Por: Nicolás Bustamante Hernández
Este artículo cuenta con el apoyo del CIAT
[BOGOTÁ] En la región de transición entre los Andes y la Amazonía colombiana, un piloto de investigación colaborativa conocido como laboratorio viviente está ayudando a construir la paz.
El laboratorio viviente es un espacio donde la gente local colabora con los investigadores para crear conocimiento en conjunto con el fin de fortalecer la gobernanza regional, ayudando a llenar un vacío institucional dejado a raíz del conflicto armado que asoló al país desde la década de 1960.
“Esta idea tiene su origen en las expectativas generadas con la firma del Acuerdo de Paz, que para muchas personas participantes de este proceso significó la esperanza de tener un futuro por sí mismas”, comenta a SciDev.Net Luz Ángela Rodríguez, profesora asistente de la Universidad Pontificia Xavieriana, en el centro de Colombia .
“El objetivo es identificar, desarrollar y planificar desde abajo hacia arriba y, con suerte, probar innovaciones para hacer que los sistemas alimentarios sean más sostenibles”.
Luz Ángela Rodríguez, profesora asistente, Universidad Pontificia Javeriana, Colombia
La universidad, junto con una empresa conjunta entre Biodiversity International y el CIAT, el Centro Internacional de Agricultura Tropical, en Colombia, ha estado ejecutando un laboratorio viviente piloto desde 2023 en el municipio de La Montañita, en la región oriental colombiana de Caquetá, donde los Andes se transforman en la Amazonía.
Su objetivo es ofrecer alternativas de gobernanza para aliviar la presión sobre los bosques y contribuir a la construcción de paz.
“El objetivo es identificar, construir y planificar de abajo hacia arriba y, con suerte, probar innovaciones para hacer que los sistemas alimentarios sean más sostenibles”, dice Rodríguez.
Caquetá es una región profundamente afectada por el conflicto armado interno que azota a Colombia desde 1964 y sus bosques son cruciales para los esfuerzos de reducción de emisiones del país.
Las comunidades de la región continúan luchando contra la violencia mientras varios grupos rebeldes disidentes siguen activos, a pesar del acuerdo de paz de 2016 firmado entre el gobierno colombiano y las guerrillas de las FARC.
“La reconfiguración de la violencia en los territorios ha puesto esto en gran riesgo”, dice Rodríguez.
Casi tres cuartas partes de la región están cubiertas de bosques y el departamento tiene una de las tasas de deforestación más altas del país, donde la conversión de bosque natural en pastizales representa el 84 por ciento de las emisiones totales del departamento.
Como resultado, el grupo optó por trabajar con productores de ganado y cacao, explica Martha Vanegas, coordinadora del proyecto Living Labs, llamado Laboratorios Vivientes para Personas (LL4P).
“[El enfoque] promueve el empoderamiento individual a través de procesos reflexivos donde los participantes toman decisiones y utilizan los recursos para su beneficio”, dice Vanegas, un científico dedicado a la conservación de los bosques y la naturaleza, especializado en políticas y sociedad en la Universidad de Wageningen en los Países Bajos.
Por ejemplo, LL4P promueve redes de agricultores y organizaciones locales que pueden conectar a productores y consumidores.
Los living labs son espacios en los que ciudadanos, organizaciones de investigación, empresas, ciudades y regiones interactúan en las mismas condiciones. Al mismo tiempo, son espacios en los que los participantes pueden crear prototipos rápidamente e implementar innovaciones.
La iniciativa enfatiza la importancia de las ideas arraigadas en el contexto local para aprovechar las capacidades de la población, explica Vanegas.
“Los enfoques participativos y de múltiples actores, como los laboratorios vivos, tienen el potencial de ayudarnos a lograr los cambios necesarios, mientras trabajamos en los objetivos de desarrollo local”, añade Vanegas.
Gregorio Rodríguez, director de la organización campesina Agrosolidaria La Montañita, comenta a SciDev.Net que la experiencia ha sido “muy fructífera” para proteger sus tierras.
Explica que las propuestas han sido debatidas, estudiadas y llevadas adelante en consenso con la comunidad, tomando en cuenta el valor académico así como la sabiduría de los productores.
“Esto nos ha llevado a sentirnos gratamente reconocidos en este proyecto que tiene en cuenta estos dos modelos educativos, el conocimiento empírico y el conocimiento profesional, académico”, comenta a SciDev.Net .
Una alternativa global
Actualmente existen laboratorios vivientes en funcionamiento en países de ingresos bajos y medios, entre ellos Kenia, Vietnam y Colombia, y abarcan temas como salud, innovación, seguridad alimentaria e incluso gobernanza y políticas públicas.
Para Miguel Sierra, experto en innovación del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) de Uruguay, la desconexión que muchas veces existe entre investigadores y usuarios “requiere de estos espacios para encontrarse, procesar puntos de vista, demostrar propuestas de valor en funcionamiento y juntos definir fortalezas y aspectos a mejorar”.
En el INIA actualmente están trabajando en un living lab sobre temas de digitalización y agricultura, creando un espacio abierto donde las empresas o startups que cuenten con soluciones digitales puedan validarlas o verificar su propuesta de valor.
El proyecto, denominado Converge, cuenta con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación de Uruguay.
“El BID sugirió que las propuestas vengan al menos en una etapa de prototipo y que ofrezcan soluciones relacionadas con el cambio climático”, explica Sierra. “Es un espacio de validación conjunta”.
Actualmente, existen laboratorios vivos promovidos por organizaciones de todo el mundo, como el Centro de Investigación Agronómica para el Desarrollo Internacional (CIRAD), que trabaja sobre cuestiones de salud y territorio en varios países de África y Asia.
“En este caso, los living labs son… espacios abiertos de discusión y creación con las comunidades”, explica a SciDev.Net Erwan Sachet, coordinador de un componente de trabajo del proyecto CIRAD .
“Los problemas locales se discuten directamente con los científicos y luego se realizan experimentos, innovaciones o intervenciones con las comunidades que responden directamente a sus problemas”.
Ouléye Ka, que vive en Keur Momar Sarr, un municipio del norte de Senegal, y forma parte del Laboratorio Vivo de Salud y Territorio, dice que esto le ha permitido conectarse con personas que le ayudaron a descubrir aspectos cruciales de la salud del cercano lago Guiers.
“Este laboratorio viviente nos ha permitido comprender que el lago está en peligro de degradación en el corto plazo”, comenta a SciDev.Net .
“Aunque el foco se ha puesto en la salud del lago, hemos planteado otras cuestiones, como la seguridad de la propiedad y de las personas, la movilidad animal, la calidad de la energía y las prácticas agrícolas, entre otras”.
Procesos locales
Según el investigador Rodríguez, la experiencia del laboratorio en Colombia tiene potencial para ser aplicada en otros países amazónicos e incluso en otras regiones del mundo.
“A través de esta experiencia podemos aportar a una reflexión sobre el papel de la academia en el fortalecimiento de los procesos locales, que nacen de la iniciativa de las comunidades y [a los que] tratamos de acercarnos con respeto para aportar nuestras herramientas metodológicas y conceptuales”, explica.
“Aunque no podemos decir que sea un proceso puro de investigación-acción participativa, sí estamos tratando de utilizar herramientas participativas y lograr un diálogo”, afirma Rodríguez.
Quetzalcoátl Orozco, especialista en agricultura e investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, destaca la importancia de este tipo de iniciativas, que se enmarcan dentro de la investigación participativa, junto con otras más conocidas, como la ciencia ciudadana.
“Lo que se ha encontrado es que las tecnologías desarrolladas fuera de los contextos donde van a ser aplicadas generalmente no funcionan”, afirma Orozco.
Sin embargo, reconoce que uno de los principales obstáculos que enfrenta la investigación participativa es ampliar el proceso.
“A la hora de ponerlas en práctica se requiere de un equipo de trabajo muy especializado, muy dedicado”, comenta Orozco a SciDev.Net . “Eso dificulta la difusión de este tipo de iniciativas”.
Este artículo cuenta con el apoyo del CIAT.
Para ver el artículo original: SciDev.Net.