Un equipo de investigación –integrado por especialistas del INTA, la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet– determinó que es posible reducir las emisiones de óxido nitroso sin afectar los rendimientos. Tras evaluar la respuesta del cultivo a campo se determinó que, para ese ambiente y bajo las prácticas de manejo de la fertilización nitrogenada utilizadas, se podría reducir hasta en un 30 % la dosis aplicada.
El nitrógeno es fundamental para la agricultura. Su uso es imprescindible para el crecimiento y el desarrollo de los cultivos. Se estima que, a escala global, se aplican cada año más de 100 millones de toneladas a los cultivos en forma de fertilizante para garantizar el abastecimiento de alimentos a una población mundial en constante expansión.
Sin embargo, parte de ese nitrógeno se pierde a la atmósfera en forma de óxido nitroso, el más potente de los gases de efecto invernadero. En este sentido, investigadores del INTA, la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet analizan los efectos de las dosis y las formulaciones de fertilizantes nitrogenados sobre el rendimiento, la eficiencia de uso del elemento y las emisiones de óxido nitroso, en el cultivo de caña de azúcar.
“Limitar el impacto de la fertilización, optimizando la absorción y uso del nitrógeno ha hecho que el monitoreo de las emisiones de óxido nitroso, a partir de mediciones directas en campo, adquiera gran importancia a nivel mundial”, explicó Jorge Chalco Vera –investigador del Conicet en el INTA Salta–.
Entre los resultados, destacan que existe un estrecho rango óptimo de aprovechamiento o absorción de nitrógeno por parte del cultivo que contribuye a reducir las emisiones acumuladas de óxido nitroso sin que el rendimiento se vea afectado.
“Encontramos que, para las condiciones ambientales de Tucumán, principal zona cañera de Argentina, es posible reducir las emisiones de gas alcanzando una eficiencia de uso de nitrógeno de aproximadamente 140 a 160 kilogramos de caña (materia seca) por kilogramo de nitrógeno disponible en el suelo”, resaltó Martin Acreche –jefe del grupo de Ecofisiología de Cultivos en el INTA Salta e investigador del Conicet–.
Dicho valor de eficiencia podría darse con dosis hasta 30 % menores a las comerciales tradicionales, dependiendo del tipo de fertilizante, suelo y condición ambiental.
Estos datos pueden ser tenidos en cuenta como una referencia de base para que los productores prueben, en sus sitios y bajo sus condiciones de manejo específicas, la capacidad de reducción de empleo de fertilizante sin disminuir el rendimiento. De esta forma se busca adaptar el cultivo tradicional de caña de azúcar a una producción de mayor sustentabilidad.
“Se ha demostrado que en algunos ambientes de este cultivo es posible reducir las dosis de fertilizante entre 14 y 37 % sin penalizar el rendimiento y mitigando las emisiones de óxido nitroso”, agregó Acreche.
Para Rocío Portocarrero –coautora del trabajo y especialista en gestión ambiental de la caña de azúcar del INTA Famaillá, Tucumán– “con este tipo de estudios el INTA se posiciona como referente en la gestión ambiental del cultivo”. A su vez, agregó que “es el primer trabajo científico que investigó, de manera conjunta, la relación entre el manejo de la fertilización nitrogenada, el rendimiento del cultivo y las emisiones de gases con efecto invernadero”.
Los resultados fueron publicados en la revista Nutrient Cycling in Agroecosystems y demuestran, según el equipo, que la ciencia se potencia con trabajos interinstitucionales y resolviendo problemas de interés común.
Equilibrio entre la producción de biomasa y el uso de nitrógeno en la caña de azúcar
Se estima y acepta internacionalmente que el 1 % del nitrógeno aplicado se pierde en forma de emisiones de óxido nitroso a la atmósfera. Este trabajo, a su vez demuestra que, en la caña de azúcar, las emisiones del gas dependen más del tipo de fertilizante empleado, de la textura del suelo, o de la eficiencia de absorción de nitrógeno por parte del cultivo, que simplemente de la dosis de aplicación del fertilizante.
Los resultados comprueban que las emisiones de óxido pueden reducirse por dos vías: una, por una mayor absorción por parte del cultivo; y otra, por una mayor generación de biomasa por unidad de nitrógeno disponible en el ambiente, lo cual permite una reducción de la dosis de fertilizante aplicado.
“Una selección cuidadosa de la tasa y la fuente de nitrógeno apropiada, aplicada en el momento adecuado, puede aumentar la eficiencia de recuperación de nitrógeno, disminuir el balance de nitrógeno que queda en el campo y reducir las emisiones de óxido nitroso”, comentó Chalco Vera.
El equipo, no solo realizó mediciones de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también la absorción total de nitrógeno de la planta para cada programa de fertilización probado.
Por su parte, Gervasio Piñeiro –investigador del Conicet en el Ifeva-UBA y parte del equipo– resaltó que “es uno de los pocos estudios que muestra la cantidad de nitrógeno que las plantas absorbieron y lo que realmente pasó a la atmósfera en forma de óxido de nitrógeno durante la temporada de crecimiento”.