Gizelle Guadalupe Macías González, Universidad de Guadalajara
A principios de los años cuarenta del siglo pasado, algunas personas emprendedoras comenzaron a criar gallinas ponedoras en Los Altos de Jalisco: esa etapa se considera el germen de la pujante industria avícola que existe hoy en la región. En la actualidad, las empresas de esa zona proveen más de la mitad del huevo que se produce en México.
Entre los años 2015 y 2018, se analizaron diecinueve empresas familiares del sector avícola de Los Altos de Jalisco. Algunas de ellas fueron las precursoras de la actividad avícola en colectivo y el resto se incorporó posteriormente, siempre bajo la misma sinergia.
El objetivo del estudio era indagar qué acciones estratégicas se aplicaron inicialmente, y cuáles se han efectuado a través del tiempo, para que este grupo de empresas consolidase su posición en el sector avícola nacional e internacional.
Los hallazgos dan cuenta de que la gestión organizacional colectiva, principalmente bajo la figura de empresas familiares, ha sido la acción más valiosa y les ha permitido catalogarse como un clúster consolidado de negocios familiares avícolas y agropecuarios.
Los antecedentes
Entre 1940 y 1990 varias familias de la región de Los Altos de Jalisco –en el centro occidente de México– conformaron los núcleos organizadores de la producción y comercialización del huevo para plato.
Durante los primeros años, estas labores eran consideradas como tareas de traspatio, puesto que los hogares de la zona tenían gallinas ponedoras. Poco a poco se fueron implementando acciones para profesionalizar la actividad, como estructurar sus instalaciones y edificar las primeras plantas de alimentos en las granjas.
Además, ante las problemáticas a las que se enfrentaban, se entretejieron figuras de asociación como, por ejemplo, las sociedades cooperativas para la producción de alimentos y forrajes para sus aves, apoyándose unas a otras en el abastecimiento de materias primas.
Las familias y las empresas familiares
El análisis de las empresas familiares a través de genogramas (estructuras que muestran la integración de la genealogía familiar y su relación con la empresa) muestran la presencia de tres familias extensas –-de tres generaciones– dedicadas a la avicultura, quince empresas de familias nucleares (madre, padre e hijas e hijos) y empresas en las que participan familiares colaterales y parientes, y una coalición de cuatro familias empresarias sin ningún parentesco entre ellas.
Actualmente, cuatro de estas empresas están entre las diez principales productoras de huevo en Latinoamérica y las diecinueve, junto con otro par de compañías mexicana de fuera de Altos de Jalisco, proveen más de la mitad del huevo que se produce en México.
Estas empresas familiares han sufrido diversos cambios, conforme a tres tipos de organización:
- Evolutiva, hacia una estructura más compleja.
- Reciclada, al conservar la misma estructura.
- Involutiva, de vuelta a un diseño menos corporativo.
El surgimiento de lo colectivo
En 1962 se establece la primera respuesta a su necesidad de agrupación: la Asociación de Avicultores de Tepatitlán, un gremio que estructuraba lazos con las primeras empresas de la comunidad. Con una estructura empresarial más sólida, unos quince años más tarde, en 1976, se conformó Vitep, propuesta por un grupo de líderes de empresas familiares avícolas
El nacimiento de Vitep permitió a las empresas integrar toda la cadena de producción del huevo e implementar estrategias innovadoras en el negocio avícola. La agrupación ha pasado por diversas etapas: escindiéndose, disolviéndose y volviendo a reagruparse, y, a la vez, ha congregado diversas generaciones familiares, conviviendo empresas precursoras, intermedias y sucesoras. Bajo esta dinámica se han seguido conformando diversas sinergias empresariales.
Cultura organizacional
El acercamiento a la cultura organizacional e intergeneracional del sector avícola de los Altos de Jalisco ha permitido visualizar algunos puntos de interés:
- La gestión está basada en la alianza estratégica: las familias empresarias decidieron compartir recursos y capacidades para afrontar retos comunes y mantenerse en el mercado. Varias han aumentado su tamaño sustancialmente y han logrado diversos niveles de diversificación. Algunos de estos retos son: los elevados costos de producción, tasados en moneda extranjera y la vulnerabilidad de las aves a enfermedades como la enfermedad de Newcastle y la influenza aviar.
- La planeación estratégica colectiva les llevó a crear compañías a lo largo de la cadena de valor de la industria avícola: fabricantes de forrajes, alimentos premezclados, complementos alimenticios y empaques, y de maquinarias como incubadoras, procesadoras y deshidratadoras de huevo.
- La asociación entre empresas ha venido motivada por la conveniencia de alinearse en torno a objetivos comunes. Esta estrategia privilegia el fortalecimiento de todo el sector avícola de la región y ha sido ejemplo para la industria nacional. Incluso ha traspasado la esfera económica, impactado en las dinámicas sociales de las familias y conformado un estilo de vida compartido, por lo que entre ellas se denominan la familia avícola.
- Las empresas de la familia avícola tienen entre veinte y setenta años de existencia. Diecisiete de ellas han diseñado planes de crecimiento, diversificación y relevo generacional.
“La avicultura, a mi juicio, es la columna vertebral de los centavos que hay ahorita en Tepa”.
Salvador de Anda, “Don Salva”, cofundador del grupo Previtep, 2016.
Gizelle Guadalupe Macías González, Profesora investigadora de emprendimiento, empresas familiares y mujeres empresarias. Fomenta vocaciones científicas, Universidad de Guadalajara
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.