Los microorganismos que nos ayudan a reducir el impacto ambiental del cultivo de cereales


Los cereales están en gran parte de los alimentos que ingerimos a diario: en el pan del desayuno, en la pasta del almuerzo y en las galletas de la merienda.


Marta Fuentes Ramírez, Universidad de Navarra and David de Hita Mejía, Universidad de Navarra


Pero lo que pocos saben es que su calidad y sostenibilidad dependen de una batalla invisible que ocurre bajo tierra. En esta historia, los protagonistas son los microorganismos del suelo y los fertilizantes, cuyo equilibrio puede marcar la diferencia entre un cultivo abundante y un ecosistema en crisis.

Fertilizantes: ¿héroes o villanos?

Desde hace décadas, los fertilizantes han sido la clave para alimentar a una población en crecimiento. Gracias a ellos, los cereales han alcanzado rendimientos extraordinarios, garantizando el suministro de alimentos. Pero su uso excesivo ha traído consecuencias preocupantes: contaminación del agua, emisión de gases de efecto invernadero y pérdida de la fertilidad natural de los suelos.

Por eso, la ciencia busca nuevas estrategias que optimicen el uso de fertilizantes sin dañar el medio ambiente. Y ahí es donde entran en juego los microorganismos del suelo.

Los aliados invisibles de la agricultura

Bajo nuestros pies, en cada puñado de tierra, hay millones de microorganismos diferentes trabajando sin descanso.

Algunos, como las bacterias Rhizobium y Azospirillum, realizan actividades extremadamente difíciles e inusuales como capturar el nitrógeno presente en el aire y convertirlo en un nutriente mineral que las plantas pueden aprovechar para su crecimiento. Otros, como los hongos micorrícicos, crean redes subterráneas que ayudan a las raíces a absorber agua y minerales e incluso facilitan el movimiento de las bacterias en el suelo mejorando la relación de estas con las plantas.

Estos microbios no sólo mejoran la fertilidad del suelo, sino que también refuerzan la resistencia de los cereales frente a sequías y enfermedades. En pocas palabras, son una alternativa natural y poderosa a los fertilizantes de síntesis química.

Una combinación que marca la diferencia

En nuestro grupo de investigación, en el Instituto de Biodiversidad y Medioambiente BIOMA de la Universidad de Navarra, exploramos cómo combinar fertilizantes sostenibles de nueva generación con la acción beneficiosa que aportan los microorganismos. Esto nos permite obtener lo mejor de ambos mundos. Trabajamos en el desarrollo de biofertilizantes que, en lugar de contaminar, promueven el desarrollo de la actividad biológica del suelo.

Los ensayos que estamos llevando a cabo actualmente empleando microorganismos obtenidos del interior de las plantas (microorganismos endófitos) nos indican que estos compañeros microscópicos mejoran la absorción de nitrógeno y fósforo, aumentan la resistencia al estrés hídrico y mejoran la calidad nutricional en los cultivos de cereal.

Además, en la actualidad estamos investigando cómo aplicar este tipo de microorganismos junto con fertilizantes tradicionales para que de manera sinérgica se maximicen los beneficios para el agricultor y reduzcan el impacto sobre el medio ambiente.

Hacia una revolución agrícola

Una integración eficiente de los dos componentes, fertilizantes y microorganismos, podría transformar la manera en la que cultivamos los cereales. Algunos de los principales cambios incluyen:

  • Mayor eficiencia en la absorción de nutrientes, reduciendo la necesidad de fertilizantes químicos y, por ende, de los impactos ambientales asociados exclusivamente a su proceso de producción y transporte.
  • Mejor calidad del grano, con más minerales y compuestos beneficiosos para la salud, tanto en humanos como en animales de granja.
  • Menor contaminación derivada de la fertilización, al reducirse la lixiviación de nitratos y la emisión de gases de efecto invernadero.
  • Cultivos más resistentes, capaces de enfrentar el cambio climático y las enfermedades.

Una nueva forma de alimentar al mundo

El futuro de los cereales va a depender en gran medida de una agricultura más sostenible, donde los fertilizantes y los microorganismos trabajen en armonía. La ciencia ya está avanzando en esta dirección, pero aún queda mucho por hacer. Es crucial seguir investigando, pero también promover y concienciar del uso de estas novedosas soluciones entre los agricultores y los distintos actores sociales relacionados con el mercado de los fertilizantes (empresas, asociaciones, políticos…).

El suelo tiene su propio ejército de aliados microscópicos. Si aprendemos a trabajar con ellos, podríamos estar ante una revolución agrícola que beneficie tanto a los cultivos como al planeta. ¿Será esta la clave para alimentar al mundo sin comprometer el futuro? El tiempo (y la ciencia) lo dirán.

Marta Fuentes Ramírez, Investigadora en el Grupo de Química y Biología Agrícola del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente BIOMA, Universidad de Navarra and David de Hita Mejía, Investigador de desarrollo como microbiólogo, Universidad de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.