Pedro Raúl Solórzano Peraza
Los bosques son ecosistemas de una gran diversidad y se estima que de ellos depende directamente la supervivencia de más de 1.500 millones de personas, a quienes proporciona alimentos, medicinas, combustible y albergue. Su biodiversidad es tan importante que se considera que, en general, reúnen más del 80% de las especies vegetales y animales que existen sobre la tierra.
Entonces, los bosques ofrecen beneficios ecológicos, económicos y sociales, a pesar de lo cual, las deforestaciones se realizan a un ritmo espectacular con una voluminosa oferta de madera procedente de talas ilegales. La ONU destaca que esto es peligroso ya que, entre otras cosas, los bosques prestan servicios de difícil cuantificación como es la captura de carbono, contribución a la regulación de los balances hídricos y a mejorar la calidad del aire.
Solamente en España, el año 2017, se subastó madera por un valor superior a los cien millones de Euros, y el negocio es tan importante que las empresas madereras junto a los propietarios son los principales interesados en el cuidado de las áreas forestales y su sostenibilidad, ya que eso les asegura el suministro de la materia prima de la cual depende su actividad. Aunque parezca una contradicción, la buena conservación de los bosques está relacionada directamente con el aprovechamiento de sus recursos, y al respecto la doctora Isabel María Lorente, responsable de la plataforma española “Maderea” señala que los montes de los que se obtiene beneficio son los más cuidados y en los que es más difícil que se propaguen plagas e incendios. La doctora Lorente separa los conceptos de “uso de madera” y “deforestación” señalando que la madera es un material natural, sostenible y ecológico que además ayuda en la lucha contra el cambio climático cuando los bosques son efectivos sumideros de carbono.
Por otra parte, María Molero, responsable del Programa de Bosques de España, destaca que la certificación forestal de los productos que se extraen de los bosques es la mejor herramienta para asegurar una gestión correcta del monte, y para que el consumidor sepa que se cumplen unos estándares sociales y ambientales que respetan los ciclos naturales y las necesidades de la población vinculada a los bosques.
En Venezuela actualmente tenemos una grave crisis de gas y otros combustibles, lo que ha originado una vuelta al uso de leña, especialmente a nivel doméstico para la preparación de las comidas. El problema con esto es que en la mayoría de los casos se realizan talas indiscriminadas, las cuales van deteriorando las áreas boscosas, e incluso, áreas de ornato urbano. Ante esta situación se deberían tomar precauciones y organizar el uso de la madera, de tal forma que no se destruyan los bosques si no que más bien se restituyan los árboles cortados y se protejan de incendios. De esta manera, el uso del bosque es prácticamente una protección para estas áreas que han tardado años en establecerse.
En lugar de destruir los bosques sembremos árboles para mejorar la biodiversidad y el secuestro de carbono, que tanta falta hace ante el incremento de los GEI y el calentamiento progresivo de la tierra. Esto es fundamental para la supervivencia en el planeta.
Pedro Raúl Solórzano Peraza es colaborador destacado de Mundo Agropecuario
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