobertura vegetal, evitar la erosión y mejorar la infiltración de agua— puede ayudar no solo a conservar la fertilidad, sino también a mantener la propia lluvia.

Los expertos destacan que incorporar el “origen de la lluvia” en los modelos agrícolas y climáticos permitiría diseñar políticas más efectivas de adaptación y resiliencia, especialmente en países con una fuerte dependencia del agua pluvial.

Desafíos y próximos pasos

Aplicar este enfoque requiere mejorar la infraestructura de monitoreo climático y la cooperación entre sectores agrícolas, forestales y de conservación. Los países en desarrollo enfrentan el desafío adicional de integrar tecnologías de observación satelital y modelado atmosférico en sus sistemas de planificación agrícola.

También se necesita una mayor conciencia sobre cómo las prácticas locales —deforestación, drenaje de humedales, expansión urbana— pueden alterar los flujos de humedad y reducir las lluvias en regiones enteras.

Los autores del estudio insisten en que proteger los ecosistemas naturales no solo es una cuestión ambiental, sino una inversión directa en la seguridad alimentaria global.

La investigación de la Universidad de California San Diego aporta una idea clave: no basta con medir la cantidad de lluvia; hay que entender de dónde viene. La agricultura moderna, especialmente en regiones dependientes de la lluvia, debe reconocer la conexión entre los paisajes que generan humedad y los cultivos que de ellos dependen.

Preservar esa conexión puede marcar la diferencia entre una producción sostenible y una crisis hídrica recurrente. Para América Latina, comprender el “origen de la lluvia” no es solo una cuestión científica: es una estrategia para asegurar el futuro del agro.

Referencias
– Jiang, Y. & Burney, J. “Crop water origins and hydroclimate vulnerability of global croplands”, Nature Sustainability (2025).
– University of California San Diego. “New Study Reveals Source of Rain is Major Factor Behind Drought Risks for Farmers”, 3 noviembre 2025.
– Stanford Report. “Rainfall tipping point threatens crops”, 3 noviembre 2025.
– Bioengineer.org. “Rainfall Threshold Identified as Key Predictor of Crop Drought Risk”, 5 noviembre 2025.



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