La ciencia convierte los restos de cosechas en nutrientes que devuelven vida al suelo.
Redacción Mundo Agropecuario
En cada cosecha, toneladas de tallos, hojas, cáscaras y raíces terminan apiladas o quemadas. Para muchos agricultores, esos residuos son un problema; para la ciencia, son una oportunidad fértil. La nueva generación de biofertilizantes elaborados a partir de desechos agrícolas está transformando la manera en que se concibe la nutrición del suelo y el manejo de residuos en las fincas.
En lugar de verlos como basura, investigadores y productores comienzan a tratarlos como materia prima para una bioeconomía circular. A partir de subproductos del arroz, la caña, el maíz o el café, se desarrollan procesos biotecnológicos que permiten obtener compost, biochar, extractos líquidos y consorcios microbianos capaces de mejorar la fertilidad y la estructura del suelo, al tiempo que reducen la dependencia de fertilizantes sintéticos.
Un ejemplo destacado proviene de Brasil, donde un equipo de la Universidad Federal de Viçosa logró producir biofertilizantes líquidos a partir de bagazo de caña y residuos de maíz mediante fermentación controlada. Los resultados mostraron incrementos significativos en la disponibilidad de nitrógeno y fósforo, además de estimular la microbiota benéfica del suelo. En México y Colombia, proyectos similares aprovechan cáscaras de café y residuos de frutales para generar compost enriquecido con bacterias fijadoras de nitrógeno, obteniendo suelos más sueltos y con mejor retención de agua.
Más allá de la eficiencia agrícola, el impacto ambiental es notable. Al transformar residuos en biofertilizantes, se evita la quema de restos de cosecha, práctica que libera grandes cantidades de CO₂ y partículas contaminantes. También se reduce la presión sobre vertederos y se limita el uso de fertilizantes químicos de alta huella de carbono. En contextos rurales donde el costo de los insumos se ha disparado, producir abono propio representa una alternativa económica y ecológica.
Los biofertilizantes derivados de residuos tienen otro beneficio: devuelven al suelo parte de la materia orgánica que los cultivos extraen. En términos simples, cierran el ciclo natural. Y cuando se combinan con microorganismos específicos —como Bacillus subtilis, Azospirillum brasilense o Trichoderma harzianum— pueden activar procesos biológicos que fortalecen las raíces y estimulan la defensa natural de las plantas.
El desafío ahora es escalar la producción sin perder calidad. No todos los residuos son iguales ni todos los procesos de fermentación producen resultados consistentes. Se requiere control de temperatura, humedad y microbiota, además de estudios para garantizar la inocuidad del producto final. Instituciones de investigación agropecuaria trabajan en protocolos estandarizados que permitan certificar estos biofertilizantes y promover su comercialización responsable.
Al final, el mensaje es claro: lo que antes se consideraba desecho, hoy puede ser un recurso estratégico. En una agricultura que busca ser más circular, eficiente y sostenible, los biofertilizantes son una puerta hacia el futuro. Lo que se devuelve al suelo regresa multiplicado, en fertilidad, productividad y equilibrio ambiental.
📚 Referencias
FAO (2024). Circular Bioeconomy and Agricultural Waste Valorization.
Embrapa (2025). Producción de biofertilizantes líquidos a partir de residuos agrícolas.
CIAT – Centro Internacional de Agricultura Tropical (2024). Uso de residuos orgánicos en la mejora de suelos tropicales.
