Una temporada crítica marcada por aves migratorias y brotes persistentes
Redacción Mundo Agropecuario
El resurgimiento de la gripe aviar altamente patógena vuelve a tensar al sector avícola estadounidense. En Dundee Township, el productor Cliff McConville observa a los gansos migratorios descender sobre los campos donde pastan sus pavos y gallinas, una escena que para quienes trabajan con aves representa un riesgo constante. Las aves acuáticas migratorias son reconocidas como uno de los principales vectores de transmisión de esta enfermedad, capaz de propagarse con rapidez y causar pérdidas millonarias.
En los últimos tres años, la circulación del virus ha mostrado una persistencia inusual. A pesar de los esfuerzos de control, en esta nueva temporada ya se contabilizan más de un millón de pavos afectados, un dato que inquieta especialmente a criadores, veterinarios y autoridades sanitarias. La situación refleja una combinación de factores biológicos, ambientales y productivos que exigen vigilancia reforzada y estrategias renovadas.
El papel de las aves migratorias en la propagación del virus
Las aves silvestres, especialmente los gansos y patos que atraviesan grandes distancias durante sus rutas migratorias, son portadoras naturales del virus de la gripe aviar. Los brotes suelen intensificarse cuando estas poblaciones pasan por zonas agrícolas donde se concentran explotaciones avícolas. La presencia de estas especies incrementa la exposición ambiental y favorece el contagio indirecto a través de agua, suelo, heces o superficies contaminadas.
Los productores, como McConville, han observado con preocupación un mayor contacto entre aves domésticas y migratorias debido a cambios en los patrones climáticos y en la disponibilidad de hábitats para las especies silvestres. Esta convergencia amplifica el riesgo epidemiológico y complica las medidas de bioseguridad tradicionales.
Un virus que no da tregua: comportamiento y riesgos económicos
El virus causante de estos brotes pertenece a los subtipos considerados altamente patógenos, capaces de provocar mortalidades elevadas y propagación veloz. Cuando un lote de aves resulta positivo, las autoridades ordenan el sacrificio sanitario para evitar la expansión del patógeno. Este protocolo, aunque efectivo, implica importantes pérdidas económicas, especialmente para granjas familiares o medianas.
La cifra actual de más de un millón de pavos sacrificados en esta temporada demuestra la magnitud del desafío. En años previos, el sector avícola estadounidense llegó a enfrentar pérdidas multimillonarias por impacto directo en la producción, interrupción del suministro y restricciones comerciales impuestas por países importadores ante la detección de brotes.
Bioseguridad: la única barrera real frente al virus
Ante un patógeno de alta circulación y difícil control ambiental, la bioseguridad sigue siendo la herramienta más efectiva. Esto incluye:
– Control estricto del acceso a las granjas.
– Limpieza profunda de vehículos, botas y equipamiento.
– Aislamiento de aves enfermas o sospechosas.
– Uso de mallas, techos o estructuras que reduzcan el contacto con fauna silvestre.
– Manejo adecuado de cadáveres y desechos orgánicos.
Muchos productores han reforzado sus prácticas, pero la persistencia del virus indica que se requieren mejoras continuas, formación técnica y apoyo institucional para evitar puntos débiles que comprometan todo el sistema. En un virus tan transmisible, la falla más pequeña puede desencadenar un contagio masivo.
Cambios climáticos y patrones migratorios: un escenario más complejo
Los expertos advierten que el cambio climático está alterando los ciclos migratorios y prolongando la presencia de aves silvestres en zonas donde antes solo se detenían por periodos cortos. Esto significa mayor exposición para las granjas que utilizan sistemas al aire libre, como las producciones certificadas o las de pastoreo, que han ganado relevancia en mercados con consumidores más exigentes.
La combinación de inviernos más suaves, variabilidad meteorológica y cambios en humedales ha creado un entorno ideal para la persistencia viral. Para los productores, adaptarse a este nuevo escenario es un reto estratégico que define la sostenibilidad futura del sector.
¿Qué viene ahora para la industria avícola?
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha intensificado la vigilancia y ha recomendado a los productores mantener protocolos de bioseguridad reforzada durante toda la temporada migratoria. También se trabaja en sistemas de alerta temprana, estudios epidemiológicos y análisis de posibles variantes del virus.
No obstante, la comunidad científica advierte que la gripe aviar podría seguir un patrón endémico en algunas regiones, por lo que será necesario desarrollar modelos de producción más resilientes, mejoras en infraestructura y mayor inversión en innovación sanitaria, desde sistemas de monitoreo automatizado hasta nuevas aproximaciones en vacunas experimentales.
Para miles de productores como McConville, la temporada apenas comienza, y el objetivo es mantener a salvo sus aves en un contexto donde la naturaleza y la biología viral marcan el ritmo.
Referencias
Phys.org – Bird flu cases rise again as migratory birds spread virus across US: https://phys.org/news/2025-11-bird-flu-cases-million-turkeys.html
