Los científicos brasileños resumieron los resultados de sus investigaciones sobre la nutrición nitrogenada del trigo. Son unánimes en que para garantizar una aplicación exitosa de nitrógeno, más importante que la cantidad es el momento en que este nutriente está disponible para la planta.
Sobre esto escribe Hoseani Antunes en un artículo publicado en el portal de la Empresa Brasileña de Investigación Agrícola en el departamento de trigo de Embrapa Trigo : “Los productores de trigo deberían priorizar los fertilizantes nitrogenados.
Los fertilizantes constituyen una parte importante del costo de producción del grano de trigo y representan aproximadamente entre el 25% y el 30% de la inversión del ciclo. Sin embargo, la aplicación de fertilizantes nitrogenados está directamente relacionada con la productividad del trigo.
“La aplicación de nitrógeno al suelo para el trigo es una de las prácticas de gestión más seguras en términos de rentabilidad económica. Estudios demuestran que la eficiencia de utilización del N oscila entre 12 y 21 kg de grano por cada kg de N añadido”, explica el investigador Fabiano De Bona, de Embrapa Trigo.
La urea es el principal fertilizante utilizado para el trigo debido al menor costo unitario del nutriente entre los fertilizantes nitrogenados disponibles en el mercado. En general, la cantidad de nitrógeno utilizada en los cultivos de trigo oscila entre 60 y 120 kg/N/ha, la aplicación de 15 a 20 kg/N/ha en la siembra y el resto en el macollamiento y elongación del tallo de las plantas. El nitrógeno en la cabeza generalmente no aumenta el rendimiento ni la fuerza del gluten, pero puede aumentar el contenido de proteínas.
Según el investigador Thiago Horbe, de la red de cooperativas técnicas CCGL/RTC, la cantidad de fertilizante nitrogenado puede variar dependiendo del contenido de materia orgánica del suelo, del cultivo predecesor, de la historia del potencial productivo de la parcela y de los rendimientos esperados.
Para estimar los límites de retorno de los fertilizantes nitrogenados, los investigadores del RTC realizaron tres estudios de cultivos con nueve variedades de trigo con un límite de rendimiento promedio de 6.000 kg/ha, lo que demostró que la eficiencia máxima de la aplicación de nitrógeno fue de aproximadamente 110 kg/N/ha.
El investigador de trigo de Embrapa, Osmar Rodríguez, recomienda diagnosticar la zona donde se cultivará el trigo. “El rastrojo de maíz, por ejemplo, requiere un manejo diferente al del rastrojo de soja. Dado que los rastrojos de maíz consumen mucho nitrógeno del suelo para descomponerse, será necesario aumentar la cantidad de nitrógeno al plantar trigo para reponer el nitrógeno. Una vez que surja el trigo, el manejo del nitrógeno ya no requerirá acciones diferentes para el rastrojo de maíz y el rastrojo de soja”.
Según los investigadores, la introducción de cultivos de cobertura o especies cruzadas está ganando popularidad. Además de conservar el suelo, ciertos cultivos de cobertura pueden aumentar el rendimiento del trigo hasta en un 20 por ciento.
Los investigadores son unánimes en la opinión de que, para garantizar una aplicación exitosa de nitrógeno, más importante que la cantidad es el momento en que este nutriente esté disponible para la planta.
Para aprovechar al máximo los fertilizantes nitrogenados, dadas las posibles pérdidas causadas por el exceso de lluvias, la estrategia es dividir la aplicación de nitrógeno en tres etapas: en la siembra; entre dos hojas y el inicio del macollamiento; en la fase reproductiva (entre el macollamiento y el inicio de la salida al tubo).
“El período entre la germinación y la aparición de los tubos es un momento crítico para determinar el potencial productivo del trigo”, afirma el investigador Thiago Horbe.
En caso de fuertes lluvias después de la aplicación de nitrógeno que provoquen lixiviación o escorrentía en el sitio, el productor deberá compensar la dosis en la siguiente aplicación.
La respuesta de las variedades a los fertilizantes nitrogenados puede ser diferente y depende del entorno de producción que influye en la dinámica del N. La temperatura, la humedad, la materia orgánica y la secuencia de cultivos utilizados en un área determinada son algunos de los factores. A la hora de gestionar este nutriente también se debe considerar la eficiencia de cada variedad en el uso del nitrógeno”.
(Fuente: www.embrapa.br. Autor: Hoseani Antunes.)