Muchos filósofos como el alemán Martin Heidegger y artistas como Chillida y Oteiza han reparado en una visión del espacio alternativa a la del depósito pasivo que alberga materia al servicio del ser humano.
Javier Erro Garcés, Universidad de Navarra
Para ellos, el espacio es un ente vivo. Este enfoque puede trasladarse a uno de esos espacios en concreto: el suelo.
Durante décadas hemos considerado que la Tierra es un almacén del que extraemos recursos sin preocuparnos por las consecuencias. Bajo esta visión instrumental, el planeta acaba pagando las consecuencias de este abandono.
Es el caso del empleo abusivo e indiscriminado de fertilizantes y plaguicidas llevado a cabo durante mucho tiempo, que ha generado una reducción de la fertilidad de los suelos, es decir, de su salud. La consecuente merma en la producción vegetal nos ha hecho ver que la tierra está viva, que no es un medio, sino un ecosistema que cuidar.
Esa apreciación ha hecho que se hayan dado pasos para cambiar de paradigma. Un ejemplo de ello son algunas leyes emergentes de limitación de aportes al suelo, como el Real Decreto 1051/2022 sobre nutrición sostenible y el Real Decreto 529/2023 sobre productos fertilizantes. Pero gran parte del daño está hecho.
Es urgente pues, una actuación a corto plazo para remediar el perjuicio causado.
El problema del lindano
Nuestra investigación se centra tanto en el diseño de fertilizantes y plaguicidas más eficaces y sostenibles como en la generación de soluciones que limpien el suelo contaminado. En concreto, hemos desarrollado un descontaminante de amplio espectro para eliminar el lindano de los suelos afectados.
El lindano es un plaguicida que se empleó durante muchos años para frenar el ataque de insectos a los cultivos. Sin embargo, con el paso del tiempo, se detectaron sus efectos tóxicos sobre el medio, las plantas y los seres humanos. Incluso se catalogó como material cancerígeno.
Todo esto detuvo su aplicación en muchos países, pero siguen existiendo grandes almacenes de lindano y subproductos peligrosos en colinas, ya que es un compuesto persistente y bioacumulativo, es decir, se acumula en los tejidos de los seres vivos. Esto supone un peligro puesto que estos productos organoclorados pueden ser arrastrados por la lluvia hasta los ríos adyacentes con el consiguiente daño para la vida acuática y para los cultivos regados con el agua de esos ríos. De esta manera, pueden acabar en los alimentos de consumo humano.
La incidencia y gravedad del asunto repercute en muchos países. En España, los vertederos y zonas afectadas se concentran en Aragón (en el municipio de Sabiñánigo), Galicia, País Vasco (Barakaldo y Asua) y Navarra (Viana e Iguzkiza). En Europa, existen más de 280 puntos de contaminación por lindano. De hecho, la UE lleva ya tiempo ocupada en dicho problema destinando diversas partidas a su tratamiento.
Un compuesto para eliminar contaminantes
Las soluciones empleadas hasta el momento pasan por el tratamiento de bajas concentraciones de lindano, por la depuración de aguas o por la extracción de los suelos contaminados. Estas estrategias son parciales, insuficientes o inviables tecnológica o económicamente.
En este contexto, hemos desarrollado un proyecto en colaboración con las empresas Magna y Emgrisa para atacar el lindano acumulado en el vertedero de Bailín, en Sabiñánigo. En esa zona de conflicto, y bajo un acuerdo con la Junta de Aragón, llevamos a cabo un ensayo en condiciones reales aplicando nuestras propuestas.
La alternativa que planteamos se basa en un compuesto con microporos especialmente absorbente en una atmósfera reductora y alcalina. Empleando una mezcla de óxido de carbono y carbón activado, hemos conjugado dos mecanismos complementarios de destrucción química del lindano para aumentar la eficacia de la eliminación. Además, la alta capacidad adsorbente del producto permite también la remediación de metales pesados, convirtiéndose así en un polisorbente, es decir, un descontaminante simultáneo de contaminantes orgánicos e inorgánicos.
Así, en suelos con lindano y metales pesados, produce una eliminación rápida, completa y estable del lindano y la inmovilización de los metales. Según nuestros estudios, permite la degradación in situ de casi el 70 % del lindano inicial.
La gran ventaja del producto es que tiene una composición sencilla y viable que se puede aplicar directamente en el suelo y que elimina de manera irreversible grandes cantidades de lindano, actuando así sobre el foco del problema.
Una versión de este artículo fue publicada originalmente en la web de la Universidad de Navarra.
Javier Erro Garcés, Investigador y profesor colaborador. Biología y Química Agrícola, Universidad de Navarra
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.