Pedro Raúl Solórzano Peraza
Bajo el término micronutrientes se agrupan ocho elementos nutritivos esenciales para las plantas, a los cuales se les da esa denominación debido a que son requeridos en cantidades muy pequeñas en comparación con los macronutrientes. Pero recordemos que la deficiencia de cualquier macro o micronutriente limitará los rendimientos esperados de un cultivo o puede llegar a causar la muerte de las plantas.
Los micronutrientes son zinc (Zn), cobre (Cu), hierro (Fe), manganeso (Mn), níquel (Ni), boro (B), molibdeno (Mo) y cloro (Cl). Los cinco primeros de ellos se comportan en el suelo como cationes y así son absorbidos por las plantas, mientras que los restantes se comportan como lo aniones borato, molibdato y cloruro. De ellos, del cloro se sabe que es un nutriente esencial pero se conoce poco sobre su comportamiento, además, es un elemento relativamente abundante en casi todos los suelos por lo que una deficiencia en su suministro para las plantas es poco probable.
El aprovechamiento de los micronutrientes por parte de las plantas es afectado por el pH del suelo, contenido de materia orgánica, humedad edáfica, espacio poroso del suelo, actividad biológica, etc. En el caso de que ocurra deficiencia de algún micronutriente, su corrección debe ser muy cuidadosa, ya que se puede pasar fácilmente de la condición de deficiencia a problemas de toxicidad.
-Hierro: la solubilidad de los compuestos de hierro del suelo es alta a pH ácido y va disminuyendo a medida que aumenta el pH, pudiendo ocurrir deficiencia en condiciones de alcalinidad del suelo especialmente a pH mayor que 7,0.
El hierro en las plantas es un elemento activador de sistemas enzimáticos incluyendo catalasa, peroxidasa, citocromo y posiblemente citocromo oxidasa. Es poco móvil dentro del vegetal por lo que los síntomas de deficiencia se aprecian primeramente en los tejidos más jóvenes. Los síntomas visuales más resaltantes de una deficiencia de Fe son reducción del crecimiento y una clorosis intervenal que comienza en las hojas jóvenes y en casos severos las hojas se tornan de color blanquecino.
La principal fuente mineral para el suministro de hierro es el sulfato ferroso heptahidratado (FeSO4.7H2O).
-Cobre: el cobre en las plantas es constituyente de algunas enzimas importantes y juega papel en la fotosíntesis y en la formación de clorofila. Los síntomas visuales de deficiencia son muy variables en las diferentes especies vegetales, aunque en forma general se manifiesta con hojas jóvenes amarillentas y achaparradas y los márgenes de las hojas se necrosan como en la deficiencia de potasio.
El compuesto de cobre más corriente es el sulfato de cobre pentahidratado (CuSO4.5H2O), el cual ha sido utilizado ampliamente como fungicida y germicida en general, ya que el ión cúprico (Cu++) es tóxico a las formas inferiores de vida incluyendo las algas.
-Manganeso: los suelos minerales ácidos generalmente contienen cantidades adecuadas de Mn divalente, pudiendo ser excesivo y con peligro de toxicidad cuando el pH del suelo es inferior a 5,5. El encalado hasta pH 6,0 puede eliminar los riesgos de toxicidad, pero a valores superiores puede ocurrir deficiencia por la formación de óxidos de manganeso de baja solubilidad.
El Mn es bastante inmóvil en las plantas por lo que sus primeros síntomas de deficiencia aparecen en las hojas jóvenes y en los puntos de crecimiento. Los síntomas más relevantes son una clorosis intervenal en hojas jóvenes, y en deficiencias extremas las áreas cloróticas se tornan grises y necróticas, y las hojas afectadas mueren.
-Zinc: en las plantas, el Zn es poco móvil y de transporte limitado a los tejidos nuevos, por lo que su deficiencia comienza con una clorosis intervenal de las hojas jóvenes, reducción en el crecimiento de los tallos por falta de alargamiento de los entrenudos, y el síntoma conocido como “roseta”. En maíz y sorgo, la deficiencia de Zn se presenta con bandas amarillas en las hojas y color blanquecino hacia las puntas, pueden aparecer puntos blancos en las hojas y una porción del margen de las hojas muere.
En el suelo es muy poco móvil, por lo que las aplicaciones superficiales de este nutriente frecuentemente no corrigen el problema de deficiencia. Cuando el zinc se aplica al suelo debe ser incorporado suficientemente para que se distribuya en las zonas de mayor actividad de las raíces de las plantas. Por esta razón, con el zinc se ha popularizado mucho el tratamiento de semillas lo cual contrarresta la poca movilidad de este nutriente en el suelo.
-Boro: el B es bastante inmóvil dentro de las plantas, por lo que la mayoría de los síntomas de su deficiencia se refieren a desórdenes en los puntos de crecimiento, los cuales pueden llegar a morir.
El compuesto más comúnmente utilizado como fuente de este nutriente es el borax, que es tetraborato de sodio (Na2B4O7.10H2O) que contiene alrededor de 11% de B. El manejo de la fertilización con boro debe hacerse con mucha cautela, ya que el rango entre deficiencia y toxicidad es muy pequeño por lo que se recomienda aplicarlo en aspersiones foliares.
-Molibdeno: el Mo es uno de los nutrientes requerido en menores cantidades por las plantas. Se considera que el pH del suelo es el factor de mayor influencia en el aprovechamiento del Mo por las plantas. El aprovechamiento del molibdeno aumenta a medida que el pH del suelo se acerca a la neutralidad o llega a condición moderada de alcalinidad. En suelos ácidos, el Mo se combina con hierro formando sales insolubles, y ésta puede ser la razón principal de la baja solubilidad del Mo en estos suelos. El encalado, en dosis suficientes para llevar el pH del suelo a valores alrededor de 6,0 a 6,5 puede causar que ocurra liberación de Mo para suplir los requerimientos de los cultivos, siempre y cuando el nutriente esté presente en el suelo en cantidades adecuadas.
En las plantas, el molibdeno está estrechamente asociado al proceso de fijación de nitrógeno atmosférico por las bacterias del género Bradyrhizobium que establecen simbiosis con las leguminosas, y además está envuelto en la reducción de nitratos dentro de las plantas.
Los síntomas de deficiencia de Mo son muy variados, en las primeras etapas es caracterizado por clorosis, seguido por enroscamiento marginal de las hojas, marchitez y finalmente necrosis de los tejidos. Los síntomas usualmente aparecen primero en las hojas más viejas, alcanzando luego los tejidos jóvenes hasta la muerte de los puntos de crecimiento.
La corrección de deficiencias de Mo normalmente se realiza con la aplicación de molibdatos de sodio o de amonio, que son productos de alta solubilidad [(NH4)6Mo7O24.4H2O)]. Una opción para corregir deficiencias de Mo es el tratamiento de semillas en dosis de 50 a 100 g de Mo/ha. Las aspersiones foliares con Mo también han demostrado ser efectivas.
El níquel (Ni), ese nuevo nutriente esencial: el níquel cumple con los criterios de esencialidad indirectos y con el criterio directo de esencialidad, al formar parte de la ureasa que es una metaloenzima ubicua indispensable para que ocurra la hidrólisis de la urea. Además, está involucrado en la fijación simbiótica de nitrógeno, al incrementar la actividad de la hidrogenasa en los bacteroides aislados de los nódulos que se forman en las raíces de especies leguminosas. Los requerimientos de Ni por las plantas son bajos, similares a los de Mo.
La Asociación Americana de Oficiales de Control de Fertilizantes y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América, en el año 2003, colocaron al níquel en la lista de nutrientes esenciales para las plantas luego de haber comprobado el cumplimiento de los criterios de esencialidad.
Pedro Raúl Solórzano Peraza es colaborador destacado de Mundo Agropecuario
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