El amoníaco es una herramienta valiosa en el arsenal de un jardinero consciente del medio ambiente. Si se usa correctamente, respetando las concentraciones y las precauciones de seguridad, permite combatir de forma eficaz y económica diversas plagas comunes, a la vez que proporciona a las plantas nitrógeno fácilmente disponible.
El amoníaco (solución acuosa de amoníaco, NH₄OH) no es solo un producto de farmacia. Para jardineros y horticultores, puede ser un repelente económico y relativamente ecológico contra diversas plagas. Su olor penetrante y sus propiedades cáusticas pueden repeler insectos y algunos animales que los residentes de verano detestan, como los topos.
El fuerte olor del amoníaco repele las plagas, las confunde y les impide encontrar las plantas. Su efecto irritante al contacto puede dañar las delicadas cubiertas de pequeños insectos (pulgones, mosquitos) y moluscos y babosas dañinos. El amoníaco también tiene un efecto secundario, ¡pero importante! El amoníaco es una fuente de nitrógeno que las plantas absorben fácilmente. El tratamiento también funciona como fertilizante foliar para plantas con clorosis.
Las principales plagas contra las que el amoniaco es eficaz son:
Los pulgones son los clientes más frecuentes. Su penetrante olor los obliga a abandonar las plantas rápidamente.
Hormigas. Se alimentan de pulgones en las plantas y suelen formar hormigueros en los parterres. El amoníaco altera sus vías químicas y las ahuyenta.
Mosca de la cebolla y la zanahoria: tratar los parterres repele a las moscas adultas, impidiendo que pongan huevos.
El gorgojo suele abandonar las fresas si las rocías con una solución de amoniaco.
Grillo topo y topo: verter una solución concentrada en los conductos puede obligarlos a abandonar el área.
Mosquitos esciáridos que se reproducen en condiciones cálidas y húmedas. Regar las raíces con una solución débil destruye las larvas en el suelo.
A veces se utiliza una solución de amoníaco para proteger las cerezas y las fresas de los pájaros. Su olor penetrante hace que las plantas y sus frutos resulten poco atractivos.
La concentración es clave para usar amoníaco en plantas contra plagas. Una solución demasiado fuerte quemará hojas y raíces; una demasiado débil, no funcionará.
Concentración estándar para pulverización contra pulgones, hormigas, moscas: 1-2 cucharadas (15-30 ml) de amoniaco al 10% por cada 10 litros de agua.
Para regar el suelo contra grillos topo, gusanos de alambre y larvas de mosquitos: 2-3 cucharadas (30-45 ml) por cada 10 litros de agua.
Para tratar hormigueros o pasos de topos u osos se necesita una solución más concentrada: 40-50 ml por 1 litro de agua.
Para el control de aves: 1 cucharadita por litro de agua. Rocíe solo sobre hojas y tallos.
Asegúrese de añadir un adhesivo para que la solución permanezca en las hojas durante más tiempo y no se escurra: 40-50 g de jabón de lavar (rallar y disolver en un poco de agua tibia) o 2-3 cucharadas de jabón líquido/detergente lavavajillas. El jabón crea una película, mejora la adherencia y bloquea parcialmente las vías respiratorias de los insectos pequeños.
Al pulverizar, trate bien las hojas, especialmente el envés, donde los pulgones suelen esconderse. Intente llegar a las plagas. El mejor momento es por la mañana o por la noche en climas tranquilos y secos. No pulverice en climas cálidos y soleados, ya que podría quemar las hojas.
Al regar, vierta la solución uniformemente sobre el suelo alrededor de las plantas o en lugares donde se acumulan plagas (pasajes de osos, hormigueros, después de excavarlos ligeramente primero).
Para un efecto duradero, suelen ser necesarios de 2 a 3 tratamientos con un intervalo de 7 a 10 días. Tras la lluvia, se debe repetir la pulverización.
Trabaje con guantes de goma, gafas protectoras y un respirador (o al menos una mascarilla). Los vapores de amoníaco irritan las mucosas de los ojos, la nariz y las vías respiratorias. Evite el contacto de la solución concentrada con la piel, ya que puede causar quemaduras. ¡No inhale la solución concentrada!
Nunca mezcle amoníaco con productos que contengan cloro (lejía, «Belizna»). Esto libera cloramina, un gas tóxico. No lo mezcle con yodo en el mismo recipiente. Mantenga el envase bien cerrado, fuera del alcance de niños y animales.
Es importante entender que el amoníaco es un repelente, pero no un asesino absoluto. No tiene un efecto insecticida prolongado, como los medicamentos especializados, y no es una panacea para todos los males. Es eficaz contra las plagas mencionadas, pero no es eficaz contra el escarabajo de la patata, las orugas del gusano blanco de la col y el gusano cortador, y los ácaros; en este caso, se requieren otros métodos.
Dado que la solución de amoníaco es una fuente de nitrógeno, evite usarla a partir de agosto en cultivos perennes, árboles y arbustos para no estimular el crecimiento de los brotes y perjudicar su resistencia al invierno. Úsela con moderación y de forma intencionada.
