Un equipo de investigadores –intregado por especialistas del INTA y de la Universidad Nacional de Córdoba– desarrolló un novedoso método para reducir, de modo ético, la sobrepoblación de palomas urbanas.
Se trata de un biopolímero natural y comestible que sirve para recubrir granos de maíz enteros. Es inocuo para otras especies animales y para el ambiente y reduce la oviposición.
La presencia de sobrepoblaciones de palomas en espacios urbanos, tanto públicos como privados, afecta directamente a la salud humana ya que sus desechos pueden ser portadores de patógenos y contaminar el agua y los alimentos. Además, deterioran edificios e instalaciones y generan olores.
Para mitigar los perjuicios y molestias que genera su sobrepoblación, se requiere de esfuerzos e inversiones para mantener la higiene urbana, a fin de reducir el mal aspecto en las ciudades que ocasionan sus deyecciones y los impactos en la salud pública, debido a las zoonosis que transmiten.
“El proyecto contempla el desarrollo de un alimento atractivo para las palomas, vehículo de nicarbacina, un antiparasitario de uso veterinario, inocuo para otras especies animales y para el ambiente y cuyo efecto secundario es la reducción de la oviposición”, explicó Mariana Melchiorre, investigadora de la Unidad de Estudios Agropecuarios –INTA y Conicet–.
A partir de la necesidad de contar con un proyecto de control ético y efectivo de la tasa de crecimiento poblacional de estas aves a largo plazo, comenzó a estudiarse la formulación de un biopolímero natural y comestible como alternativa válida en las ciudades.
Los polímeros son macromoléculas o mezclas de ellas, que conforman una malla o matriz. A esta formulación se la denomina biopolímero porque se emplean componentes orgánicos y naturales como almidón de mandioca, junto a proteínas y un agente plastificante. Una vez gelatinizada por calentamiento, se aplica como un líquido viscoso en la superficie de las semillas y las recubre formando una película delgada.
El tratamiento consiste en suministrar, en puntos claves de la ciudad, granos de maíz enteros recubiertos con el biopolímero natural, que funciona como vehículo de la nicarbacina (NC), lo que permite la disminución paulatina de la natalidad.
“Esta estrategia es una respuesta a la demanda de la ciudadanía, tanto del control de la sobrepoblación como del respeto hacia la naturaleza y la biodiversidad”, mencionó Melchiorre.
Experiencias similares implementadas en otras ciudades del mundo muestran que la reducción de la población de palomas urbanas puede rondar entre 20 a 30 % en el primer año de tratamiento, dependiendo las zonas y características de la urbe, y alcanzar hasta el 80 % luego de cuatro o cinco años.
“Se desarrollan distintos tipos de biopolímeros buscando que tengan alta adhesividad a la semilla para que permita dispersar y vehiculizar el medicamento”, agregó Melchiorre quien, a su vez, junto con un equipo de investigación realiza pruebas a campo del cebo tratado para ver el grado de aceptación en las palomas.
Para Joaquín Navarro –director del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA, UNC-CONICET) y responsable del proyecto– “es necesario aumentar la frecuencia de mantenimiento del mobiliario y patrimonio histórico-cultural en la ciudad debido al deterioro que promueven la acumulación de excrementos y nidos en edificios luminarias y desagües”.
“En este momento trabajamos con insumos remanentes de un proyecto financiado por ADEC (Agencia para el Desarrollo Económico de la ciudad de Córdoba) y estamos postulando a líneas de financiamiento para efectuar las pruebas de concepto piloto en la plaza San Martin, en el casco histórico de la ciudad de Córdoba”, resaltó Navarro. Con metodologías de captura y marcado, estimaron que alrededor de 2000 palomas merodean diariamente la zona.
Acerca de las ventajas de este tipo de control, Navarro precisó que “una de ellas es que es un mecanismo reversible, es decir, si la población llega a números tolerables puede suspenderse el tratamiento y retomarlo cuando la población de palomas se aleje de estos niveles”.
La iniciativa ha sido avalada por el Comité Institucional de Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (CICUAL) del IDEA, el Foro Ambiental Córdoba, la ONG Mil Aves, y la Sala de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Córdoba.
Del proyecto participan investigadores y tesistas de la Unidad de Estudios Agropecuarios (INTA-CONICET), de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (ICTA) y de la Maestría en Manejo de Vida Silvestre del Centro de Zoología Aplicada. Intervienen también el Ente BioCórdoba, y la Municipalidad de Córdoba.