Las larvas de escarabajo se pueden alimentar de residuos de comida, plantas y muchos otros materiales, entre ellos, y tal vez esto le parezca nuevo, ¡de icopor!, y lo prefieren servido en pequeñas láminas que pueden digerir mejor. Esta habilidad ya está beneficiando a los productores de peces como la cachama, tan apetecida en todo tipo de restaurantes, que encontrarían en este insecto una alternativa alimentaria que reemplazaría el salvado de trigo hasta en un 100 %, lo cual significa menores costos y una mayor oferta.
Según la Asociación Colombiana de Industrias Plásticas (Acoplásticos), cada año se producen en el país cerca de 29.000 toneladas de icopor, cifra que se refiere específicamente al material destinado a la elaboración de empaques y envases, incluidas las famosas neveras para llevar medicamentos o alimentos. Uno de los problemas de su producción es que genera residuos que no se reutilizan y que a largo plazo son una fuente de contaminación para el medioambiente.
¿Podrían las larvas de los escarabajos comerse estos residuos y generar valor agregado? Pues déjeme decirle que sí, así lo determinó el investigador Miguel Bonilla Amaya, magíster en Salud y Producción Animal de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien encontró que la alimentación de dos especies de escarabajo (Tenebrio molitor y Zophobas atratus) se podría potenciar con el salvado de trigo –que proporciona nutrientes para su crecimiento– y un 25 % de icopor, que permite que el consumo y la transformación sea más fácil.
Pero esto no es todo: después de obtener la receta indicada, el magíster evaluó si fabricar un alimento a base de estos insectos –como por ejemplo una harina– beneficiaría a algún otro animal, y lo puso en práctica en la cachama blanca en edades muy tempranas, ya que ella acepta, asimila y se nutre de estas fuentes innovadoras de alimento, estableciendo una alternativa nutricional para peces que hoy se basa en la inclusión de harina de pescado, cuya obtención causa gran impacto ambiental y su costo se ha incrementado en los últimos años.
“La harina de larvas de escarabajo demostró que puede reemplazar en un 100 % la harina de pescado, lo cual es prometedor pues las cachamas, que inicialmente pesaban 2 gramos, obtuvieron los mismos 10 gramos a los 35 días con la dieta que incluía harina de T. molitor y Z. atratus”, asegura el investigador.
Estos resultados se lograron al evaluar 5 tratamientos u opciones distintas: una, con alimentación completa de la harina de insecto; otra con un 75 % de esta más un 25 % de harina de pescado y así sucesivamente hasta llegar a un 100 % de esta última. El experimento se realizó en tanques de 20 litros de agua en los que las cachamas crecían sin ningún problema.
Para el estudio se consideró el peso inicial y final de las cachamas, su crecimiento y evolución específica, y, contrario a lo que se esperaba, hasta en un 10 % de reemplazo de la harina de pescado por la harina de insecto los resultados fueron prácticamente iguales, por lo que este descubrimiento sería ideal para los productores de estos peces.
“Es importante recalcar que el icopor no le está generando ningún daño a las cachamas, ya que también se evaluó el impacto que tenía en su salud, y la mortalidad no llegó ni al 1 %, por lo que este compuesto parece ser degradado y expulsado sin contraindicaciones”, indica el experto, quien adelantó su investigación en el Centro de Investigación de Artrópodos Terrestres (CINAT) con la dirección de la profesora Karol Barragán Fonseca, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia, quien hace años trabaja con estos insectos.
Otro beneficio de los insectos es que criarlos es fácil y no representaría costos elevados para los productores. Se estima que para producir 1 kg de proteína de larvas de escarabajo se emplea 1 litro de agua, mientras que para generar un 1 kg de carne de res se usan 25 litros de agua; además solo se necesita un área de 10 m2 en vez de 200 m2 que son los que se destinan a la producción pecuaria. Por otro lado el impacto ambiental es notable, pues genera solo 20 gases por millón de dióxido de carbono frente a los 150 g/m que produce la ganadería.
Entre otras cosas, la verticalidad aparece como una característica indispensable, esto quiere decir que una granja de escarabajos sería como un “edificio de apartamentos” que crece hacia arriba ocupando menos espacio para su producción, comparado con industrias como la bovina o avícola.
“Este tipo de descubrimientos alrededor de la alimentación con harina de insectos es novedoso y podría sentar las bases para que en un futuro la industria de la harina de larvas de escarabajo le genere mayores ganancias al sector acuícola”, concluye el magíster.