Para los agricultores de Florida, la investigación de José Rolando se enfoca en promover suelos más sanos, reducir los costos de insumos y desarrollar cultivos capaces de resistir sequías, calor y patrones climáticos cambiantes.
Para los consumidores, su trabajo apunta a una producción alimentaria más sostenible y a una mejora en la calidad del agua.
Como el microbiólogo más reciente de University of Florida, Rolando explora el mundo oculto de los microorganismos: esos organismos microscópicos que viven en el suelo y que son una de las fuerzas más poderosas que moldean el futuro de la agricultura y la salud de los ecosistemas naturales.
Su investigación se centra en cómo estos microorganismos interactúan con las plantas y los suelos, especialmente frente a desafíos ambientales como el aumento del nivel del mar, el incremento de las temperaturas, las inundaciones y las sequías. Su trabajo abarca desde las costas de Florida hasta las praderas marinas, las marismas e incluso los campos de césped.

«Los microorganismos son los recicladores de la naturaleza», afirmó Rolando, profesor adjunto de microbiología en el Centro de Investigación y Educación de UF/IFAS en Fort Lauderdale. «Descomponen la materia orgánica, devuelven nutrientes al suelo e incluso ponen el nitrógeno del aire a disposición de las plantas. Si comprendemos y trabajamos con estos procesos, podemos aumentar la productividad de la agricultura y, al mismo tiempo, proteger el medio ambiente».

Uno de sus proyectos actuales analiza qué ocurre cuando los manglares, plantas que normalmente se encuentran en zonas tropicales, comienzan a desplazarse hacia el norte, habitando las marismas, como consecuencia del aumento de las temperaturas.
Otro proyecto estudia cómo ciertos microorganismos pueden ayudar a proteger las praderas marinas de los sulfuros tóxicos, un problema que ha causado muertes masivas en la Bahía de Florida y la Laguna del Río Indio. Además, explora formas de utilizar microorganismos beneficiosos en pastizales y césped para mejorar la salud del suelo, reducir el uso de fertilizantes y ayudar a las plantas a prosperar bajo condiciones de estrés.
Su trabajo tiene una relevancia directa tanto para agricultores como para consumidores. Al aprovechar el poder de los microorganismos del suelo, los agricultores podrían reducir su dependencia de fertilizantes costosos, mejorar la calidad del agua al limitar la escorrentía de nutrientes y aumentar la resiliencia de los cultivos frente al estrés climático. Para el público, estas prácticas se traducen en una producción alimentaria más sostenible y ecosistemas más saludables.
“No podemos controlar el clima ni las mareas, pero podemos comprender los sistemas que ayudan a las plantas y los suelos a adaptarse”, explicó Rolando. “Ese conocimiento nos brinda opciones, ya sea ayudando a un humedal costero a sobrevivir al aumento del nivel del mar o brindando a un agricultor una forma sostenible de aumentar su producción”.

Si bien gran parte de su trabajo actual se desarrolla en Florida, Rolando también colabora internacionalmente en su país natal. Entre otras iniciativas, labora con el Instituto Nacional de Innovación Agraria de Perú en proyectos que estudian cómo los diferentes tratamientos de fertilizantes afectan los microbiomas del suelo en la producción de maíz.
De niño, José Rolando creció en Lima, Perú, y su aula a menudo era el espacio abierto. Sus clases se desarrollaban bajo el sol del desierto de Sechura, en el aire fresco de la Cordillera de los Andes y en las húmedas profundidades de la selva amazónica. Los viajes familiares por todo el país le revelaron un tapiz de paisajes y de vida que prosperaba en ellos.
Esa curiosidad lo motivó a pasar de estudiar biología en Perú a obtener una maestría en agroecología en University of Florida y un doctorado en biología en Georgia Institute of Technology. Actualmente, se desempeña como profesor asistente de microbiología en UF/IFAS en el sur de Florida.
«Tuve la suerte de viajar por todo Perú», comentó Rolando. «Observar la diversidad y la belleza de estos ecosistemas despertó mi admiración desde muy temprano. Quería comprender cómo funciona la naturaleza, incluso en sus partes más pequeñas, aquellas que ni siquiera podemos ver».
