Los científicos exploran formas de transferir los mecanismos de defensa del trigo silvestre a las líneas de cultivo
El calentamiento global contribuye a la propagación de poblaciones de plagas de insectos a nuevas regiones, así como a un aumento en la tasa de su reproducción. Esto también es cierto para los áfidos, que succionan la savia mientras se alimentan y dañan los cultivos de trigo.
Un equipo de científicos de la Universidad David Ben-Gurion del Negev, dirigido por el profesor Vered Tsin, ha identificado formas de proteger a los parientes silvestres del trigo de los pulgones.
“Es muy importante estudiar cuidadosamente los mecanismos de defensa naturales de las plantas y sus características que podríamos incorporar al trigo cultivado para protegerlo contra los insectos, en lugar de usar pesticidas dañinos. Una de las mayores amenazas para el trigo son los áfidos, pequeños insectos que absorben nutrientes y transmiten virus mortales. Hay alrededor de 5000 especies diferentes de pulgones en el mundo”, dice el profesor Qing.
Bajo su liderazgo, un equipo de científicos descubrió que el trigo emmer silvestre tiene al menos dos métodos de protección contra las plagas de insectos. Primero, el trigo silvestre está cubierto de «pelos» que evitan que los insectos encuentren un lugar para excavar en el tallo. Potencialmente, este rasgo se puede transferir a los cultivares.
En segundo lugar, el trigo silvestre produce un veneno, un fitoquímico llamado benzoxazinoide, que disuade a los insectos de comer trigo.
La estudiante de doctorado Zhania Batyrshina del laboratorio Qing fue la primera en aislar el gen que controla la producción de este veneno.
“Ahora que sabemos qué gen controla la producción, podemos crear trigo cultivado mejorado con las mismas capacidades de autoprotección”, explica el profesor Qing.
Los hallazgos se publicaron en la revista revisada por pares Experimental Botany and Frontiers in Plant Science.
(Fuente: in.bgu.ac.il. Foto: Dmitry Lukyanov).