En un giro acelerado hacia la digitalización del agro, los drones están dejando de ser una curiosidad tecnológica para convertirse en piezas clave de la producción agrícola global.
Redacción Mundo Agropecuario
Según un reciente análisis internacional, el uso de drones agrícolas está expandiéndose a nivel mundial y reporta beneficios concretos para los productores en términos de tiempo, costos y eficiencia operativa.
Una tecnología que se despliega en el cielo del campo
La adopción de drones en el sector agropecuario ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. En los Estados Unidos, las unidades registradas ante la Federal Aviation Administration (FAA) ascendieron de aproximadamente 1.000 en enero de 2024 a unas 5.500 a mitad de 2025, lo que sugiere un ritmo de penetración muy rápido. Este crecimiento es aún más pronunciado en Asia y el sudeste asiático, donde millones de pequeños agricultores (menos de 2 hectáreas) están reemplazando las mochilas manuales de aspersión por drones equipados para fumigar, fertilizar o monitorear cultivos.
Quizás lo más interesante es que estos aparatos no solo elevan un peso o trasladan un tanque: lo que está cambiando es la lógica de trabajo en el campo. Con una capacidad para recorrer entre 4 y 10 hectáreas por hora en el caso de algunos modelos en China, los drones están sustituyendo el esfuerzo de entre 30 y 100 trabajadores manuales en ciertas tareas.
Ventajas claras para el productor
Para el agricultor, los beneficios van más allá del “nuevo juguete tecnológico”. Algunos de los efectos más relevantes son:
- Reducción de mano de obra y exposición al riesgo: En países donde la pulverización manual implicaba riesgo de salud por exposición a agroquímicos, el uso de drones reduce notablemente este tipo de trabajo pesado y peligroso.
- Mayor eficiencia en aplicación de insumos: Drones bien configurados permiten aplicar fertilizantes, semillas o agroquímicos con mayor precisión, optimizando la dosis, reduciendo desperdicio y potencialmente mejorando los rendimientos por hectárea.
- Facilitación para jóvenes en el agro: Al eliminar de modo parcial el trabajo más pesado, se vuelve más atractivo el ingreso al campo por parte de las generaciones jóvenes. Al mismo tiempo, surge demanda de nuevos perfiles técnicos (pilotos de drones, analistas de datos para aeronaves agrícolas).
Consideraciones y desafíos que el agro no debe ignorar
A pesar del entusiasmo, la adopción generalizada de drones agrícolas con éxito implica varios matices que los productores y la industria deben tener en cuenta:
- Demostración de impacto en rendimientos: Aunque las ventajas operativas están claras, la evidencia sobre mejoras en rendimiento agronómico aún es preliminar o anecdótica en muchos casos. El análisis citado lo advierte al señalar que “gran parte de la evidencia hasta ahora … es anecdótica o basada en estudios muy pequeños”.
- Desplazamiento laboral y transformación de roles: Si bien los drones reducen algunas labores manuales, también abren la necesidad de otros perfiles —lo cual es positivo— pero exige políticas y formación para que los trabajadores actuales puedan adaptarse.
- Regulación, seguridad y medio ambiente: El uso de drones para aspersión o fertilización aérea puede generar deriva de químicos a parcelas vecinas, cursos de agua o zonas no previstas. También el marco regulatorio (altitud, peso, zona de vuelo) depende del país o región.
- Costo inicial, retorno y mantenimiento tecnológico: No basta con comprar el dron; se necesita entrenamiento, mantenimiento, integración con otras herramientas como sensores o plataformas de datos, y un plan de retorno que justifique la inversión.
- Adaptación a escenarios locales: Las condiciones de cultivo, escala, disponibilidad de infraestructura y tamaño del predio varían mucho. Lo que funciona en un campo intensivo de gran escala puede no ser directamente aplicable a predios más pequeños o de sistemas de cultivo diferente.
Estrategia para incorporar drones en el sistema productivo
Para que el uso de drones agrícolas pase de “experimento” a “práctica rentable”, conviene que el productor o el técnico agrario considere estos elementos:
- Definir el objetivo claro: ¿Es para monitoreo de cultivos, aspersión de agroquímicos, siembra directa, gestión de fertilizantes? Una vez definido, elegir el equipo adecuado (capacidad de carga, sensores, autonomía).
- Integrar datos con decisiones agronómicas: Los drones generan imágenes, datos multiespectrales, mapas de variabilidad. Es crucial que exista un sistema para interpretar esos datos y traducirlos en acciones concretas (ajuste de riego, dosis variable, detección temprana de plagas).
- Escalar por fases: Iniciar con una parcela piloto permite evaluar retorno, ajustar protocolos y luego extender al resto de la finca.
- Formar al personal o contratar servicio especializado: Más que el dron, importa quién lo maneja, cuándo vuela, cómo se integra con todo lo demás.
- Medir resultados y ajustar: Establecer indicadores (ahorro de insumos, tiempo de labor, rendimiento, salud del cultivo) para justificar la inversión y hacer mejoras continuas.
- Mantener la tecnología actualizada y calibrada: Las plataformas tienden a actualizar sensores, algoritmos, integración con inteligencia artificial. Mantenerse al día ayuda a retener la ventaja competitiva.
El panorama para Latinoamérica y el pequeño productor
Aunque gran parte de los datos provienen de Asia, EE.UU. y China, el potencial para América Latina es significativo. Muchos cultivos de hoja de alta tecnología, campos de frutas, hortalizas o incluso granos pueden beneficiarse del aporte de los drones. Sin embargo, en pequeñas explotaciones de menos de 5-10 ha, el modelo debe ajustarse: quizás a través de cooperativas que compartan equipo, o servicios regionales que alquilen drones en lugar de que cada productor invierta. Esto permite que la tecnología también llegue a escalas medianas y pequeñas sin forzar una inversión imposible.
Para esos contextos, los drones aportan una ventaja práctica: pueden elevar la precisión de las aplicaciones (fertilizantes, agroquímicos), reducir pérdidas y mejorar la competitividad frente a grandes productores que ya dominan escala. Además, en sistemas de agricultura protegida o de invernadero (que están creciendo en la región) los drones pueden tener un uso muy rentable.
La revolución de los drones agrícolas ya es visible y está transformando algunas parcelas de producción. Para los productores latinoamericanos la pregunta clave no es si adoptarlos, sino cómo integrarlos. No se trata de tecnología por la tecnología, sino de usarla para que el agro sea más rentable, más eficiente y más sostenible. Con menor labor manual, mejores datos de insumos y más control del cultivo, los drones pueden convertirse en aliados en este nuevo paradigma agrícola. Pero el camino pasa por planificación, adaptación local, formación y medición de resultados. En definitiva: el cielo sobre la finca cambia, y el dron ya no es un adorno sino un instrumento estratégico del siglo XXI.
Referencias
https://phys.org/news/2025-10-agricultural-drones-globally-farmers-money.html
