Las algas se consideran el superalimento del futuro. En particular, las microalgas como la espirulina contienen altos niveles de nutrientes y se pueden producir a nivel de granja sin pesticidas ni fertilizantes.
Renata Hodel habla sobre el cultivo de espirulina en una granja suiza en un artículo publicado en el portal www.lid.ch: “Aunque el número de productores de espirulina en Europa está creciendo, en Suiza se pueden contar con los dedos. La espirulina es una microalga, o más concretamente, una cianobacteria que crece en el agua y que se ha convertido en los últimos años en un alimento popular por sus beneficios para la salud: es baja en calorías, especialmente rica en proteínas, vitamina A, hierro y minerales, contiene antioxidantes y antiinflamatorios.
“Esta composición hace que la espirulina sea especialmente popular para las personas con anemia, deficiencia de hierro o para los atletas”, dice Wolfgang Sickenberg, gerente de ventas de Spiruline Swiss Made.
La empresa es la empresa más grande y líder de las cuatro empresas en Suiza que han elegido la producción de espirulina. Spiruline Swiss Made tiene seis piscinas cubiertas que se llenan con unos pocos centímetros de agua. En el interior de las piscinas, la turbina asegura un flujo constante para que las microalgas no se “duerman”.
– Todos los años de marzo a noviembre, dependiendo del clima y la temperatura, cosechamos. Nuestra espirulina sigue completamente el ritmo de las estaciones. En verano, la cosecha crece y duplica su volumen casi todos los días, con la falta de luz y calor, la espirulina entra en hibernación. Debido a que la cianobacteria requiere una temperatura de 18 a 35°C para crecer, su producción se detiene por completo en invierno. A diferencia de otros países, donde la producción es a escala industrial y se cosechan varias toneladas de espirulina al día, nosotros tenemos una producción agrícola, artesanal: casi todo se hace a mano sin pesticidas y otros químicos, explica Zikenberg.
Según él, el jefe de la empresa, el agricultor Stefan Sasvari, pasó tiempo perfeccionando los métodos de cultivo y cosecha. De acuerdo con estrictos procesos de fabricación higiénicos, la calidad de la espirulina se somete regularmente a análisis de laboratorio para confirmar las propiedades nutricionales, la pureza y la calidad.
La cosecha se realiza temprano en la mañana y el agua se bombea a través de un tamiz fino. Luego, la masa de espirulina se prensa en una tela, similar a la producción de queso. Lo que queda tiene consistencia de masa para modelar y a través de una máquina casera hecha a base de equipo de embutidos, se convierte en finos espaguetis y se seca. Así, en la época de cosecha se obtienen unos 600 kg de espirulina seca.
En los primeros cinco años, la empresa triplicó las ventas y alcanzó el punto de equilibrio. “De los cuatro productores en Suiza, somos los únicos hasta ahora que podemos vivir completamente de la producción de espirulina”, dice Zikenberg. – El potencial de mercado para los productos locales de espirulina sigue siendo fuerte. La demanda en Suiza está casi completamente cubierta por bienes de exportación y la participación de los productores locales es pequeña. Por ello, el objetivo es aumentar el número de puntos de venta de productos locales, para encontrar nuevos mercados.
La empresa espera que la espirulina se utilice con éxito en la producción de sustitutos de la carne en la alimentación humana o como ingrediente de alimentos para animales. El Instituto Nacional de Investigación Agroscope de Suiza ya ha iniciado un proyecto para probar microalgas locales como aditivo alimentario para ganado vacuno y porcino.
Autora del texto y de la foto: Renata Hodel.