La agricultura sin labranza reduce la toxicidad de los productos fitosanitarios aplicados en más de dos tercios, según un nuevo estudio realizado por un grupo de expertos alemanes en agricultura y conservación de la naturaleza.
La agricultura sin labranza proporciona muchos beneficios agronómicos, como una menor erosión del suelo, una mejor infiltración de agua y una menor lixiviación de nutrientes. Sin embargo, a menudo se le critica por estar vinculado a un mayor uso de herbicidas, en particular el glifosato.
En Alemania, la Sociedad para una Agricultura Sostenible (GKB) se ha asociado con la Universidad de Ciencias Aplicadas Weihenstephan-Triesdorf (HSWT) y NABU, una de las organizaciones medioambientales más grandes de Alemania, para realizar su propio estudio, escriben los periodistas Carola Meeder y Klaus Strotmann del portal agrícola alemán Agrarheute.
El estudio comparó 17 granjas sin labranza con granjas convencionales.
De particular interés fue el hecho de que los pesticidas utilizados en la labranza cero tuvieron una toxicidad 70% menor, medida mediante el Indicador de Carga de Pesticidas (PLI). El PLI también tiene en cuenta los efectos de las sustancias activas sobre la salud humana, su ecotoxicidad y su impacto sobre el medio ambiente.
El PLI fue un 71% menor para la colza de invierno, un 68% menor para el trigo de invierno, un 45% menor para la cebada de invierno y un 26% menor para el maíz. Esto se debe a la reducción del uso de herbicidas de suelo y a la reducción de la densidad de malezas mediante un manejo racional del suelo.
También existen ventajas en el uso del nitrógeno: en las fincas que utilizan siembra directa, la aplicación de nitrógeno se redujo en un promedio de 15-20%, y en el trigo de invierno, en un 23%.
Gracias a una mejor disponibilidad de nutrientes en el suelo, el rendimiento de los cultivos se mantiene estable o incluso aumenta ligeramente: las investigaciones muestran que el rendimiento es, de media, un 5% mayor.
Además, se registró un ahorro de combustible del 70 por ciento, ya que ya no fueron necesarios pasos complejos de cultivo del suelo.
Las pruebas de suelo mostraron una mayor actividad microbiana, mayor biodiversidad y mayores poblaciones de lombrices en parcelas sin labranza.
Además, el equilibrio ecológico se mantiene estable: los organismos beneficiosos están protegidos, lo que significa que se requieren menos insecticidas. Sin embargo, también hay desventajas: para resolver problemas con caracoles y ratones, es necesario apisonar, rastrillar o aplicar específicamente gránulos para caracoles.
Muchos defensores de la siembra directa recurren a diversos métodos de enmienda del suelo, que incorporan compost procesado y extractos de micronutrientes y fertilizantes a base de savia.
El estudio muestra que la siembra directa puede ser una alternativa sostenible para mantener la fertilidad del suelo y ahorrar recursos. Aunque el glifosato sigue siendo parte de la estrategia, su uso sigue siendo moderado y, por lo tanto, tolerado.
Fuente: www.agrarheute.com. Autores: Carola Meeder, Klaus Strotmann.
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