En el marco del proyecto español Algaterra, se investiga para desarrollar nuevos recursos para la agricultura basados en algas.
Hay efectos fungicidas y bioestimulantes positivos, un aumento de la fertilidad del suelo cuando se cultivan papas, así como uvas, tomates y lechuga.
Alexander Gomez escribe sobre esto en un artículo en el portal agrícola español Campogalego.es.
“Actualmente en Europa, el 1% de las algas marinas se utilizan para la alimentación, el 24% para otros fines, incluida la agricultura, y el 75% restante para la extracción de coloides.
Las algas marinas se han utilizado como un recurso agrícola importante en el siglo pasado, pero hoy ese vínculo se ha roto en gran medida. El proyecto Algaterra trabaja en su restauración, cuyo objetivo es desarrollar nuevos recursos agrícolas a base de algas y probar su eficacia tanto en agricultura ecológica como en agricultura tradicional sostenible.
“Las características de este producto marino aportan un alto valor fertilizante y potencian la actividad microbiana. Las plantas en suelo vivo son más resistentes a cualquier estrés, ya sea sequía o heladas”, enfatiza María Elvira López, investigadora y participante del proyecto de la Universidad de Santiago de Santiago. La institución científica, a su vez, es parte integrante del proyecto Algaterra.
Uno de los puntos base del proyecto fue la finca familiar Porto-Muíños SL en Coruña para el cultivo, recolección y procesamiento de algas.
“Las algas marinas son un producto bioestimulante natural sin contaminantes ni patógenos. Además, contiene fitocoloides que mejoran la estructura del suelo, aumentan la retención de agua, aumentan la capacidad de intercambio catiónico del suelo y actúan como fitorremediadores”, explica Elvira López.
También es importante que si bien las algas no tienen un alto nivel de fósforo, aumentan su disponibilidad para las plantas, ya que forman complejos con el aluminio, lo que también explica la capacidad de blanqueo. Además, las algas aportan macronutrientes, especialmente potasio, y micronutrientes importantes para las plantas, como hierro, magnesio, zinc y boro.
En el estudio anterior, se realizaron experimentos en patatas: parcelas de control, otras con el fertilizante mineral superfosfato y otras con diferentes dosis de fertilizantes de algas frescas (20 t/ha, 40 t/ha y 60 t/ha).
“El rendimiento de la papa al aplicar 20 toneladas fue comparable al de la tierra tratada con fertilizantes minerales, en todo caso superior al del testigo, y a medida que aumentaba la dosis de algas aumentaba el rendimiento”, dice el investigador.
“Si bien los resultados en términos de producción fueron positivos, lo más interesante de este trabajo fue la oportunidad de ver en la práctica lo que a menudo se informa en la literatura: en parcelas fertilizadas con algas, el pH del suelo aumentó debido a un aumento en los niveles de calcio y una disminución de la cantidad de aluminio, y en la misma medida, un aporte importante de fósforo y potasio”, especifica Elvira López.
Los investigadores establecieron un experimento mezclando algas con residuos de pescado y desechos de madera. “En nuestras pruebas mezclamos una parte de orujo de pescado, una parte de algas y tres partes de viruta de pino en volumen, lo que dio buenos valores de NPK a los tres meses: 2,1% N, 0,6% P y 0,7% K”, explica López.
En una finca de patatas orgánicas, donde también se realizaron las pruebas, el efecto más evidente fue la bioestimulación.
“En cuanto a la acción bioestimuladora, las algas marinas poseen una gran cantidad de compuestos beneficiosos como fitohormonas, especialmente auxinas y citoquininas, bioactivadores, vitaminas, etc., que mejoran el enraizamiento, el crecimiento y el rendimiento, además de aumentar la resistencia al estrés”, – enfatiza el investigador.
Pruebas similares se realizaron este año en las parcelas de viñedo, lechuga y tomate, los resultados finales se conocerán más adelante”.
(Fuente: www.campogalego.es. Foto: Dmitry Lukyanov).