Invertir en agricultura reduce la pobreza y la desigualdad: el modelo económico encuentra la mejor combinación de financiación


África enfrenta desafíos para reducir la pobreza extrema y la desigualdad. En 2024, el 8,5 % de la población mundial vivía en pobreza extrema (es decir, con menos de 2,15 dólares estadounidenses al día). Casi el 67 % de estas personas vivía en África subsahariana .


Por Margaret Chitiga-Mabugu, Ramos Emmanuel Mabugu


Para abordar estos importantes problemas de pobreza y desigualdad, es fundamental identificar la ubicación de las personas más empobrecidas. Esto permite que las inversiones se centren en generar crecimiento y productividad que incluyan a las personas pobres y sean sostenibles.

Alrededor del 70% de los pobres del África subsahariana vive en zonas rurales. La mayoría (entre el 65% y el 70%) trabaja en la agricultura. La agricultura también contribuye entre el 30% y el 40% del producto interno bruto (PIB) .

A pesar de su importancia, la agricultura carece de financiación suficiente. Los países africanos no disponen de suficientes recursos propios para financiarla, y la financiación externa es cada vez más escasa.

Por lo tanto, la región necesita desesperadamente un plan innovador para financiar la agricultura para el desarrollo económico .

En un estudio reciente , analizamos cómo las diferentes formas de financiar la inversión agrícola afectarían el crecimiento inclusivo y la economía en general en 10 países africanos. Las opciones de financiación que exploramos fueron el aumento de impuestos, la reducción de presupuestos y el apoyo externo.

Creamos modelos económicos que ayudarían a los países con presupuestos ajustados a comprender las ventajas y desventajas y elegir las mejores opciones.

Nuestro estudio reveló que una mayor inversión en agricultura, especialmente con financiamiento externo, fue la mejor manera de aumentar los ingresos y reducir la pobreza, sobre todo en las zonas rurales. El financiamiento externo evita los mayores costos del financiamiento interno. Sin embargo, una combinación de ambos también es eficaz.

Independientemente del país, todas las opciones de financiamiento resultaron en un aumento de los ingresos rurales, reduciendo la pobreza y el hambre. Esto demuestra que la inversión en agricultura tiene un impacto positivo tanto a nivel nacional como en el ámbito rural.

El modelo

Nuestro trabajo utiliza un modelo de simulación económica que analiza el panorama general y también a mayor detalle. Analiza cómo los cambios en el gasto agrícola afectan la vida de las personas (en términos de ingresos y gastos), así como la economía en general.

Los países estudiados fueron Angola, Mozambique, Namibia, Botsuana, Ruanda, Gabón, Malawi, Esuatini, Lesoto y Zimbabue. Los seleccionamos en función de la disponibilidad y accesibilidad de los datos requeridos.

El modelo calculó los resultados de diferentes estrategias de financiación:

  • Aumento de los impuestos (directos, como el impuesto sobre la renta de los hogares y el impuesto predial, o indirectos, como el IVA o el impuesto sobre las ventas). La idea es que el mayor gasto en agricultura se compense con mayores ingresos fiscales. Estos provendrían del aumento de los impuestos sobre la renta y el impuesto predial de los hogares.
  • Reducción del gasto en inversión no agrícola. En este caso, la proporción de la inversión pública dedicada a la agricultura se mantiene fija. Por lo tanto, debe haber menos inversión en otros sectores.
  • Aumento del endeudamiento externo del gobierno o de la asistencia para el desarrollo.

Hallazgos clave

Observamos que el financiamiento externo fue el que más impulsó los ingresos nacionales y rurales. Sin embargo, las variaciones en el tipo de cambio pueden provocar un aumento de los precios internos y una consiguiente disminución del volumen de las exportaciones. Esto podría reducir la competitividad económica de un país.

A pesar de ello, los costos asociados son generalmente inferiores a los del financiamiento interno, además de los resultados en materia de ingresos rurales de Mozambique.

Entre los dos mecanismos de financiación interna probados, la opción de reducir la inversión no agrícola aumentó tanto el ingreso nacional como el ingreso rural en todos los países excepto eSwatini.

Por lo tanto, esa opción debería desempeñar un papel clave junto con la financiación externa.

Este hallazgo es alentador para los países con limitaciones fiscales, ya que el modelo mostró que el financiamiento interno mejoró la capacidad de los países para lograr un crecimiento sostenible.

En una fase final de modelización, los modelos exploraron cómo las intervenciones políticas podrían transformar los resultados en materia de pobreza y desigualdad. Esto se logró siguiendo la compleja interacción entre la dinámica de ingresos y precios. Tras un aumento repentino de las inversiones agrícolas tras los escenarios de políticas, los resultados mostraron una reducción más pronunciada de las tasas de pobreza y desigualdad en todos los países. Hubo un caso atípico notable: Angola. En Angola, las inversiones canalizadas al sector servicios han impulsado las reducciones más sustanciales de la pobreza y la desigualdad, impulsadas por la profunda interconexión entre los servicios y su creciente industria petrolera.

Incluso un pequeño aumento de la inversión pública provocó una clara reducción de la pobreza, siendo las inversiones en agricultura las que tuvieron el mayor impacto, seguidas de las de la industria y los servicios. Malawi registró la reducción más sustancial de la pobreza. También se observaron efectos notables en Ruanda, Botsuana, Esuatini y Angola.

Otros países mostraron impactos leves, manteniendo niveles bajos de pobreza.

¿Qué se puede hacer?

La modelización de escenarios puede ofrecer información valiosa para la formulación de políticas, ya que es prospectiva. Además, destaca las implicaciones de las prioridades estratégicas.

Las conclusiones del estudio muestran que, para lograr un crecimiento económico inclusivo, los países deberían invertir agresivamente en la agricultura, utilizando una combinación de fuentes fiscales externas e internas.

Con base en los hallazgos hicimos las siguientes propuestas.

Los gobiernos africanos dependen de la ayuda al desarrollo debido a la escasez de recursos internos y las débiles perspectivas de crecimiento. Esto dificulta su capacidad para captar fondos en los mercados. Sin embargo, si se puede obtener financiación concesional y se pueden controlar los impactos del tipo de cambio, la financiación externa debería seguir siendo una opción preferible para financiar las inversiones agrícolas.

A mediano plazo, los gobiernos deben centrarse en:

  • Reducir el gasto no agrícola improductivo
  • eliminando desperdicios
  • Garantizar la relación coste-eficacia.

Los ahorros deberían reorientarse hacia la agricultura .

A mediano plazo, debería centrarse la reforma de las políticas tributarias. Se deberían aumentar los impuestos directos e indirectos para financiar la inversión agrícola . Sin embargo, es crucial mantener la transparencia en el uso de los ingresos fiscales. Esto fomenta el apoyo público y la implicación local en las reformas tributarias al demostrar sus beneficios.

A largo plazo, los gobiernos deberían sincronizar los planes nacionales de desarrollo con iniciativas ambiciosas de crecimiento agrícola.

Este artículo se republica de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.