En la atracción sexual de la mosquita del tomate estaría la clave para su monitoreo y control: Colombia


Ante la creciente amenaza que representan las larvas de la mosquita Prodiplosis longifila Gagné, causante de la caracha del tomate, investigadores estudian su comportamiento sexual para alterar su reproducción. El objetivo: implementar a largo plazo programas de manejo con feromonas sintéticas para disminuir su control con insecticidas, que además de que no reducen las poblaciones del insecto, sí son un riesgo para la salud de los consumidores.



Esta mosquita plaga conocida como “caracha” por la forma como daña el tomate, es un insecto difícil de detectar a simple vista por su cuerpo delgado y alargado, de movimientos ágiles y vuelos cortos, y tonalidades que le permiten camuflarse en su entorno; por eso es el dolor de cabeza de los productores de esta hortaliza, quienes, preocupados por los daños que pueda causar, realizan aspersiones indiscriminadas de diversos pesticidas sin lograr mayores resultados.

“En estado de larva esta plaga permanece en las hojas del tomate y a través de su alimentación inyecta su saliva, que daña los brotes foliares, las flores y los frutos de la planta, afectando tanto la cantidad como la calidad de la producción, ya que su presencia puede llevar a pérdidas totales en los cultivos”, afirma la profesora María del Rosario Manzano, del Departamento de Ciencias Agrícolas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.

Agrega que “el uso excesivo de insecticidas convencionales que los productores aplican para enfrentar el problema trae como consecuencia la contaminación de los suelos y el agua, presencia de residuos tóxicos en los frutos y una muy posible resistencia de la plaga a algunos de sus compuestos químicos”.

“Aunque están diseñados para proteger los cultivos, estos se impregnan en los alimentos y se acumulan en el organismo a lo largo del tiempo, por lo que son objeto de otros estudios que sugieren su asociación con aparición de enfermedades como el cáncer y afecciones crónicas”.

Para atender el problema, el ingeniero agrónomo Nelson Santiago Erazo Hernández, en su tesis para la Maestría en Ciencias Agrarias –línea de investigación Protección de Cultivos– exploró el comportamiento reproductivo de 233 hembras en condiciones de laboratorio y en campo, e identificó que sus encuentros sexuales tienen el pico más alto entre las 7:30 y las 8:00 de la noche, mediados por una feromona sexual y no por la visión como se especulaba.

A partir de este descubrimiento de la UNAL Sede Palmira, científicos en ecología química de la Universidad Industrial de Santander (UIS) exploran la presencia de las feromonas sexuales producidas por las hembras, con el fin de desarrollar a futuro métodos de control basados en la interferencia de la comunicación sexual de la plaga con la producción de feromonas sintéticas que permitan monitorear la plaga y que los agricultores reduzcan su dependencia de los insecticidas para disminuir el control químico en cultivos de tomate.

“Los resultados permitirán desarrollar el ‘control etológico’, una estrategia de manejo integrado de plagas utilizada y aplicada para otras especies de la misma familia”, manifestaron el magíster Erazo y su directora Manzano, ambos del Grupo de Investigación Interacciones Tritróficas de la UNAL Sede Palmira.

Observación al detalle

La forma de las antenas del macho, el tipo de ovipositor de la hembra, la actividad de vuelo de los insectos adultos en la madrugada y llegada la noche, cuando todavía no hay luz, fueron las pistas que sugirieron que el encuentro sexual no se realiza mediado por la visión –como se ha publicado para al menos 16 especies de la misma familia de cecidómidos– sino por la presencia de la feromona.

Los experimentos de atracción se realizaron de forma sistemática en franjas horarias establecidas, con trampas diseñadas con hembras vivas, confinadas en unos frasquitos con vaselina en donde quedaron atrapados los machos que fueron a cortejarlas.

La recolección de las larvas se realizó en los brotes foliares de tomateras ubicadas en los municipios de Trujillo, Santa Elena, El Cerrito, La Tupia, Rozo y Pradera (Valle del Cauca). Estas se llevaron al Laboratorio de Entomología de la UNAL Sede Palmira, allí esperaron una semana hasta que se convirtieran en adultos para separar hembras y machos e iniciar el análisis de sus genitales y la observación visual con trampas en laboratorio y en campo, a donde fueron transportados de nuevo para la evaluación.

En relación con las características de forma y anatomía de los genitales del adulto, el investigador Erazo describió en el macho un “edeago” y en la hembra un ovipositor de forma alargada que saca en el momento de hacer el llamado sexual.

Este estudio representa un hito en la investigación agronómica y demuestra el compromiso de la comunidad científica de la UNAL Sede Palmira con la búsqueda de soluciones sostenibles para enfrentar los desafíos agrícolas.