Recuperar la tierra y los ingresos rurales mediante prácticas que devuelven vida al suelo.
Redacción Mundo Agropecuario
En el panorama agrícola contemporáneo, marcado por el agotamiento de los suelos y la dependencia de insumos externos, la agricultura regenerativa ha dejado de ser un concepto idealista para convertirse en una práctica concreta y rentable. A diferencia de la agricultura convencional, centrada en la extracción de recursos, la regenerativa busca devolverle al suelo más de lo que se le quita, restableciendo su fertilidad, biodiversidad y capacidad de retener agua. Lo interesante es que algunas de las experiencias más transformadoras no provienen de grandes corporaciones, sino de pequeñas fincas rurales que están demostrando que es posible producir y restaurar al mismo tiempo.
En regiones como el altiplano andino, el nordeste brasileño o los valles interandinos de Colombia y Ecuador, pequeños productores están recuperando tierras degradadas mediante rotaciones con leguminosas, compostaje, uso de coberturas vegetales, manejo racional del pastoreo y sistemas agroforestales. Estas estrategias, aunque sencillas, generan un círculo virtuoso: mejoran la estructura del suelo, reducen la erosión, aumentan la infiltración de agua y promueven la vida microbiana.
Uno de los casos más notables proviene del sur de Chile, donde cooperativas familiares incorporaron técnicas regenerativas tras años de monocultivo de cereales. Al introducir rotaciones con avena, trébol y cultivos de cobertura, junto con un uso moderado de estiércol compostado, lograron duplicar la materia orgánica del suelo en menos de cinco años. Los análisis mostraron un incremento sustancial en lombrices y microorganismos, y los productores reportaron menores costos en fertilizantes y pesticidas.
En el Caribe colombiano, otra iniciativa liderada por mujeres rurales combina huertos orgánicos con reforestación y aprovechamiento de residuos agrícolas. Allí, los cultivos mixtos de yuca, plátano y leguminosas se integran con árboles nativos que proveen sombra y materia orgánica. Además de mejorar los rendimientos, estos sistemas diversificados ofrecen seguridad alimentaria y autonomía económica a las familias campesinas.
Las fincas ganaderas también se han sumado al enfoque regenerativo. En zonas semiáridas del norte argentino, se experimenta con pastoreo rotativo de alta densidad, donde los animales permanecen poco tiempo en cada parcela, imitando el movimiento de las manadas naturales. El resultado es un suelo menos compactado, cubierto de pastos y rico en materia orgánica. En algunos casos, los ganaderos informan que, tras tres temporadas, el paisaje seco comenzó a reverdecer, con recuperación espontánea de especies nativas.
El denominador común en estas experiencias es la observación directa de la naturaleza. Los agricultores regenerativos no aplican recetas cerradas; adaptan las prácticas a su contexto, clima y tipo de suelo. Más que tecnología costosa, la regeneración exige conocimiento, paciencia y conexión con el ecosistema. En palabras de muchos de ellos, “se trata de escuchar la tierra y darle tiempo para sanar”.
El interés por este modelo crece también por su contribución al balance de carbono. Al aumentar la materia orgánica del suelo, se captura CO₂ de la atmósfera y se mitigan los efectos del cambio climático. Algunos proyectos latinoamericanos ya están participando en programas de créditos de carbono rurales, lo que abre nuevas oportunidades económicas para pequeños productores.
Las universidades y centros de investigación acompañan este movimiento con estudios sobre secuestro de carbono, biodiversidad del suelo y productividad sostenible. En paralelo, las políticas públicas empiezan a reconocer el valor de las prácticas regenerativas. Costa Rica, México y Chile cuentan con incentivos para fincas que adoptan sistemas agroecológicos o agroforestales, integrando regeneración con desarrollo rural.
La agricultura regenerativa demuestra que el cambio no solo es posible, sino viable a escala pequeña. Cada finca que restaura su suelo, retiene agua y diversifica cultivos se convierte en un nodo de resiliencia frente a la crisis climática y económica. La regeneración empieza desde abajo, literalmente: en el suelo, en las manos de quienes lo trabajan y en la decisión de reconciliar producción con naturaleza.
📚 Referencias
FAO (2024). Regenerative Agriculture in Smallholder Systems: Practices and Impacts.
Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza – CATIE (2023). Agroforestería y manejo regenerativo en América Latina.
Petersen, P. & Silva, J. (2024). Evidencias de restauración de suelos degradados en fincas familiares. Revista Agroecología y Desarrollo.
