Durante mucho tiempo, el bienestar animal en la ganadería fue considerado un tema principalmente ético, impulsado por consumidores preocupados y organismos internacionales.
Redacción Mundo Agropecuario
Sin embargo, en las últimas dos décadas se ha consolidado un consenso entre investigadores y productores: garantizar condiciones adecuadas de bienestar no solo responde a una demanda social, sino que también se traduce en beneficios económicos concretos para los sistemas de producción bovina.
El bienestar animal, definido por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) como el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere, abarca múltiples dimensiones: alimentación adecuada, ausencia de dolor o enfermedad, libertad de movimiento y comportamiento natural, además de un manejo respetuoso en cada etapa del ciclo productivo.
Estrés y productividad: una relación directa
La investigación científica ha demostrado que el estrés crónico en bovinos de carne genera un conjunto de efectos fisiológicos adversos. El aumento de cortisol en sangre deprime el sistema inmune, reduce la eficiencia alimenticia y afecta la ganancia de peso. Por el contrario, cuando los animales son manejados bajo condiciones de bajo estrés —evitando golpes, gritos y movimientos bruscos durante el arreo o transporte— se observa una mejora en los indicadores productivos.
Un caso frecuente es el impacto del manejo prefaena. Bovinos sometidos a largas horas de transporte sin agua, o a esperas en corrales sobrepoblados, llegan al sacrificio con altos niveles de glucógeno consumido. Esto aumenta la incidencia de cortes oscuros (Dark Cutting Beef), una condición que reduce el valor comercial de la carne y genera pérdidas económicas significativas para frigoríficos y exportadores.
La carne como reflejo del bienestar
La calidad de la carne está estrechamente ligada a las condiciones de bienestar durante la vida y el sacrificio del animal. Un ganado bien alimentado, con espacio suficiente para moverse y libre de enfermedades, produce canales con mejor marmoleo, pH óptimo y textura más suave.
En mercados internacionales exigentes, como la Unión Europea o Japón, la trazabilidad del bienestar animal se ha convertido en un requisito para acceder a nichos de mayor valor. Certificaciones como “Animal Welfare Approved” o protocolos de bienestar reconocidos por la OIE se están integrando en la cadena de valor. Para países exportadores de carne bovina como Brasil, Uruguay o Argentina, estas prácticas ya no son opcionales, sino parte de la competitividad.
Bienestar animal y sostenibilidad
El bienestar también se relaciona con la sostenibilidad ambiental. Animales que sufren enfermedades respiratorias o cojeras requieren más antibióticos y prolongan su estancia en el sistema productivo, aumentando el consumo de recursos. En contraste, bovinos sanos y manejados de manera adecuada convierten el alimento con mayor eficiencia, reducen el desperdicio y disminuyen la huella ambiental por kilo de carne producido.
En este sentido, la incorporación de prácticas de bienestar animal es coherente con las metas de sostenibilidad que demandan los mercados y organismos internacionales.
Experiencias en América Latina
En Uruguay, país con una fuerte orientación exportadora, los frigoríficos han adoptado protocolos de bienestar animal como parte de sus programas de trazabilidad. La capacitación de los operarios en técnicas de arreo sin violencia y el rediseño de instalaciones inspirado en los modelos de Temple Grandin han reducido significativamente las pérdidas por lesiones y carnes DFD.
En Colombia, proyectos pilotos apoyados por asociaciones ganaderas han demostrado que implementar corrales de manejo curvo, sombra adecuada y programas de salud preventiva aumenta las ganancias de peso y reduce la mortalidad en sistemas de ceba.
En Brasil, la presión de los mercados europeos ha llevado a cadenas de supermercados a exigir certificaciones de bienestar animal a sus proveedores de carne. Esto está generando una transición hacia sistemas más tecnificados, donde el manejo respetuoso y la supervisión veterinaria son condiciones mínimas para participar en cadenas de exportación.
Inversión con retorno
La principal barrera para la adopción de prácticas de bienestar animal suele ser la percepción de que implican costos adicionales. Sin embargo, los estudios demuestran lo contrario: el rediseño de instalaciones, la capacitación en manejo de bajo estrés y los programas de sanidad preventiva representan inversiones con un alto retorno.
Un ganado que gana peso más rápido, que presenta menos lesiones y que produce canales de mejor calidad genera mayores ingresos netos para el productor y la industria. En otras palabras, el bienestar animal no es un lujo ético, sino una estrategia de eficiencia económica.
El futuro de la carne bovina
En el contexto actual, donde los consumidores demandan transparencia y sostenibilidad, el bienestar animal se ha convertido en un valor de marca. Los países que logren posicionar su carne como producto de calidad y respeto hacia los animales tendrán una ventaja competitiva frente a aquellos que no lo hagan.
Más allá de la ética, el bienestar animal se consolida como un factor productivo central. La carne del futuro no solo deberá ser nutritiva y sabrosa, sino también reflejo de sistemas de producción responsables. Para la ganadería de América Latina, la incorporación plena del bienestar animal no es solo una obligación moral, sino también una oportunidad económica que no puede desaprovecharse.
📚 Referencias
- Grandin, T. (2014). Animal welfare and society concerns finding the missing link. Meat Science, 98(3), 461–469.
- Ferguson, D. M., & Warner, R. D. (2008). Have we underestimated the impact of pre-slaughter stress on meat quality in ruminants? Meat Science, 80(1), 12–19.
- Von Keyserlingk, M. A. G., & Weary, D. M. (2017). A 100-year review: Animal welfare in the Journal of Dairy Science—the first 100 years. Journal of Dairy Science, 100(12), 10432–10444.
- Hemsworth, P. H., & Coleman, G. J. (2011). Human-livestock interactions: The stockperson and the productivity of intensively farmed animals. CABI.
- Rushen, J., de Passillé, A. M., von Keyserlingk, M. A. G., & Weary, D. M. (2008). The welfare of cattle. Springer.
