Producir alimentos preservando la biodiversidad


Producir alimentos preservando la biodiversidad significa armonizar la producción agrícola con la conservación de especies, ecosistemas y servicios ecológicos esenciales.


Redacción Mundo Agropecuario

Esto implica adoptar prácticas agrícolas y sistemas de manejo que mantengan o incrementen la variedad genética de cultivos, la diversidad de flora y fauna (incluyendo microorganismos, insectos polinizadores, aves), y los procesos ecológicos del suelo, mientras se asegura productividad y rentabilidad para los agricultores. A continuación describo lo que la investigación ha mostrado, ejemplos de buenas prácticas, desafíos y cómo implementarlo bien para que la biodiversidad no quede como un ideal, sino como parte cotidiana de la producción.

Qué dice la investigación y qué beneficios se obtienen

Investigaciones recientes indican que prácticas agrícolas menos intensivas —como agricultura de conservación, uso de cultivos de cobertura, reducción de pesticidas, rotaciones diversas y agroforestería— tienden a mejorar la biodiversidad por encima y debajo del suelo. Un estudio global que revisó 331 estudios encontró que en general estas prácticas alternativas son beneficiosas para muchos grupos taxonómicos cuando se comparan con prácticas intensivas. (por ejemplo, cubiertas, mínima labranza, fertilización orgánica)

Otro estudio de meta-análisis mostró que la diversificación a largo plazo (intercultivos, prácticas orgánicas, enmiendas orgánicas) puede aumentar la rentabilidad financiera, la calidad del suelo, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos después de décadas de implementación.

La FAO y otros organismos han señalado que la biodiversidad agrícola es esencial para seguridad alimentaria, resiliencia ante el cambio climático, nutrición adecuada, recuperación ante plagas, regulación hídrica y fertilidad del suelo.

Buenas prácticas para integrar biodiversidad al producir alimentos

  • Diversificar los cultivos: alternar cultivos, usar policultivos o intercalados para reducir riesgos de plagas, aumentar diversidad genética, mejorar estabilidad frente a variaciones climáticas.
  • Uso de cultivos de cobertura: aportan biomasa al suelo, reducen erosión, mejoran retención del agua y activan la microbiota del suelo.
  • Agricultura de conservación: mínima labranza, conservación de residuos de cultivos, coberturas vivas.
  • Reducir uso de agroquímicos y pesticidas, promover control biológico y uso de prácticas que favorecen insectos benéficos, polinizadores y fauna auxiliar.
  • Agroforestería e integración de árboles con cultivos o animales: crea refugios, sombra, diversidad estructural, mejora suelo, provee otros bienes (frutas, madera, forraje).
  • Mantener hábitats y corredores naturales dentro o alrededor de las fincas: setos, bordes florales, pastizales naturales, entre otros, que favorecen fauna y flora silvestre.
  • Mantener diversidad genética: usar variedades locales adaptadas, conservar semillas, promover mezcla varietal.

Desafíos y barreras

  • Costos iniciales más altos o inversión en nuevas prácticas, semillas, capacitación técnica.
  • Ajustes en manejo: rotaciones quizá más complejas, más monitoreo, adaptación al clima local, manejo del agua en condiciones variables.
  • Posibles disminuciones de rendimiento a corto plazo al cambiar del monocultivo intenso a sistemas más diversos, hasta que el suelo y la biodiversidad se recuperen.
  • Políticas públicas insuficientes o contradicciones en incentivos: muchos subsidios favorecen monocultivos o uso intensivo de insumos químicos.
  • Escalabilidad: llevar estas prácticas a gran escala sin perder eficiencia, asegurando que agricultores pequeños y grandes puedan adoptarlas.

Cómo implementarlo adecuadamente

  • Empezar por pilas de prácticas: elegir dos o tres mejoras al inicio, como una cobertura vegetal, diversidad de cultivos y reducción de pesticidas, adaptadas al contexto local.
  • Participación comunitaria y capacitación: involucrar a agricultores en el aprendizaje, compartir experiencias, hacer pruebas locales.
  • Monitoreo de indicadores de biodiversidad y suelo: salud del suelo, presencia de insectos benéficos, diversidad de plantas, rendimiento, etc.
  • Apoyos institucionales: subsidios verdes, incentivos económicos, políticas que reconozcan servicios ecosistémicos, pagos por conservación.
  • Adaptabilidad: ajustar las prácticas con los años según resultados, clima, suelo, plagas, y condiciones locales.

Producir alimentos preservando la biodiversidad no solo es compatible con la productividad, sino que puede fortalecerla a largo plazo. La clave está en transición cuidadosa, diversificación, incentivos adecuados y políticas que apoyen esas transiciones. Cuando la biodiversidad se integra al sistema agrícola, los suelos mejoran, los servicios ecosistémicos se restablecen, los riesgos climáticos se mitigan, y la producción se hace más sostenible y resiliente.

Referencias

F Cozim-Melges et al. (2024). Farming practices to enhance biodiversity across biomes. Nature Sustainability. Nature
Estelle Raveloaritiana, Thomas Cherico Wanger et al. (2024). Decades matter: Agricultural diversification increases financial profitability, biodiversity, and ecosystem services over time. arXiv preprint. arXiv
FAO. Biodiversity for Food and Agriculture. Food and Agriculture Organization of the United Nations. FAOHome
I Elouafi (2024). Why biodiversity matters in agriculture and food systems. Science. Science
RE Mwaipopo et al. (2024). The role of conservation agriculture in enhancing biodiversity and common bean productivity in Tanzania. ScienceDirect



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