Llega el momento tan esperado de la épica de la calabaza: la cosecha. No se trata solo de «cortar y llevar», sino de todo un ritual, del que depende si tus calabazas se conservarán hasta la primavera y te deleitarán con deliciosas sopas, gachas y pasteles, o si se pudrirán en un rincón en un mes.
Una calabaza no es un pepino; no se puede cosechar para probarla con antelación. Cosecharla demasiado pronto significa obtener una pulpa insípida y acuosa, con una corteza suelta que no te protegerá de las bacterias. Mantenerla en el jardín demasiado tiempo implica arriesgarse a las primeras heladas, que son tan mortales para una calabaza como un puñal. Una fruta congelada no se conserva, por mucho que la cuides.
La cosecha oportuna es clave para obtener la máxima dulzura y aroma. En los últimos días cálidos, la calabaza acumula azúcar activamente. Al mismo tiempo, la cáscara debe endurecerse para convertirse en una cáscara. Una fruta completamente madura es un depósito de todos los beneficios que esperamos de ella. Por lo tanto, nuestra tarea es capturar ese momento ideal. Y no lo determina una fecha en el calendario, sino un conjunto de características.
¡No te fíes ciegamente del calendario! Hay variedades diferentes: tempranas, tardías, gigantes, en porciones. Concéntrate en las claves universales de la naturaleza.
1. ¡La aparición del tallo (cola) es el indicador principal!
El tallo debe estar corchoso, seco y muy duro. Cambia de color, de verde jugoso y flexible a marrón grisáceo, duro, como el corcho seco. Si no puedes perforarlo con la uña, ¡es una buena señal! Si el tallo sigue verde y jugoso, la calabaza necesita estar en el bancal un rato para que siga alimentándose.
2. La corteza (cáscara) se convierte en “armadura”
La cáscara de una calabaza madura cambia drásticamente. El color se vuelve intenso y profundo, acorde con la variedad. El patrón se aprecia con claridad. La superficie se vuelve muy densa y dura. Intente presionarla con la uña: si no hay marcas ni la cáscara se desprende, está lista para almacenar. La mayoría de las variedades tienen una característica capa mate o una especie de efecto «cera» en la corteza.
3. Sonido y «categoría de peso»
Aquí es donde necesitas cogerle el truco. Golpea la calabaza con los nudillos. Una calabaza madura emitirá un sonido sordo y elástico (casi como golpear una sandía madura). Una calabaza verde responderá de forma más sorda y suave. También notarás que la calabaza se ha vuelto regordeta, pesada para su tamaño. Ha alcanzado su masa máxima.
Una señal para las variedades trepadoras: observa la enredadera donde crece el fruto. ¿Está empezando a amarillear y a morir? Esta es otra señal de la planta: «¡Lo he dado todo, puedes cosecharlo!»
Regla general: las calabazas se cosechan antes de las primeras heladas de otoño. Incluso una helada leve (de -1 a -3 °C) puede arruinar todos tus esfuerzos.
- Zona media (región de Moscú): la época tradicional de recolección es la segunda quincena de septiembre.
- Siberia y los Urales: aquí hay que estar especialmente atento. Las calabazas suelen cosecharse a finales de agosto, los primeros diez días de septiembre. A menudo hay que recoger frutos ligeramente verdes, pero no es un problema (más información a continuación).
- Regiones del sur: aquí, en cambio, no hay prisa. Las calabazas maduran tranquilamente en el melonero hasta finales de septiembre, o incluso octubre, acumulando azúcares bajo el cálido sol.
Si cultivas una variedad de maduración tardía (por ejemplo, Moscatel) y se acerca el frío, no esperes a que madure por completo en el jardín. Puedes cosecharla ligeramente verde. Alcanzará su madurez durante el almacenamiento.
Cómo cosechar calabazas correctamente y prepararlas para el almacenamiento
¿Encontraste la calabaza perfecta? Usa una podadora limpia y afilada o un cuchillo bien afilado. ¡Nunca desenrosques ni arranques el tallo con las manos!
Nosotros elegimos el clima. El día ideal es seco y soleado. No se permite limpiar bajo la lluvia ni sobre el césped mojado.
Corte con cuidado. Deje un tallo de al menos 5-10 cm de largo. Sin este «mango», la calabaza se pudrirá rápidamente. Corte con cuidado, sin tirar de la calabaza por el rabo para no romperla.
Clasificación y rehabilitación. Examinamos cuidadosamente la cosecha. Todas las calabazas con arañazos, abolladuras o sin pedúnculo se apartan; las comeremos primero.
Si es posible, las «calentamos» al sol. Dejamos las calabazas enteras y sanas al aire libre (en la terraza, bajo un toldo) durante 7-10 días para que maduren. El sol secará y endurecerá la corteza, y los pequeños daños mecánicos sanarán. Lo principal es protegerlas del rocío nocturno y de la posible lluvia.
Las enviamos a los cuarteles de invierno. Tras el calentamiento, las trasladamos a un lugar de almacenamiento permanente.
¿Qué hacer si has recogido una calabaza verde? ¡No hay problema! Esto suele ocurrir en regiones frías. Coloca las calabazas en un lugar cálido (preferiblemente a +20…+25 °C), seco y bien ventilado. Déjalas reposar durante un mes o mes y medio. No se volverán más dulces de lo que permiten sus características varietales, pero su piel madurará y se endurecerá, y la pulpa estará más deliciosa.
¡Eso es todo, amigos! Siguiendo estas sencillas reglas, les garantizamos que conservarán su cosecha hasta la primavera y disfrutarán del sabor y los beneficios de esta verdura radiante durante todo el invierno. ¿Qué tal les va con las calabazas este año? ¿Ya las han recogido? ¡Compartan fotos de sus maravillas y recetas culinarias en los comentarios!
