El mercado mundial está dominado por los fertilizantes sintéticos industriales, que suelen ser demasiado caros para los agricultores de los países en desarrollo. Pero donde unos ven dificultades, otros ven oportunidades.
En Malawi, Sudáfrica, Goodfellow Phiri, un empresario de 64 años, dirige un negocio de recolección de orina humana para convertirla en fertilizante. De esta manera, apoya a los agricultores locales y allana el camino para la agricultura orgánica, escribe el portal DW.
El uso de la orina humana como fertilizante no es nuevo, ya que es rico en fósforo, nitrógeno, potasio y otros micronutrientes que las plantas necesitan. Este fertilizante también está disponible para los agricultores de Malawi. A modo de comparación, Phiri vende un bote de veinte litros por $8, mientras que una bolsa de cincuenta kilogramos de fertilizante agroquímico cuesta alrededor de $30.
Además, hace diez años, Phiri abrió un punto de recolección de orina de dos orinas en un bullicioso mercado. Hoy, por la oportunidad de usar un baño pagado, los visitantes del mercado pagan 60 centavos por un urinario. Se recogen veinte litros de orina al día. “Puede parecer poca cantidad, pero si lo diluyes diez veces con agua -para la concentración adecuada- obtienes 200 litros”, dijo el empresario a DW.
Además, todos pueden donar orina por autoentrega a la empresa y luego pagarles.
El empresario defiende la orina en tanques sellados para eliminar el olor, luego la vierte en botes y la vende. Los compradores están felices. Entonces, el agricultor James Isaac, un cliente habitual, calificó el fertilizante orgánico de Fili como «único». “En mi campo de maíz orgánico, solo he usado este alimento líquido durante los últimos años. Yo introduzco en los hoyos, así como la agroquímica, mientras el rendimiento es mayor y las plantas se desarrollan mejor”, dijo el agricultor.
La idea del empresario de Malawi comenzó como una pequeña empresa familiar llamada «Pee for Wealth», y ahora la empresa se ha expandido significativamente y recibe algunos fondos de una asociación de investigación y desarrollo para participar en la investigación.
(Fuente: DW. Foto: Natalia Shapovalova).