El poder transformador de las mujeres rurales


Historias de mujeres que nos inspiran desde el norte, centro y sur de Colombia, llegan en el Día Internacional de la Mujer para hablar sobre sus derechos y la importancia de su empoderamiento para la sociedad. Ellas son mujeres rurales, mujeres con derechos.


Luz Mery Cubillos Suárez, nacida en Ibagué, Tolima, es un ejemplo de fortaleza y superación. Con 55 años y cuatro hijos, lleva más de la mitad de su existencia forjando su destino en los llanos colombianos, donde encontró su voz y liderazgo luego de dos desplazamientos.

El momento de su vida que marcó un antes y un después fue cuando se unió a la Red de Mujeres en Villavicencio. Ese espacio la conectó con otras mujeres víctimas del conflicto armado y la inspiró para fundar la Asociación de Víctimas Unidas por el Futuro (ASOVIFU), una organización que hoy reúne a 146 mujeres y hombres comprometidos con el emprendimiento y la resiliencia.

Confección, artesanías y Los Huevos Valientes, hacen parte de la línea que han denominado Agro Paz. En conjunto con 20 asociados, de los cuales 19 son mujeres, establecieron una granja avícola con la que generan ingresos a partir de la venta de gallinaza como abono orgánico.

Saray Zúñiga, Representante legal de la Asociación ASOPROVEGUA – Tienda y restaurante «Paraje ri Kumina”, Mahates, Bolívar

Para Luz Mery, el emprendimiento es clave. «Desde la organización, a lo que más le apuesto es a que mis mujeres no estén con la mano estirada esperando un mercado, sino esperando una herramienta para trabajar». Este enfoque no solo busca el desarrollo económico, sino también la transformación personal y comunitaria. Así, ASOVIFU ha logrado impulsar el empoderamiento de las mujeres víctimas del conflicto armado, brindándoles la oportunidad de generar sus propios ingresos y avanzar hacia la autonomía económica.

Hoy, Los Huevos Valientes son parte de un proyecto aún más grande: La Red del Meta, una iniciativa que tiene como objetivo promover modelos de suministro inclusivos al servicio de los productores agropecuarios de pequeña y mediana escala, desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en alianza con Ecopetrol, que reúne a más de 3.000 personas, 247 emprendimientos familiares y 32 asociaciones seis municipios del departamento. 

El legado de Luz Mery Cubillos y ASOVIFU es un claro ejemplo de cómo la resiliencia, el liderazgo y el trabajo en equipo pueden transformar vidas, y cómo, a través del emprendimiento, las mujeres pueden superar las huellas del conflicto armado para reconstruir sus vidas con dignidad y esperanza.

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Adversidades similares las ha vivido en el norte del país Saray Zúñiga, una mujer palenquera del departamento de Bolívar, que a juntos a sus cinco hijos a sufrido del desarraigo y la inestabilidad con igual número de desplazamientos.

Dos décadas pasaron antes de que pudieran regresar a su hogar, Mahates. En paisaje diferente encontró en 2011, cuando finalmente pudo regresar a su finca: el suelo y los árboles devastados, muchos animales desaparecidos y, lo más doloroso, el tejido social roto.

Recuperar el territorio y su gobernanza sería entonces una tarea por realizar, labor que, con la firma del Acuerdo de Paz en 2016, y años más la llegada al territorio del proyecto de Transformación Territorial, Resiliencia y Sostenibilidad, una iniciativa conjunta de la FAO y la Agencia de Cooperación Sueca en Colombia, sería cada vez más viable.

El proyecto se centró en mejorar los medios de vida rurales, el uso sostenible de la tierra y la gestión de los recursos, el establecimiento de nueva infraestructura para apoyar la producción y las ventas, y el empoderamiento de las mujeres a través del desarrollo de habilidades y oportunidades de liderazgo.

Con la tradición y sus conocimientos, Saray ejerció el liderazgo para que su asociación ASOPROVEGUA inaugurara la tienda y restaurante «Paraje ri Kumina”, un recinto de alegría y esperanza que reúne productos de todas las demás asociaciones hermanas de la zona y reemplaza a los intermediarios a quienes los agricultores tenían que vender sus productos.

Conectando este lugar como punto de partida para el agroturismo, el restaurante se extiende hacia un sendero ecológico, en el que un área de juegos bordeada por árboles frutales y viveros de plantas, junto a iguanas, monos aulladores, periquitos, loros y más especies de fauna y flora se ha convertido en un paraje de regocijo y tranquilidad.

Aura López, Consejera de economía y producción de la Unidad Indígena del Pueblo Awá – UNIPA y fundadora de la Asociación Granja Agrícola y Pecuaria El Maíz – Asoagrimaiz, Barbacoas, Nariño

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Esa tranquilidad que también percibe ahora Aura López en Barbacoas, Nariño, ha estado en un proceso de recuperación para esta mujer indígena, consejera del pueblo Awa, y su comunidad, quien cuenta cómo el Katsa Su (que representa a los cuatro mundos: personas, animales, espíritus y ancestros) se ha transformado en los últimos tiempos.

Su territorio, destruido por monocultivos, la expansión ganadera y la extracción de madera ha venido en un proceso de recuperación, en el que Aura se ha encargado de reunir a hombres, mujeres y jóvenes para trabajar y concertar planes en una viva casa comunal que no tiene espacio para los malos recuerdos.

Allí, Aura ha construido con su comunidad la Asociación Granja Agrícola y Pecuaria El Maíz – Asoagrimaiz. A través de esta impulsa diferentes procesos para mejorar la autonomía económica, especialmente de las mujeres. ¿Los cimientos? Su tenacidad y conocimientos como técnica agrícola y ambiental.

A parir de la integración de labores agroproductivas que hacen parte de los proyectos de reactivación económica del convenio de cooperación internacional “Mi Vida es el Campo”, desarrollado entre la Agencia de Renovación del Territorio y la FAO, Aura ha conseguido la articulación con redes asociativas que se vienen consolidando en los territorios PDET por la reconciliación, gobernanza y producción sostenible y limpia para una mejor nutrición.

Actualmente hacen parte de la iniciativa de fortalecimiento de la cadena piscícola, mediante el establecimiento de unidades productivas requeridas en el cultivo de tilapia roja, con la que se busca contribuir a la mejora, diversificación productiva, alimentaria y de ingresos, incluyendo el desarrollo de capacidades productivas, comerciales, socioempresariales y de gestión, así como de participación incidente, integrando los enfoques transversales: género, étnico, territorial, reparador como acciones que aportan a la garantía progresiva al Derecho Humano a la Alimentación.

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Luz Mery, Saray y Aura hoy destacan el poder transformador de las más de 5,7 millones mujeres rurales en Colombia; ellas son un claro ejemplo de cómo la resiliencia, el liderazgo y el trabajo en equipo pueden transformar vidas, y cómo, a través del emprendimiento, las mujeres pueden superar las huellas del conflicto armado para reconstruir sus vidas con dignidad y esperanza, motivándonos a que como sociedad trabajemos por los derechos, igualdad y empoderamiento de todas las mujeres y niñas, lema del 8 de marzo de 2025, Día Internacional de la Mujer.

Con este llamamiento a la acción para lograr la igualdad de derechos, poder y oportunidades para todas y todos, catalizadores de un cambio duradero, llega con un mensaje de unión para que las próximas generaciones puedan gozar de una vida mejor.

El 2025 es un momento decisivo que marca el 30° aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, el plan de acción, que de acuerdo con ONU Mujeres ha sido a la fecha el más progresista y ampliamente respaldado para los derechos de las mujeres y las niñas en todo el mundo, transformando la agenda de los derechos de las mujeres en términos de protección legal, acceso a servicios, participación de los jóvenes y cambio en las normas sociales, estereotipos e ideas estancadas en el pasado.

Este aniversario nos pone de presente que, si bien se han tenido avances, aún existen deudas por saldar para la garantía de los derechos de mujeres y niñas en materia de educación, seguridad, tenencia de tierras y economía del cuidado. Todos estos, elementos claves para la erradicación del hambre y la pobreza.

Retos que como sociedad estamos llamados a atender. Con un panorama en el que alimentar a una población mundial creciente en un contexto de nuevas y persistentes crisis: económicas, energéticas, ambientales, alimentarias y sociales, actuar ahora es más importante que nunca para crear sistemas agroalimentarios inclusivos, sostenibles y resilientes.

Empoderar a las mujeres y las niñas a través de la inclusión financiera no solo es esencial para promover la igualdad de género, sino también crucial para construir comunidades resilientes. Al garantizar la igualdad de acceso a los recursos, servicios y oportunidades financieras, brindamos a las mujeres los medios para proteger y ampliar sus medios de vida, lo que a su vez fortalece la resiliencia general de sus comunidades. La inclusión financiera permite a las mujeres contribuir al crecimiento económico y beneficiarse de él, fomentando sociedades más inclusivas, sostenibles y resilientes.

La FAO reconoce que, para lograr estos objetivos, debemos abordar las persistentes desigualdades que afectan al mal rendimiento del sector agrícola en muchos países. Debemos trabajar con hombres, mujeres, niñas y niños rurales y empoderarlos.