Presión por aumentar estatura de caballo criollo pone en riesgo su bienestar


El caballo criollo colombiano, reconocido mundialmente por su paso fino, suavidad y brío natural, enfrenta una preocupante tendencia: el uso excesivo de hormonas y vitaminas para acelerar su crecimiento. La presión por alcanzar los estándares de alzada exigidos para competencias y mercados (1,38 m) ha llevado a prácticas que comprometen su salud y, según expertos, vulneran principios constitucionales de protección animal.



Reconocido oficialmente en 2017 como raza autóctona colombiana por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el caballo criollo es el resultado de cerca de 500 años de selección y adaptación en el territorio nacional. Proviene de diversos linajes traídos de España, como el caballo árabe, el berberisco del norte de África y otras estirpes ibéricas que, al llegar al trópico colombiano, encontraron un ambiente propicio para su evolución.

“Aquí se les dio el molde”, afirma el profesor Jorge Cotrino González, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

Entre los atributos más valorados de esta raza están su suavidad de andar, probablemente la más destacada del mundo, su morfología compacta y equilibrada, y su temperamento noble. Su paso fino permite literalmente llevar una copa de agua o vino sin derramarla, lo que no es un capricho estético sino el reflejo de una estructura corporal armoniosa. Además, es el único en el mundo que no requiere espuelas gracias a su brío natural, lo que lo convierte en un ejemplar dócil y obediente si se le trata bien.

Sin embargo, el afán de algunos criadores por cumplir con las exigencias de alzada —1,38 m para machos y 1,36 m para hembras en las modalidades de trocha y paso fino, y 2 cm más para las de trocha y galope y trote y galope colombianos— ha llevado a prácticas cuestionables, entre ellas el uso indiscriminado de vitaminas liposolubles (A, D, E y K) e hidrosolubles (como la C y todas las del complejo B), así como la administración de hormonas para acelerar el crecimiento.

Una cuestión constitucional

Más allá del debate técnico, existe un componente legal de fondo. La intervención en animales con fines exclusivamente estéticos vulnera principios constitucionales, según los artículos 8, 79 y 95 de la Constitución Política de Colombia, que reconocen a los animales como seres sintientes. En ese sentido, la Corte Constitucional ha establecido que cualquier modificación externa en apariencia o conducta que no busque garantizar sus derechos vulnera ese mandato.

El profesor Cotrino advierte que prácticas como la administración excesiva de suplementos pueden terminar intoxicando a los animales, y que el uso de promotores de crecimiento puede causar alteraciones hormonales, trastornos óseos y musculares, e incluso un desarrollo corporal más bajo.

“Estamos cometiendo un poco de excesos en la nutrición y alimentación de los caballos. Se les inyectan hormonas y vitaminas con la esperanza de hacerlos crecer más rápido, pero eso no logra el objetivo”, subraya.

La altura a la cruz —o alzada— es el indicador estándar para estimar el crecimiento de un caballo. En el criollo colombiano, los potros nacen con unos 86 cm, lo que representa entre el 60 y 70 % de su alzada adulta. A los 12 meses alcanzan cerca del 91,7 %, y a los 24 meses el 95 % de su talla final.

“El crecimiento acelerado tiene un precio”, insiste el docente, quien explica que este tipo de prácticas incrementa el riesgo de enfermedades como la osteocondrosis, un trastorno degenerativo de las articulaciones, así como problemas de sobrepeso, debilidad ósea y muscular.

Proyecto de ley busca nueva raza

Actualmente el caballo criollo colombiano es reconocido como una sola raza con cuatro modalidades de andar: paso fino; trocha; trocha y galope; y trote y galope. No obstante, un proyecto de ley busca separar las tres modalidades de andar diagonal (trocha; trocha y galope; y trote y galope) en una segunda raza independiente, lo que dejaría al paso fino colombiano como la única modalidad de andar lateral dentro de la raza original.

Para el profesor Cotrino, el debate que hoy se da en el Congreso de la República sobre la creación de una segunda raza implicaría nuevas definiciones en cuanto a tipo ideal, base genética y morfológica. Sin embargo, aclara que “el proyecto de ley no está modificando la estética del caballo en sí, sino seleccionando una parte de la población por el andar diagonal, y como gremio creo que tendrían todo el derecho a hacerlo, porque allí no hay violación a los derechos de los caballos y mucho menos sería un proyecto inconstitucional”.

En el país existen alrededor de 2 millones de caballos criollos colombianos, aunque cifras oficiales como las del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) hablan de 1,6 millones, subestimadas por las limitaciones en los censos de vacunación. Esta magnitud refuerza la necesidad de establecer un patrón ideal de crecimiento, basado en criterios genéticos, morfológicos, nutricionales y de manejo profesional.



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