La resistencia a los herbicidas es el rasgo más común en los cultivos transgénicos y puede existir solo o en combinación con uno o dos más, como la resistencia a ciertos insectos.
A pesar del actual debate público sobre los OGM, la superficie dedicada a cultivos transgénicos en el mundo no está disminuyendo, aunque todavía se concentra en tres países principales: Estados Unidos, Brasil y Argentina. Estos mercados son más atractivos para el suministro de semillas transgénicas resistentes a herbicidas.
Beijing Dabeinong Technology Group Co Ltd de China dijo a Reuters que Brasil había aprobado la seguridad y el cultivo de la soja genéticamente modificada y resistente a herbicidas de la compañía y que su licencia de plantación había sido aprobada oficialmente.
«Esta soja genéticamente modificada puede tolerar herbicidas tanto de glifosato como de glufosinato de amonio, lo que ayuda a resolver los problemas de control de malezas en la soja de América del Sur», dijo un portavoz de la compañía a Reuters.
También señala que este es el primer producto de soja de la empresa aprobado para su cultivo en el país sudamericano, lo que ayuda a acelerar su expansión agroindustrial en Brasil. La soja del productor, previamente modificada genéticamente y resistente a los insectos, recibió una licencia de plantación en Argentina en 2022.
El número de cultivos transgénicos que presentan resistencia a los herbicidas es ahora bastante limitado: son la soja, el maíz, el algodón y la colza. Varios factores explican el predominio del rasgo de tolerancia a herbicidas en los cultivos y ensayos actuales.
En primer lugar, es un rasgo monogénico, que es relativamente más fácil de aislar e introducir mediante transgénesis que otros rasgos que involucran múltiples genes.
En segundo lugar, la soja transgénica resistente a los herbicidas, al igual que otros cultivos de este orden, fue inmediatamente bien recibida por los agricultores, ya que significó una simplificación significativa del deshierbe y un ahorro de costes.
En tercer lugar, los altos márgenes de los cultivos mencionados, combinados con una producción de menor costo, resultan atractivos para los grandes productores.
Por ejemplo, los agricultores solían utilizar múltiples herbicidas en cantidades bastante grandes, lo que en algunos casos provocaba arrastre al suelo y daños a los cultivos de soja posteriores. Las variedades transgénicas brindan un control más fácil de las malezas, ya que requieren solo uno o dos productos (principalmente glifosato o glufosinato) y menos aplicaciones. Además, el período en el que se pueden aplicar los tratamientos de control de malezas es ligeramente más largo, lo que permite una mayor flexibilidad operativa y reduce el riesgo de una intervención demasiado tardía si las condiciones climáticas impiden el tratamiento en el momento adecuado.
Finalmente, vale la pena señalar que los precios de las semillas transgénicas los fijan las empresas de tal manera que las semillas transgénicas resulten atractivas para los agricultores y se vendan.