Los hongos micorrízicos deberían sumarse a la biblioteca de soluciones para combatir el cambio climático


Los hongos micorrícicos forman relaciones simbióticas con más del 80% de las especies vegetales, creando vastas redes subterráneas que transportan nutrientes y agua. Estas redes fúngicas pueden representar hasta un tercio de la masa viva del suelo, formando una red única que permite a las plantas intercambiar recursos y comunicar amenazas ambientales a ecosistemas enteros. Se estima que las plantas transfieren alrededor de 13 000 millones de toneladas de dióxido de carbono a estos hongos subterráneos cada año, lo que equivale aproximadamente a un tercio de las emisiones mundiales de combustibles fósiles. Gran parte de este carbono queda atrapado en el suelo, lo que hace que las redes fúngicas sean cruciales para la estabilidad climática.


Un nuevo estudio publicado en la revista Nature contiene mapas que reflejan cuatro años de trabajo de la Sociedad para la Protección de Redes Subterráneas (SPUN) para identificar lugares del planeta donde los hongos micorrízicos son más diversos.

Los resultados muestran que menos del 10% de los puntos críticos de biodiversidad de hongos micorrízicos se encuentran dentro de áreas protegidas existentes, lo que deja a vastos ecosistemas subterráneos vulnerables a la destrucción por la agricultura intensiva. 

Ya hemos cartografiado montañas, bosques y océanos. Pero estos hongos han permanecido prácticamente desconocidos, a pesar de su asombrosa capacidad para sustentar la vida terrestre. Reciclan nutrientes, almacenan carbono, mantienen la salud de las plantas y moldean el suelo. Cuando alteramos a estos ingenieros cruciales del ecosistema, los bosques se ralentizan, los cultivos fracasan y la biodiversidad superficial comienza a colapsar», afirma Toby Kearse, director ejecutivo de SPUN y coautor del artículo.

La nueva herramienta Atlas Subterráneo de SPUN permite a los usuarios explorar patrones de diversidad fúngica en cualquier lugar de la Tierra con una resolución de 1 kilómetro, revelando puntos críticos de biodiversidad que los enfoques de conservación tradicionales pasan por alto.

Para crear los nuevos mapas de biodiversidad, los investigadores utilizaron algoritmos de aprendizaje automático entrenados en más de 2.800 millones de secuencias de ADN de hongos de casi 25.000 muestras de suelo en 130 países.

Los principales lugares donde prosperan las micorrizas son las estribaciones de las montañas Simien en Etiopía y la sabana del Cerrado en Brasil, donde los científicos estiman que existen más de 45 especies de micorrizas arbusculares por cada 100 metros cuadrados. Las micorrizas más raras del planeta se concentran en los bosques tropicales de África Occidental y los bosques templados de Tasmania.

“Estos mapas son más que simples herramientas científicas. Pueden ayudar a definir el futuro de la conservación. La seguridad alimentaria, el ciclo del agua y la resiliencia al cambio climático dependen de la preservación de estos ecosistemas subterráneos”, afirmó Michael Van Nuland, autor principal del estudio y analista principal de datos de SPUN. 

El estudio identificó dos tipos principales de hongos micorrízicos con patrones globales distintos. Los hongos micorrízicos arbusculares mostraron la mayor diversidad cerca del ecuador, siguiendo los gradientes de biodiversidad observados en plantas y animales. Los hongos ectomicorrízicos mostraron el patrón opuesto, con la mayor diversidad en latitudes septentrionales y las regiones meridionales de Sudamérica y Australia.

La mayoría de las áreas protegidas se centran en la biodiversidad superficial, ignorando las redes subterráneas que sustentan los ecosistemas.

“Las prácticas de restauración han sido peligrosamente incompletas porque, históricamente, el enfoque se ha centrado en la vida superficial. Estos mapas de alta resolución proporcionan a los gestores de la restauración puntos de referencia cuantitativos sobre cómo pueden y deben ser las diversas comunidades micorrízicas”, afirmó Alex Wegmann, científico principal de The Nature Conservancy y miembro del Consorcio de Mapeo SPUN, quien figura como coautor del estudio. 

El estudio encontró diferencias regionales en los niveles de protección. Los sitios micorrízicos protegidos en Asia presentan el nivel más bajo del mundo, con solo el 2,2 % de los sitios micorrízicos arbusculares y el 11,3 % de los sitios ectomicorrízicos protegidos actualmente. Europa presenta el nivel más alto de protección para los sitios micorrízicos arbusculares, con un 19,6 %.

El cambio climático también amenaza las zonas de alta actividad fúngica. Por ejemplo, la costa de Ghana posee una diversidad fúngica excepcional, pero la erosión costera, a un ritmo de aproximadamente 2 m al año, amenaza con destruir estas comunidades en las próximas décadas. Amenazas similares amenazan las zonas de alta actividad fúngica en todo el mundo, debido principalmente al aumento de la actividad humana.

“Los hongos micorrícicos deberían ser reconocidos como una prioridad en la ‘biblioteca de soluciones’ para abordar algunos de los mayores desafíos mundiales: la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la disminución de la productividad alimentaria. Proporcionan importantes servicios ecosistémicos que benefician directamente a las personas”, afirmó Rebecca Shaw, científica jefe de WWF, quien no participó en el estudio. 

SPUN anuncia la expansión de su red global de recopilación de datos y el desarrollo de herramientas para legisladores y gestores territoriales. El Atlas Subterráneo marca el inicio de un esfuerzo para presentar la diversidad fúngica oculta de la Tierra a los responsables de la toma de decisiones.

“Hemos ignorado los hongos micorrícicos durante demasiado tiempo. Estos mapas nos ayudan a superar nuestra ceguera fúngica y pueden ayudarnos a afrontar los desafíos urgentes de nuestro tiempo”, concluyó Merlin Sheldrake, coautor del estudio y director del programa de impacto de SPUN. 

Fuente: Mongabay Por Liz Kimbrough, redactora senior de Mongabay, doctora en ecología y biología evolutiva.

En la imagen se muestra un mapa del Atlas Subterráneo de SPUN que muestra los patrones previstos de biodiversidad micorrízica arbuscular en ecosistemas subterráneos. Los colores brillantes indican mayor riqueza y endemismo. Imagen cortesía de SPUN.



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