Cómo los viñedos europeos escaparon de una devastadora enfermedad… por ahora


A finales del siglo XIX, la industria vitivinícola europea se enfrentó a una amenaza casi letal: la filoxera, un insecto que ataca las raíces de las vides. Para salvar los viñedos se importaron millones de vides americanas resistentes.


Àlex Giménez Romero, Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (UIB-CSIC) y Manuel A. Matias, Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (UIB-CSIC)


Esta solución permitió recuperar la producción vinícola, pero también introdujo nuevos patógenos desde América del Norte. Sin embargo, hubo una notable excepción: la bacteria Xylella fastidiosa, responsable de la devastadora enfermedad de Pierce. ¿Cómo lograron las vides europeas escapar de esta amenaza?

En un estudio reciente combinamos datos filogenéticos, históricos y climáticos para responder a esta pregunta. Además, nuestros hallazgos revelan que el calentamiento global podría estar a punto de cambiar esta dinámica. La puerta a nuevas epidemias en los viñedos de Europa meridional podría estar ya entreabierta.

El misterio de la enfermedad de Pierce

La enfermedad de Pierce, causada por la bacteria Xylella fastidiosa, bloquea los vasos conductores de las plantas, lo que impide el flujo de agua y nutrientes. Esto lleva al debilitamiento y posterior muerte de la planta, especialmente en ausencia de riego.

La bacteria es transmitida por insectos vectores que se alimentan del xilema de las plantas. Estos animales absorben la bacteria al alimentarse de plantas infectadas y la propagan a otras plantas sanas al picarlas.

La enfermedad fue descrita por primera vez a finales del siglo XIX en viñedos del sur de California. Posteriormente se identificó en otros estados, incluyendo Oklahoma, Misuri, Carolina del Norte y Virginia. Lo intrigante es que, a pesar de la masiva importación de plantas de vid desde América a Europa en el siglo XIX para combatir la filoxera, las vides europeas nunca se vieron afectadas por esta enfermedad.

Durante más de un siglo, la Xylella fastidiosa y la enfermedad de Pierce permanecieron confinadas en el continente americano. Pero ¿por qué?

La bacteria llegó después

Entre 1872 y 1895, más de 14 millones de plantas de vides americanas fueron exportadas desde Misuri a Francia como portainjertos para combatir la filoxera. Sin embargo, nuestros estudios genéticos revelan que la enfermedad de Pierce llegó al sureste de Estados Unidos probablemente a partir del año 1900. Esta introducción se produjo después de la crisis de la filoxera en Europa, lo que significa que las vides americanas importadas para combatir la filoxera no estarían infectadas por esta bacteria.

La filogenia explica por qué la enfermedad no llegó a Europa en el siglo XIX. Sin embargo, la exportación de material vegetal de vid desde Estados Unidos a Europa continuó durante el siglo XX.

Aún así, los viñedos europeos se mantuvieron libres de la enfermedad de Pierce. ¿Qué los protegía entonces?

¿Vectores incompetentes?

Inicialmente se pensó que la falta de insectos vectores adecuados podría ser la razón. No obstante, tras el brote que provocó la muerte de millones de olivos en 2013 en la Apulia (Italia), se confirmó que el insecto Philaenus spumarius es un vector competente.

Este insecto también es capaz de transmitir la enfermedad de Pierce, como se vio cuando se detectó por primera vez en la isla de Mallorca en 2017. Posteriormente se informó de casos en Portugal en 2021 y en la región de Bari (Italia) en 2023.

El factor protector no era la ausencia de un vector competente. De hecho, el insecto Philaenus spumarius está establecido en Europa desde hace mucho tiempo. Seguíamos sin saber cómo resistieron tanto tiempo las plantas europeas.

El clima: una barrera natural que está desapareciendo

Usando datos climáticos reanalizados desde 1850 hasta la actualidad, junto con un modelo epidemiológico previamente validado, descubrimos que las temperaturas en Europa continental han sido históricamente demasiado bajas para la supervivencia y desarrollo del patógeno. Misterio resuelto: el clima ha sido realmente el factor protector de los viñedos europeos.

Desde la década de 1990, el cambio climático está alterando las condiciones. Las temperaturas más cálidas en regiones como el sur de Italia, el sur de Francia y partes de España están creando un ambiente cada vez más propicio para la bacteria. Esto, a su vez, se traslada en un riesgo creciente de epidemias en áreas clave de producción vitivinícola.

El futuro de la viticultura europea

El calentamiento global está transformando el equilibrio que ha mantenido a Europa protegida de la enfermedad de Pierce durante más de un siglo. En el pasado, las temperaturas bajas limitaban la propagación y supervivencia de la bacteria. Pero ahora, con el cambio climático, las proyecciones muestran que regiones clave de la producción vinícola europea están en riesgo.

Las recientes detecciones de Xylella fastidiosa en España y Portugal han generado preocupación, aunque por ahora el riesgo en gran parte de la península ibérica es moderado. En regiones como La Rioja, Ribera del Duero y La Mancha, donde las temperaturas siguen siendo bajas, el riesgo de epidemias graves sigue limitado.

Sin embargo, en algunas zonas concretas, como Alicante y parte de Cataluña, ya se está observando un aumento considerable del riesgo.

Cómo prevenir la amenaza

Nuestro estudio pone de manifiesto la necesidad urgente de una vigilancia activa y medidas de control fitosanitario. Si bien Europa ha evitado hasta ahora una epidemia de la enfermedad de Pierce, el cambio climático está reconfigurando el mapa de riesgo.

Las zonas de mayor peligro se están expandiendo, y la viticultura europea, especialmente la mediterránea, enfrenta una amenaza emergente.

Para proteger los viñedos será esencial una monitorización constante de los vectores y la implementación de estrategias de control eficaces. Sin medidas preventivas, el cambio climático podría desencadenar brotes de la enfermedad de Pierce en algunas de las regiones vitivinícolas más importantes de Europa en los próximos años.


Este artículo ha sido escrito en colaboración con Eduardo Moralejo, biólogo contratado en Tragsa.


Àlex Giménez Romero, Doctorando en Física de Sistemas Complejos, Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (UIB-CSIC) y Manuel A. Matias, Investigador CSIC en Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos, Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (UIB-CSIC)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.