¿Debes arrancarle los bigotes a un pepino?


Quitar los bigotes del pepino para aumentar la producción es un ejemplo clásico de «folclore hortícola»: una práctica transmitida de generación en generación sin verificación científica. Explicamos cómo surgió este mito y por qué no deberías seguirlo.


El mito sobre los beneficios de arrancar los estolones surgió de una falsa analogía con los brotes laterales: los horticultores saben que eliminar los brotes laterales de muchas variedades de pepinos estimula la fructificación, redirigiendo los jugos al látigo principal y a los ovarios. Los estolones son visualmente similares a los brotes delgados, y por analogía, se consideran «superfluos», restando fuerza a la planta. Sin embargo, los estolones son un tipo de órgano completamente diferente, que no requiere tantos recursos para crecer como los brotes vegetativos (brotes laterales).

Es propio de la naturaleza humana querer influir activamente en el proceso y ver los resultados de sus acciones. Al arrancar los zarcillos, el jardinero crea la ilusión de que está «ayudando» a la planta, «ahorrando» su fuerza. Parece lógico: «Si se quitan estos brotes ‘extra’, todos los nutrientes irán a los pepinos». Esto es psicológicamente más cómodo que simplemente observar. Así, después de arrancar los zarcillos, el pepino sigue dando fruto (si la planta es fuerte y las condiciones son buenas). El jardinero ve la cosecha y la atribuye erróneamente a sus acciones (arrancar los zarcillos) y no a los factores principales (clima, riego, fertilización, variedad). Si no se arrancaran los zarcillos, la cosecha sería igual o mejor, pero esto no está comprobado.

De hecho, los zarcillos son órganos de soporte mecánico especializados, no consumidores de recursos «parásitos». No son puntos de crecimiento como los brotes laterales. Su propósito es anclar la planta al soporte para que gaste menos energía en sostenerse y más en los frutos.

El proceso de crecimiento del estolón requiere una cantidad insignificante de nutrientes y energía de la planta en comparación con el crecimiento de una hoja, un tallo o, especialmente, un fruto. Eliminar los estolones no aporta a la planta ningún ahorro apreciable para su conversión en frutos. Es una gota en el océano.

Pero arrancar los zarcillos del pepino puede ser perjudicial. La energía que la planta gasta en sanar las heridas tras arrancarse (¡y esto es estrés!) supera la escasa energía que habría ahorrado si no hubiera cultivado este zarcillo. El riesgo de introducir una infección a través de la herida o de debilitar la planta por estrés es incomparablemente mayor que el hipotético (y no comprobado) aumento de la producción.

Los bigotes son brotes modificados, una herramienta natural del pepino para trepar y sujetarse a los soportes. Constituyen el mecanismo natural de supervivencia de la planta. No existe ninguna forma biológica en la que la eliminación de un órgano puramente mecánico (el bigote) estimule directamente la formación de más ovarios o acelere el crecimiento del fruto. La planta no redistribuye recursos de esta manera.

Al perder sus zarcillos, el pepino pierde su capacidad de sujetarse firmemente al soporte, especialmente si la liga es insuficiente. Esto puede provocar que las vides se rompan bajo el peso del fruto.

Cuándo es posible (pero no necesario) quitar el bigote con precaución:

  1. Plantaciones densas en invernadero: para facilitar el cuidado (riego, cosecha, procesamiento), se pueden cortar con cuidado algunos zarcillos que enredan las vides con tijeras de podar esterilizadas, dejando un pequeño tocón. ¡No arrancar!
  2. Los bigotes dañados o enfermos se eliminan como parte de la poda sanitaria.

Quitar los estolones del pepino de forma masiva y constante no solo es innecesario, sino también perjudicial. Es una pérdida de tiempo y esfuerzo, que debilita la planta y aumenta el riesgo de enfermedades. Concéntrese en la correcta formación del arbusto, la liga, el riego, la fertilización y la protección contra enfermedades. Estos son los factores que afectan directamente la salud de la planta y su cosecha.



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