Coordinadora del Programa Social Granitos de Esperanza
El Jarillo es una parroquia del municipio Guaicaipuro del estado Miranda en Venezuela, cuya actividad económica principal es la agricultura. Su historia se remonta al año 1890, cuando los hermanos Gregorio y Emilio Breidenbach, provenientes de Alemania y radicados inicialmente en la Colonia Tovar, decidieron trasladarse a nuevas tierras con condiciones perfectas para sus labores agrícolas. El Jarillo fue el destino. Fundado por los hermanos Breidenbach, se convirtió en una nueva comunidad de alemanes en Venezuela.
El Jarillo tiene un clima promedio de 18 °C y una altitud que varía entre los 1200 y 2200 msnm, lo que resulta ideal para el cultivo de duraznos, fresas, hortalizas y café.
El cultivo de café en la zona es de especialidad; la innovación en sus métodos de producción lo convierte en un rubro competitivo, de alta calidad para el consumidor y rentable para el productor, con el valor agregado de ser cultivado con prácticas amigables con el ambiente.
Mario Da Costa es uno de los productores de café de especialidad de El Jarillo. Lo cultiva bajo la sombra de árboles de durazno. Para Mario, la decisión de aplicar esta modalidad se basó en crear un sistema asociado que combina beneficios agronómicos y comerciales. Él explica que los árboles de durazno proporcionan buena sombra al café y, a la vez, representan un cultivo adicional que se traduce en diversificación de su producción.
El café de especialidad sembrado a la sombra del durazno tiene características sensoriales únicas debido a la interacción de las raíces con el microambiente del durazno. Para controlar la sombra, se realiza una poda técnica de los árboles de durazno, asegurando una cobertura óptima de entre el 30% y el 50% para el desarrollo del café. El café bajo sombra requiere menos agua; sin embargo, el sistema exige un manejo más preciso de los nutrientes.
Por supuesto, el café sembrado a la sombra del durazno también enfrenta desafíos importantes. El manejo del espacio es determinante para que las raíces de ambos cultivos tengan su área adecuada. Se requiere un manejo de precisión para controlar las plagas o enfermedades en ambos cultivos.
En cuanto a la sostenibilidad, este modelo innovador ha generado aportes significativos desde el punto de vista ambiental. Mario Da Costa, en su finca Nazaret, ha observado un incremento en la presencia de aves, insectos benéficos y microorganismos del suelo. En lo económico, la diversificación le garantiza rentabilidad, y aunque el rendimiento del café no es elevado, él ha apostado por la calidad. En lo social, ha generado empleo, y la finca Nazaret se ha convertido en un punto turístico de la parroquia que atrae visitantes que demandan alojamiento, servicio de restaurantes y productos artesanales de la zona, como las famosas mermeladas, pulpas de frutas y vinos artesanales.
En Venezuela, nuestros productores requieren financiamiento, tecnología, servicios públicos de calidad e infraestructura para expandir estas prácticas y convertirse en agentes de impacto de desarrollo en las zonas rurales, todo esto solo es posible bajo un modelo de libertades, respeto a la propiedad privada, seguridad jurídica y personal, y politicas publicas reales que apoyen el sector.
Brenda Ribeiro es colaboradora destacada de Mundo Agropecuario
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