Sofía INTA y Elena INTA son dos nuevas variedades que se caracterizan por la alta productividad de forraje y excelente sanidad. Fueron desarrollados por un equipo de investigación del INTA Bordenave –Buenos Aires– y estarán disponibles en la próxima campaña.
Con una superficie sembrada en la campaña 2020/21 de más de 1,4 millones de hectáreas, la avena es el principal verdeo de invierno. Su principal destino es la producción de forraje en los meses de otoño, invierno y primavera, y también es utilizada para confeccionar reservas forrajeras, ya sea en silajes o en henos (rollos y fardos). Sin embargo, suele ser susceptible a la roya de la hoja, un parásito que genera importantes pérdidas de rendimiento y calidad de forraje y de grano.
Por esto, el INTA avanza en el desarrollo de nuevas variedades de avena, a partir del mejoramiento genético, que resistan a esta enfermedad sin necesidad de aplicar fungicidas y mantengan un alto potencial de producción.
“En los últimos años, la aparición de nuevas razas de roya quebró la resistencia de todos los cultivares de avena disponibles en el mercado”, señaló Fernando Giménez, especialista en mejoramiento genético y coordinador del Programa de Cereales y Oleaginosas del INTA, y agregó: “Por esto, avanzamos en el desarrollo de dos nuevos cultivares con tolerancia y resistencia genética, debido a que esta es la mejor herramienta disponible para manejar la enfermedad, desde el punto de vista productivo y ambiental”.
Generar altas producciones de forraje hace a la rentabilidad del cultivo, ya que bajan los costos de cada ración. “Para lograr una alta productividad, la adecuada elección del cultivar, la fertilización y la época de siembra son los factores más incidentes”, destacó Giménez.
Elena INTA es un cultivar que posee alta productividad de forraje, con excelente rebrote y es de ciclo intermedio a largo. “Se caracteriza por ser totalmente resistente a todas las razas de roya de la hoja. Posee grano chico, lo que permite siembras al voleo, cuando se utiliza como cultivo de servicio o se siembra sobre un cultivo de maíz”, indicó Agustín González, especialista del INTA Bordenave.
Y, si bien posee una amplia adaptabilidad a diferentes ambientes, “Elena INTA está recomendada para el norte y centro-este de la región pampeana, donde la incidencia de la roya de la hoja es más frecuente y ataca con mayor severidad”, añadió González.
En un ensayo realizado en el campo experimental del INTA Paraná –Entre Ríos–, Elena INTA rindió más de 8400 kilogramos de materia seca en tres cortes y superó significativamente al resto de los cultivares comerciales. “Este cultivar ha superado ampliamente al resto de los cultivares en los últimos años, ya que en los ensayos de evolución de corte no se ha detectado incidencia de la roya, cuando la mayoría de los cultivares estaban con importantes daños”, señaló Walter Kutter, especialista en cereales de invierno del INTA Paraná.
En cuanto a la variedad Sofía INTA, German González –investigador del INTA Bordenave– señaló que posee alta productividad de forraje, sumado a un alto potencial de rendimiento de granos y un muy buen comportamiento sanitario. “Después de Elena INTA, es el cultivar de mejor comportamiento a roya. Es de ciclo intermedio a corto, petizo y de muy buena caña”, agregó.
Asimismo, González destacó que es una variedad que, en ambientes de alta presión de enfermedad, posee bajos niveles de incidencia y severidad. Además, es multipropósito y es ideal para pastoreo directo, cosecha de granos y silajes de planta entera.
Si bien Sofía INTA posee una amplia adaptabilidad a diferentes ambientes, se recomienda para el centro–sur-oeste de la región pampeana. Ensayos realizados en el campo experimental del INTA Bordenave demostraron que superó los 9.000 kilogramos de materia seca en varios cortes.
Ambos cultivares estarán disponibles en la nueva campaña y se comercializarán bajo convenios de vinculación tecnológica con la empresa Baya Casal y su red de multiplicadores. En este sentido, Giménez remarcó la importancia de adquirir semilla legal y fiscalizada, debido a que el cultivar es uno de los principales factores que define la producción.
“Su costo incide poco en el costo total de producción y genera una alta tasa de retorno”, subrayó Giménez quien además valoró que hay muchos cultivares obsoletos que se venden en las denominadas bolsas blancas o bien están con identificaciones falsas. “Esto pone en riesgo la productividad y rentabilidad del cultivo, los productores saben que el forraje más caro es el que no se tiene, especialmente en el invierno”, añadió.