Una nueva técnica de cultivo de plantas como las carnívoras en condiciones controladas de laboratorio permite que su crecimiento sea más rápido y en mayor cantidad
UNAL/DICYT Aunque las plantas carnívoras son atractivas para coleccionistas y personas que quieren tenerlas en sus casas, su importación de países como China o Canadá es muy costosa, por lo que la propagación masiva in vitro –o en laboratorio– bajo condiciones controladas es una alternativa para reducir costos y aumentar la oferta para los productores.
Por mucho tiempo –desde Aristóteles, pasando por Plinio el viejo, o Descartes– se creyó que en general las plantas no podían moverse, hasta que Charles Darwin estudió las plantas carnívoras y descubrió que, debido a procesos de adaptación a lugares pobres en nutrientes, como humedales o pantanos, estas desarrollaron la capacidad de moverse y atrapar insectos, arañas, mosquitos e incluso babosas para compensar este déficit.
En Latinoamérica estas plantas se utilizan especialmente por su atractivo cultural e histórico, aunque por el momento se ha estudiado poco acerca de sus potencialidades para controlar plagas de insectos, o las propiedades de sus metabolitos secundarios para tratar enfermedades.
En Colombia su cultivo se da sobre todo en la Sabana de Bogotá, Fusagasugá y Medellín. Según la Asociación Colombiana de Viveristas y Productores de Ornamentales (Colviveros), en el país hay más de 3.000 viveros registrados, de los cuales el 0,23 % es de producción y comercialización de plantas carnívoras, aunque este sector ha estado creciendo en los últimos años.
El Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales, del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), estudia las ventajas del cultivo de plantas in vitro, en situaciones controladas con los nutrientes necesarios y a una temperatura adecuada para su crecimiento. En algunos casos tal propagación supera la forma convencional, vegetativa o por semillas, pues toma más tiempo y genera menos plantas.
El profesor Xavier Marquínez, del Departamento de Biología de la UNAL, uno de los investigadores encargados del Laboratorio junto a la profesora Fagua Álvarez, su coordinadora, explica que “el medio de cultivo que se elabora para las semillas de estas plantas les proporciona nutrientes fundamentales para su crecimiento, como nitrógeno, fósforo, calcio y manganeso, entre otros”.
El Laboratorio también ha hecho investigación con otro tipo de plantas, como por ejemplo yuca, plátano, ñame, papa, granadilla o maracuyá, pero siempre con un carácter investigativo, mas no para la prestación de un servicio de extensión a los productores. Los beneficios económicos que se generen servirían para apoyar los procesos de docencia e investigación del Laboratorio.
Propagando carnívoras
En el caso del Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales, los mismos clientes son quienes suelen llevar las semillas o plantas que les interesa propagar, entre ellas diversas variedades de la venus atrapamoscas como Dionaea muscipula, Darlingtonia sp., Cephalotus sp., Drosera spp. y Nepenthes spp., entre otras.
Con el material suministrado, los expertos se encargan de sembrar las semillas –o explantes– en un medio de cultivo adecuado, compuesto de nutrientes, azúcares (sacarosa), ácido giberélico (en la germinación) y citoquinas (en la propagación), en recipientes de vidrio o plástico, a una temperatura cercana a los 22 °C y con iluminación mediante lámparas led.
Después de 1,5 meses se empieza a ver la germinación de las semillas, momento en el que se pasan a un medio de propagación con citoquininas, las cuales promueven el crecimiento y la propagación, buscando generar la mayor cantidad de plantas posibles, proceso que se demora 3 o 4 meses.
“Cuando ya se ha establecido la propagación, las plantas se pasan a un medio donde forman raíces y crecen, y 1 o 1,5 meses después están listas para entregárselas al cultivador; hoy se entregan alrededor de 3.000 plantas cada mes, pero se espera aumentar la producción de cada especie y variedad, además de ofrecer otros servicios”, asegura.
Los precios varían entre 3.000 y 6.000 pesos, pero los productores las cultivan y hacen crecer en materas y en unos meses pueden aumentar su valor entre 5 y 7 veces, por lo que el método resulta ser una opción real y muy buena para tener más plantas, disminuyendo costos de producción. Además pueden ver el material antes de adquirirlo, programar la compra y escoger las variedades que más les interesen.
Para desarrollar este servicio ha sido indispensable la colaboración de María Oliva Díaz Conejo, técnica del Laboratorio; Cristina Espitia, bióloga de la UNAL; Kelly Alzate, estudiante de Ingeniería Agronómica, y Tannia Revelo, estudiante de la Maestría en Ciencias – Biología de la UNAL.