La red del patrimonio agrícola mundial de la FAO apoya a comunidades agrícolas de 95 sistemas en 28 países del mundo para salvar los sistemas agrícolas tradicionales, así como los territorios, la biodiversidad agrícola, los sistemas de conocimientos y las culturas asociadas a ellos.
21 de mayo del 2025. Roma, Italia.- Un sistema agroforestal tradicional de cultivo de la planta de yerba mate en el Brasil y un sistema ancestral que preserva unos cultivos alimentarios vitales y la biodiversidad en México se han convertido en las últimas incorporaciones a los Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) que reconoce la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en América Latina y el Caribe.
Los SIPAM son sistemas de patrimonio vivo habitados por comunidades que mantienen una relación intrincada con su territorio. Estos sistemas evolutivos y resilientes se caracterizan por una notable agrobiodiversidad, conocimientos tradicionales, culturas y paisajes de valor incalculable, gestionados de forma sostenible por agricultores, pastores, pescadores y habitantes de los bosques de manera que apoyan sus medios de vida y su seguridad alimentaria.
“Los sistemas del patrimonio agrícola son ejemplos vivos de la armonía entre las personas y la naturaleza que han prosperado y evolucionado a lo largo de las generaciones y tienen mucho para enseñarnos mientras nos adaptamos a un futuro incierto”, dijo Kaveh Zahedi, Director de la Oficina de Cambio Climático, Biodiversidad y Medio Ambiente de la FAO.
Estos sistemas fueron designados de manera formal, junto a otros tres lugares de China y uno de España, en el marco del programa emblemático de la FAO en la reunión del Grupo Asesor Científico del SIPAM, celebrada del 19 al 21 de mayo. Con los agregados recientes, la red del patrimonio agrícola mundial de la FAO está compuesta actualmente por 95 sistemas de 28 países en todo el planeta. Con esto, en América Latina y el Caribe, México cuenta con tres sitios reconocidos, Brasil y Ecuador con dos cada uno y Chile y Perú con uno cada uno.
“En el contexto de los efectos cada vez mayores en la agricultura y los campesinos de la variabilidad del clima y los fenómenos climáticos extremos, así como de la pérdida de biodiversidad, estos sistemas son puntos brillantes que muestran cómo las comunidades pueden recurrir a sistemas de conocimiento y prácticas ancestrales para llevar alimentos a la mesa, proteger los empleos y los medios de subsistencia y mantener territorios agrícolas únicos y sostenibles”, agregó Kaveh Zahedi.

Cultivo de yerba mate en la sombra en Paraná (Brasil)
Durante siglos, los Pueblos Indígenas y las comunidades tradicionales del sur del Brasil han cultivado yerba mate en sistemas agroforestales de sombra arraigados en prácticas ancestrales y agroecológicas. Las hojas de las especies de árboles autóctonos se consumen tradicionalmente como chimarrão, tereré o mate en otros países como la Argentina, el Paraguay y el Uruguay.
Mediante la integración de cultivos alimentarios, frutos nativos y productos forestales, el sistema fortalece la biodiversidad, la soberanía alimentaria y la identidad cultural y, al mismo tiempo, ayuda a conservar la selva de Araucaria, uno de los puntos críticos de biodiversidad más amenazados del planeta y una reserva vital de vida.
En una región en la que la deforestación ha repercutido con mucha fuerza, en la que permanece solo el 1% de los bosques originales, el sistema ofrece un ejemplo raro de prácticas agrícolas que preservan la cubierta forestal y, simultáneamente, brindan apoyo a los medios de subsistencia y al patrimonio cultural.
El sistema agrícola ancestral del metepantle de Tlaxcala (México)
En los territorios montañosos y semiáridos del estado de Tlaxcala, durante más de tres milenios las familias campesinas del lugar han brindado apoyo al sistema del metepantle, que consiste en un mosaico aterrazado de maíz, agave, frijoles, calabazas y plantas silvestres. Arraigado en los conocimientos de los Pueblos Indígenas nahuas, preserva las semillas, mantiene la biodiversidad de las tierras secas y afianza los sistemas alimentarios y los medios de subsistencia locales, ofreciendo resiliencia y continuidad cultural en una de las regiones de México más vulnerables al clima.
El sistema mantiene más de 140 especies indígenas, entre ellas, 40 razas originales de maíz y 30 tipos de verduras comestibles, y practica la conservación basada en la comunidad mediante tradiciones familiares, ferias de semillas y redes de intercambio. Porta fibra, alimentos, bebidas, estabilización de suelos y hábitat de polinizadores.
Experiencias de América Latina en los Sistemas de Patrimonio Agrícola Mundial
La red del patrimonio agrícola mundial de la FAO, que se lanzó en 2002, apoya a las comunidades para salvar los sistemas agrícolas tradicionales, así como los territorios, la biodiversidad agrícola, los sistemas de conocimientos y las culturas asociadas a ellos. Este programa, que integra 9 sitios en 5 países de América Latina, impulsa políticas públicas, genera ingresos sostenibles para las comunidades y fortalece sus capacidades de gestión.
Con el objetivo de generar un espacio de aprendizaje a partir del intercambio de experiencias, lecciones y recomendaciones que surgen de las diferentes etapas del ciclo del proceso SIPAM, la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe organizó el webinario “Lecciones que transforman: diálogos y experiencias sobre Sistemas de Patrimonio Agrícola Mundial en América Latina”.
En el evento, se analizaron experiencias que demuestran cómo los SIPAM contribuyen a la seguridad alimentaria, a la agrobiodiversidad y la sostenibilidad de los medios de vida rurales, siendo una herramienta clave frente a los desafíos del desarrollo sostenible.
Mejillones perla, té blanco, peras en China y agricultura en arenas volcánicas de España
Otros tres lugares de China, dedicados a la producción de mejillones perla, té blanco y peras fueron reconocidos por la FAO como SIPAM. Mientras que, en España, la FAO otorgó este reconocimiento a un sistema de producción agrícola característico del paisaje volcánico de la isla española de Lanzarote.
