Agricultura regenerativa aplicada a cultivos tropicales: lecciones desde América Latina


La agricultura regenerativa, concepto que ha ganado fuerza en los últimos años, ya no se limita a experimentos en zonas templadas o a proyectos piloto de sostenibilidad.


Redacción Mundo Agropecuario

En América Latina, una región donde predominan los climas tropicales y subtropicales, la regeneración de los suelos está dejando de ser un ideal para convertirse en una necesidad productiva. En los ecosistemas tropicales, caracterizados por altas temperaturas, lluvias intensas y suelos frágiles con baja materia orgánica, la degradación avanza más rápido que en regiones templadas. Por eso, cada vez más productores de cacao, café, banano y otros cultivos intensivos están adoptando prácticas regenerativas adaptadas a sus condiciones locales.

Uno de los pilares de este enfoque es la recuperación de la fertilidad natural del suelo mediante el uso de abonos orgánicos, compost y biofermentos elaborados en finca. En plantaciones de cacao del norte de Ecuador, por ejemplo, asociaciones de productores están reemplazando el uso intensivo de fertilizantes nitrogenados por bioinsumos elaborados con microorganismos de montaña. El resultado ha sido un incremento sostenido de la actividad biológica y una mejora visible en la estructura del suelo, con mayor retención de agua y resistencia a la erosión.

Otra práctica clave es el manejo de cobertura vegetal permanente. En los trópicos, donde las lluvias intensas pueden arrastrar la capa fértil, mantener el suelo cubierto es una estrategia esencial. Se promueve la siembra de leguminosas de cobertura como el frijol terciopelo (Mucuna pruriens) o el maní forrajero (Arachis pintoi), que fijan nitrógeno atmosférico y reducen la necesidad de fertilización externa. Estas especies también ayudan a controlar la temperatura del suelo y proporcionan hábitat a insectos benéficos.

En el caso del banano y el plátano, cultivos de alto impacto ambiental por la demanda de agua y fertilizantes, los productores de Costa Rica y República Dominicana han comenzado a incorporar diseños agroforestales. Las musáceas se intercalan con árboles de sombra y especies fijadoras de nitrógeno, como Inga edulis, generando microclimas más estables y reduciendo la evapotranspiración. El resultado es un sistema productivo más resiliente a las olas de calor y con una reducción comprobada del uso de agroquímicos.

El enfoque regenerativo no solo se limita al manejo del suelo. Incluye la restauración de los ciclos hídricos, el uso de biocarbón (biochar) para fijar carbono en el suelo, y el diseño hidrológico de las fincas. En Colombia, el proyecto “Regenera Tierra” ha mostrado que el rediseño de curvas de nivel y zanjas de infiltración puede aumentar la recarga de acuíferos hasta en un 30 %, evitando la pérdida de nutrientes y sedimentos durante las lluvias intensas.

Otro aspecto de interés es el impacto socioeconómico de este modelo. En regiones donde el monocultivo y la dependencia de insumos externos generaron vulnerabilidad económica, las prácticas regenerativas están reintroduciendo autonomía. Los agricultores elaboran sus propios bioinsumos, reducen los costos de producción y acceden a nuevos nichos de mercado interesados en productos certificados como “carbono neutral” o “regenerativos”.

A nivel científico, universidades latinoamericanas y centros del CIAT, CATIE y Embrapa están documentando los resultados. Los datos muestran aumentos de entre 10 y 20 % en la productividad a mediano plazo, tras dos o tres años de manejo regenerativo continuo. Además, se reporta una mayor capacidad del suelo para almacenar carbono, lo que convierte a estas prácticas en una herramienta clave frente al cambio climático.

Pero los desafíos son grandes. La transición regenerativa en climas tropicales exige entender la dinámica del suelo vivo bajo altas temperaturas y lluvias constantes. La materia orgánica se mineraliza más rápido y los microorganismos deben protegerse mediante mulch y sistemas de sombra. Además, el éxito depende de la formación técnica y acompañamiento continuo: muchos productores carecen de información precisa sobre cómo medir indicadores de regeneración, como la actividad microbiana o la infiltración del agua.

A pesar de ello, América Latina se perfila como un laboratorio vivo de innovación regenerativa. La convergencia entre saberes campesinos y ciencia aplicada está generando modelos tropicales propios, distintos del patrón europeo o norteamericano. En fincas de cacao ecuatorianas, por ejemplo, se habla de “regeneración cultural”, una visión que une productividad, paisaje y dignidad rural.

En los próximos años, la agricultura regenerativa tropical podría convertirse en la nueva base de la competitividad agrícola regional. Más allá de los sellos ecológicos, representa una apuesta por restaurar los suelos, diversificar los ingresos y reconciliar producción con naturaleza. América Latina tiene, sin duda, las condiciones —y el conocimiento— para liderar esta transformación.


Referencias

  • Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE). (2024). Manejo regenerativo en cultivos tropicales.
  • CIAT. (2023). Prácticas regenerativas en cacao y café de América Latina.
  • Embrapa. (2024). Sistemas agroforestales y resiliencia del suelo en zonas tropicales.
  • FAO. (2024). Regenerative agriculture: From concept to practice in the tropics.


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