En la actualidad, los casos de brucelosis y tuberculosis en vacas se deben reportar oficialmente ante el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA); sin embargo existe otra enfermedad que se transmite de la madre al feto aumentando hasta en 4 veces la posibilidad de aborto en bovinos frente a los animales no expuestos a la infección, lo que afecta las ganancias del sector ganadero y lechero en Colombia, se trata de la neosporosis.
Esta es una infección producida por el protozoario Neospora caninum –cuyo huésped principal es el perro– y existe una estrecha asociación entre esta y el aborto bovino, ya que las vacas se alimentan de los pastos contaminados y así contagian a sus fetos.
El médico veterinario Juan Carlos Parada, magíster en Salud Animal de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), evaluó los factores asociados con el aborto en vacas de Ubaté (Cundinamarca), la “capital lechera del país”, municipio que cada día genera más de 700.000 litros de leche.
Según el investigador, no hay muchos estudios que dictaminen con precisión cómo se pueden asociar los abortos bovinos en el hato, los cuales se estiman en entre un 8 y 14 % en todo el país, mientras en Ubaté son del 8 %.
En su estudio identificó que se presentaron 219 abortos, lo que generó pérdidas cercanas a los 500 millones de pesos para ganaderos y productores de leche.
Lo esperado al año es que cada vaca dé una cría, pero eso no se cumple con las vacas que presentan abortos, demorando el proceso y disminuyendo las ganancias. Es bueno aclarar que no solo la neosporosis hace que las vacas presenten abortos, pero sí es un factor infeccioso muy determinante que no tiene la atención requerida y que hoy no tiene vacuna ni tratamiento.
“Se estudiaron 360 fincas de productores de leche de 25 asociaciones ganaderas, las cuales sumaban 2.000 vacas”, explica el investigador, integrante del grupo de investigación en Reproducción Animal y Salud de Hato.
Añade que nueve veterinarios realizaron 12 visitas durante dos años a cada una de estas fincas para hacer un examen de las enfermedades presentes o que se han estado dando en las vacas, y se hizo un seguimiento del progreso de estas infecciones en cada una de las consultas.
Cuando la neosporosis infecta a los animales, la enfermedad llega a la placenta, donde el feto se ve enfrentado al contagio y muere, generalmente entre el segundo y tercer tercio de la gestación.
“La idea era hacer un seguimiento a cada una de las vacas en etapa de gestación, desde el inicio hasta que se presentaba un parto o un aborto; luego se tomaban muestras de sangre para determinar las causas que podían llevar a que se estuviera presentando esta situación”, indica.
Para ello utilizó un método de estudio caso-control, en el cual se contrastaba la muestra de la vaca que presentaba aborto con una que tuviera las mismas semanas de gestación pero que hubiera tenido un parto normal. Para ello las muestras de sangre eran sometidas a un enzimo-inmunoanálisis de adsorción (ELISA), que determina si el animal ha estado contagiado o no.
La enfermedad disminuye el desempeño de la lactancia en las vacas, haciendo que la producción de leche también empeore; además se aumentan los gastos para lograr nuevamente otra cría –medicamentos, veterinario, dosis de semen para inseminar–, lo que no siempre llega a buen término, ya que el animal se puede volver a contagiar y presentar otro aborto.
Otros factores no infecciosos que pueden llevar a que los fetos mueran incluyen la calidad del agua de las fincas, que muchas veces no viene de un acueducto calificado; el movimiento de animales de un punto a otro cuando el pasto ya no está en las mejores condiciones; y no tomar pruebas de enfermedades cuando las vacas recién entran a la finca.
El magíster les recomienda a los ganadores y productores de leche que hagan un seguimiento más riguroso de las vacas gestantes para que no se den cuenta de las pérdidas económicas en el momento en que se presentan los abortos.